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AUTOCONOCIMIENTO
El ser humano debe conocerse a
s í mismo,
porque el camino espiritual pasa por el autoconocimiento. Este camino es
gradual y se debe recorrer paso a paso. Cada día surge algo que no es
apropiado en la mente y en sus reacciones. Mediante el conocimiento de uno
mismo se va descubriendo aquello que hay que afirmar y aquello que hay que
superar. Pero este conocimiento requiere una aguda autovigilancia y
observación propia, para poder ver no sólo en los rasgos aparentes, sino en
lo profundo de la propia psique, explorando, incluso, ese laberinto de caos
que es el núcleo de casi todas las personas. Más allá de esta confusión se
encuentra la mente quieta y despejada, pues ésta, en su auténtico estado es
clara, inmaculada, hecha de nada, de vacío, sencilla, vacía, ininterrumpida,
incolora, no comprensible como cosa separada sino como Unidad de todas las
cosas y, sin embargo, no compuesta por ellas, de un solo sabor y
trascendente a toda diferenciación. Más allá de las divisiones y
contradicciones del intelecto hay otra luz y la visión de una verdad allí
se revela.
El ser humano est á
formado por un conjunto de capas o envolturas, como varios círculos
concéntricos a los que es común un punto central. Estas partes son el
cuerpo, la energía, la personalidad, el sistema emocional, la mente, el
inconsciente y el sí mismo o naturaleza real. En el camino hacia el
conocimiento propio, hay que ir conociendo desde la periferia hacia lo más
profundo, descubriendo tendencias, rasgos, inclinaciones, hábitos psíquicos
y reacciones emocionales y desenmascarando autoengaños,
falsos pretextos y patrones. Es el viaje de la persona aparente a la persona
real, de lo condicionado a lo incondicionado.
La mayor ía
de las personas dejan esta Tierra habiendo sido grandes desconocidas para sí
mismas a lo largo de toda su vida. Sucede a menudo que lo que parece ser es
en realidad lo que no es, porque las tendencias del ego idealizado son como
gruesos muros difíciles de pasar. Casi todo el mundo sufre autoengaños,
pretextos, temores, gran insatisfacción, conflictos internos sin resolver,
deseos, frustraciones, confusión... Pero en la medida en la que uno se va
conociendo se va transformando, pues comprueba de primera mano cómo se debe
obrar y qué es necesario modificar para librarse de los grilletes psíquicos
y propiciar una vida espiritual plena.
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