Nacimiento de la Brujería.
La brujería es tan
antigua como la condición humana. Su nacimiento tiene lugar en el mismo
instante que lo tiene la magia y la religión. Sin embargo, fue la más
desdichada de las hermanas esotéricas. Con el tiempo se la consideró como
una práctica maléfica y se la ocultó, motivo por el cual no tuvo carta de
naturaleza hasta el siglo XV, cuando se reconoció su existencia
oficialmente.
El 5 de diciembre de
1484 la Tierra todavía no era redonda para los habitantes que la poblaban;
en los confines del mundo cristiano se sabía que existía la brujería, y lo
que aún era peor: las brujas y los brujos. Precisamente por ello, en este
tiempo el papa Inocencio VIII proclamó la bula "Summis desiderantes
affectibus" (que sería conocida popularmente como "canto de guerra del
infierno") a la vez que se publicaba el Maellus maleficarum o
"Martillo de herejes", un libro de texto escrito por dos inquisidores
dominicos de Alemania y a través del cual la Iglesia reconocía oficialmente
la existencia de la brujería. Este reconocimiento se resumía en tres
conclusiones:
1
La brujería es una realidad.
2
La brujería se funda en un pacto con el Diablo.
3
El pacto se basa en la negación de la fe cristiana.
De este modo dio
comienzo la creencia oficial cristiana en los poderes del maléfico
personificados sobre la Tierra, y así fue como se reconoció en el mundo que
pululaban por doquier brujos y brujas.
Aunque empezó siendo
considerada por la Iglesia una herejía entre tantas, acabó acaparando todo
lo relativo a lo maléfico y lo oculto (las artes adivinatorias, la magia
negra, la hechicería, el curanderismo, los heterodoxos y hasta el
satanismo). La clásica imagen horrible que nos ha llegado de la brujería fue
una realidad a lo largo de los siglos XV y XVII, doscientos años en los que
realmente se manifestaba de la forma más violenta, sangrienta y terrible que
pueda imaginarse.
Naturalmente, el
reconocimiento oficial de la existencia de la brujería conmocionó al mundo
cristiano, pues en ella hallaba un nuevo y poderoso enemigo. Las medidas que
adoptó la Iglesia no pudieron ser más descabelladas: sólo durante la primera
mitad del siglo XVII se condujo a la hoguera indiscriminadamente entre
250.000 y 300.000 personas en toda Europa, acusadas de practicar la
brujería. Pero ¿existía realmente en aquel momento la brujería? ¿eran
auténticas aquellas brujas o inocentes víctimas?, y en el caso de que
hubiese brujas: ¿llegaron a establecer pactos reales con el Diablo?

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