ACEPTAR "LO QUE ES"
Para algunas personas, aceptar "lo que es" puede tener una connotación
negativa que implica derrota, renuncia, incapacidad de responder a las
pruebas de la vida, letargo, etc. La verdadera aceptación, no obstante, es
algo totalmente diferente. No significa soportar pasivamente cualquier
situación en la que te encuentres sin hacer nada al respecto. Tampoco
significa dejar de hacer planes o de iniciar acciones positivas.
Aceptar
implica ceder y no oponerse al flujo de la vida, es aceptar el momento
presente incondicionalmente y sin reservas. Es renunciar a la resistencia
interna a lo que es. Resistirse internamente es decir "no" a lo que es
mediante el juicio mental y la negatividad emocional. La resistencia suele
agudizarse cuando las cosas "van mal", lo que significa que hay una
distancia entre las demandas y rígidas expectativas de nuestra mente y lo
que es. En esa brecha anida el dolor. Si has vivido lo suficiente, sabrás
que las cosas «van mal» con bastante frecuencia. Es precisamente en esos
momentos cuando tienes que aceptar y comprender si quieres que el dolor y
el sufrimiento se alejen de tu vida. La aceptación de lo que es te libera
inmediatamente de tu identificación mental y vuelve a conectarte con el
Ser. La resistencia de la mente.
Existe una gran diferencia entre someterse
a la voluntad de Dios y aceptar “lo que es”. Someterse a la voluntad de
Dios implica que ya conocemos la voluntad de Dios. No nos sometemos a algo
que no conocéis. Si conocemos la realidad, no podemos rendiros a ella;
dejamos de existir, no hay sometimiento a una voluntad superior. Si nos
sometéis a una voluntad superior, entonces esa voluntad superior es la
proyección de nosotros mismos, pues lo real no puede ser conocido a través
de lo conocido. La verdad, lo real llega tan sólo cuando lo conocido
termina. Lo conocido es una creación de la mente, porque el pensamiento es
el resultado de lo conocido, del pasado, y el pensamiento sólo puede crear
lo que conoce; por lo tanto, lo que él conoce no es lo eterno. Por eso es
que cuando nos sometemos a la voluntad de Dios, nos sometemos a nuestras
propias proyecciones; podrá brindar satisfacción, consuelo, pero no es lo
real.
El comprender lo que es exige un proceso
diferente, tal vez la palabra “proceso” no sea exacta, pero quiere
significar que comprender lo que es resulta mucho más difícil, requiere
mayor inteligencia, mayor captación, quo aceptar simplemente una idea y
entregarnos a ella. Comprender lo que es no exige esfuerzo; el esfuerzo es
una distracción. Para comprender algo, para comprender lo que es, no
podemos estar distraídos. Si yo deseo comprender lo que tu me dices, no
puedo escuchar música; o el ruido de la gente afuera; debo dedicarle toda
mi atención. De tal suerte, es extraordinariamente difícil y arduo captar
lo que es, porque nuestro mismísimo pensar ha llegado a ser una
distracción. No queremos comprender lo que es. Miramos lo que es a través
de los lentes del prejuicio, de la condena o de la identificación; y
resulta muy arduo quitarse esos lentes y mirar lo que es. Lo que es, por
cierto, es un hecho, es la verdad, y todo lo demás es una evasión, no es
la verdad. Para comprender lo que es, el conflicto de la dualidad debe
cesar, porque la respuesta negativa de convertirse uno en algo diferente
de lo que es, es negarse a comprender lo que es. Si deseo comprender la
soberbia o la arrogancia, no debo caer en lo opuesto, no debo dejarme
distraer por el esfuerzo de llegar a ser algo, ni siquiera por el esfuerzo
de procurar comprender lo que es. Si soy soberbio, arrogante, ¿qué ocurre?
Si no le doy nombre a la soberbia o a la arrogancia, ella cesa; lo cual
significa que la respuesta está en el problema mismo y no fuera de él.
No se trata de aceptar lo que es; lo que es
no necesita ser aceptado. No aceptamos que somos negros o blancos, puesto
que ello es un hecho; sólo cuando tratamos de llegar a ser otra cosa,
tenemos que aceptar. No bien reconocemos un hecho, éste deja de tener
alguna significación; pero una mente adiestrada a pensar en el pasado o en
el futuro, adiestrada a huir en múltiples direcciones, una mente así es
incapaz de comprender lo que es. Sin la comprensión de lo que es, no
podemos encontrar lo que es real; y sin esa comprensión, la vida carece de
sentido, es una constante batalla en la que el dolor y el sufrimiento
continúan.
Lo real sólo puede ser comprendido
comprendiendo lo que es. No puede ser comprendido si hay condena o
identificación. La mente que siempre está condenando o identificándose no
puede comprender; sólo puede comprender aquello en lo que está atrapada.
El entendimiento de lo que es, la comprensión de lo que es, revela
extraordinarias profundidades en las que está la realidad, el júbilo y la
felicidad.