LOS MAYORES
LA TERCERA EDAD
La vejez
Los
geriátricos
Los
comportamientos y la salud
Vivir
autónomamente
La
actividad física
Memoria
y envejecimiento
El mejoramiento de la conducta
Intervenciones conductuales
Memoria y aprendizaje verbal
Las diferencias entre cohortes
El contexto social de las personas mayores
La especificidad de los retos en la vejez
Enfermedad crónica y discapacidad
Trastornos del sueño
Demencia
Cuidadores
El envejecimiento
La depresión en
los mayores
Tratamiento conductual de la ansiedad
Importancia de la ansiedad en la edad avanzada
Conclusiones sobre la ansiedad
Conductas adictivas
El dolor crónico

En otro apartado de la Web se
encuentra el tema:
Ser una anciana
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En
esta sección de la Página de la Vida veremos la problemática personal y
espiritual de la vejez. Expondremos las necesidades, los deseos, las
frustraciones, la depresión y otras situaciones difíciles que viven quienes
atraviesan por la última estación de la vida.
Hemos orientado el trabajo con la intención de que, por una parte, se mejore
el entorno, el trato, la atención y los cuidados que requieren los ancianos.
Por otra parte deseamos que el propio ser humano sea consciente de que se
encamina hacia la vejez, y que necesita reflexionar y formarse
espiritualmente para encarar las dificultades que se presentan en esta etapa
de la vida. Nuestro objetivo es conseguir que las personas mayores vivan en
plenitud, sean ellas mismas quienes promuevan su propia salud y se mantengan
activas.
El conocimiento espiritual transmite a la sociedad, a todos los grupos de
edad, una imagen real de la vejez y de las personas mayores, esto es, una
imagen más positiva y realista, y contribuye a que se acepte sin prejuicios
lo que es propio de la vejez. Sólo el conocimiento que surge de la
consciencia y de la reflexión puede producir un cambio humano y social. Es
patrimonio de las personas mayores la plenitud, la actividad y la salud,
pero éstas sólo pueden surgir de una vida espiritual.
La espiritualidad, que es sencillamente ser consciente y obrar
apropiadamente, transforma al ser humano y le hace participar en su sociedad
y cambiar el entorno, creando para las personas mayores (y para todos)
espacios físicos y sociales en los que se anima al conocimiento propio, a la
reflexión y al obrar apropiado. Las personas mayores se implican allí en
actividades sociales, físicas e intelectuales, y, al hacer un mundo mejor,
se sienten verdaderamente felices.
Aunque la generación actual de personas mayores tiene, en general, poco
conocimiento espiritual, poseer este saber debe ser un objetivo de todo el
proceso vital. De esta forma muchos millones de personas, que ya son mayores
o que están llegando a una edad avanzada, podrán decidir cómo desean que sea
la vida de la humanidad en esta tierra, cómo vivir sus futuros años y
beneficiar a toda la humanidad de sus conocimientos y experiencia.

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