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EL AMOR ES
PLENITUD
El
amor, en efecto, es la mayor fuente de energía en la creación. No en un
sentido mecánico (¡no faltaría más!), sino metafísico. "El amor que mueve el
sol y las demás estrellas": así finaliza Dante su magno poema. Ultima
palabra. Primera palabra también, hacedora de existencia.
El amor quiere el bien del amado: comenzando por su existencia, inicio y
arranque de cualquier bien posterior. Hace el bien. Es el bien.
La plenitud es el amor.
Lo empleamos aquí en su acepción propia, la más vigorosa. Nada de
trivializarlo: después de Dante, sería una zafiedad. "Hacer el amor", como
ahora suele decirse, es un eufemismo hipócrita por el que muchos entienden
sencillamente el coito, cuando lo cierto es que el coito puede efectuarse
sin el menor apego afectivo al otro, cosificándolo (objeto de placer),
incluso odiándole (desfogue de violencia por vía sexual) ¿ no sería
cruelmente irrisorio hablar de "hacer el amor" a propósito de una violación?
No hay nada cuya capacidad de purificación sea comparable a la del amor. ¡Si
quieres ser puro, busca a alguien a quien amar, y deja que su amor expulse
el infierno de tu corazón! Eso es lo que hice con mi esposa. ¡Durante años,
había probado muchas disciplinas espirituales: yoga, meditación, ayuno,
silencio, Renacimiento, todo lo que se te ocurra! Y cada técnica resultó
valiosa a su manera. Pero antes de conocer a mi esposa y entregarme a la
experiencia de amarla y ser plenamente amado, nunca experimenté la pureza de
mi propia esencia.
El amor es por sí solo el máximo proceso de purificación, pues el amor es
por sí solo absolutamente puro: no puede tolerar la impureza, la enfermedad,
ni ningún tipo de negatividad, y hace aflorar todo lo que no es amor para
que pueda ser liberado. No hay más amor que el amor de Dios, pues cuando
estás enamorado te encuentras en un estado de profunda gratitud por toda la
creación. La sensación de absoluta perfección de tu corazón te abre los ojos
a todo lo que el ser de luz te ha dado.
Las disciplinas espirituales pueden ser una parte sumamente valiosa del
proceso de purificación. Cuando te dedicas a esas disciplinas, un ritual
sencillo y espiritual hace frente a tu ego. Por ejemplo, el silencio se
enfrenta al ruido de tu mente, el ayuno se enfrenta a tu adicción a la
comida, y la respiración se enfrenta a tu adicción a la falta de vida. Y sin
embargo, para experimentar el puro gozo, hay que trascender la disciplina y
llegar al amor. Como tal, la disciplina espiritual es un vehículo valido,
pero no debe ser confundido con el propio destino. Puedes llevar un caballo
al agua, pero beber lo divino es un acto de entrega y de decisión personal.
La respuesta no está en la disciplina, es decir el vehículo, sino en el
propio conductor. ¡Porque el conductor, en su meollo, es puro amor!
La
circulación del amor.
No
os preocupéis por saber si el ser al que amáis os ama también. ¿Por qué?
Porque el amor circula, pasa de uno a otro: lo recibimos y debemos darlo. Lo
que dais al ser que amáis, lo da a su vez a aquel que ama, y así se forma
una cadena, una corriente que sale de vosotros, y que de nuevo vuelve a
vosotros a través de millares de seres.
Para comprender bien
esta idea, basta imaginar que todos somos los alpinistas de una misma
cordada. Es preciso que cada uno avance y que la cuerda este tensa. Si decís
al que va delante vuestro: "Te amo, vuélvete, mírame", dificultáis la marcha
de toda la columna. Volverse para ir hacia el otro es retroceder, es aflojar
la cuerda, es impedir a los que van delante que continúen subiendo, y a los
que van detrás que sigan su marcha. Cada uno debe marchar en un sentido
único, el sentido del desplazamiento de toda la cadena. No podemos
detenernos para mirarnos y hablarnos, debemos siempre subir sin descanso,
sin desfallecer, hasta la cima.
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