|
El aprendizaje de
las habilidades cognitivas.
Las personas intelectualmente más activas, con un cociente de inteligencia
más elevado, con una mayor gama de intereses, altruistas, una mayor
perspectiva de futuro y un mayor número de contactos sociales llegan a la
vejez con una sensación más intensa de bienestar físico y psicológico.
La actividad cognitiva, en su sentido más amplio, es básica para el
sentimiento de bienestar y la salud. Los aspectos que tienen una mayor
asociación con el bienestar son la inteligencia y las actividades en grupo.
Por lo tanto, un aspecto esencial de la vejez saludable lo componen la
formación de la persona para responder apropiadamente a sus circunstancias,
a su ambiente. Es un desafío para todos el mejorar el equilibrio entre las
demandas del contexto y los recursos individuales. Los problemas comienzan
cuando las capacidades declinan debido a la edad y no la persona puede
adaptarse a su entorno, o cuando éste se vuelve más complicado y sus
recursos no le permiten responder adecuadamente al ambiente.
En estos casos, es necesario superarse, y para ello uno debe formar
practicar y entrenarse, tanto interior como exteriormente. También es
necesario trabajar para la creación de ambientes que estimulen y que
favorezcan la autosuperación. Un buen ejemplo de ello son la realización de
reuniones que tienen como objetivo el aprendizaje espiritual. También son un
ejemplo los tratamientos para entrenar a las personas mayores en estrategias
de memoria que compensen el declive natural que pueden sufrir.
Las aptitudes y las habilidades cognitivas pueden desarrollarse mediante
entrenamientos adecuados. Es posible compensar el declive en el
funcionamiento intelectual y las personas que realizan entrenamientos tienen
un menor declive intelectual.
|
|