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EL CAPITALISMO
La explotación del ser humano por razones económicas es una razón más dentro
del amplio abanico de motivos por los que se oprime a la humanidad.
A lo largo de toda la historia se ha perpetuado la
dominación de una minoría privilegiada sobre una mayoría desposeída y
sometida. Esto supuso la apropiación desigual de los medios de producción y
de los bienes de uso, lo que dio origen a la propiedad privada y la
explotación del ser humano por el mismo ser humano.
Esta situación de desigualdad que padece la humanidad es
una aberración, que es sostenida y protegida por la monopolización de la
llamada “violencia legítima” -mediante la coacción por medio de la fuerza-
que se encuentra en manos de estas minorías que se instituyeron a sí mismas
como poder “legítimo”.
El Poder mantiene su status obstaculizando al ser humano
obrar espiritualmente y anulando su capacidad de autodeterminación. Alcanza
tal nivel de sometimiento ayudado por mecanismos autoritarios que él mismo
instituye en la sociedad y que modelan la conciencia de las personas. A
través de sus instituciones crea ficciones sociales que aplican la coacción
física y psíquica, tales como los aparatos militares y policiales, las
religiones, los sistemas educativos, los estados, los gobiernos, la familia,
la ciencia, la moral, etc.
La
concentración de poder que se sustenta en la propiedad privada ha extremado
estas condiciones inhumanas en lo que es el sistema capitalista, que no deja
un solo espacio de la Vida que no esté sometido a su poderío. El desarrollo
tecnológico y la apropiación de los medios de producción son los pilares del
sistema capitalista. El mismo Sistema genera y reproduce las condiciones de
explotación que lo perpetúan, pues se nutre de la pobreza de miles de
millones de personas, la degradación ecológica de la Tierra, el trabajo y el
sufrimiento de muchos para producir la riqueza de unos pocos.
El Poder se sustenta en la autoridad, la jerarquía, el
Estado y el capitalismo. El poder implanta el capitalismo y con él una
escala de valores pervertida. Esta escala de valores depravada y corrompida
que el Poder establece coloca a la humanidad por debajo de la propiedad. La
explotación del ser humano por el mismo ser humano es expresión más certera
del sistema de valores que sostiene al capitalismo.
El capital, que es una pura invención de la mente, que
únicamente tiene la realidad que el ser humano le quiera dar, emplea y
destruye al mismo ser humano, a su vitalidad y creatividad. Dentro de la
escala de valores capitalista, el capital está por encima que la mano de
obra, la acumulación de riquezas se encuentra en un escalafón más alto que
el ejercicio de una vida espiritual.
El capital da empleo al trabajo, no el trabajo da empleo
al capital. La persona que posee capital posee también autoridad y manda
sobre la persona que “solo” posee su vida, sus habilidades humanas, su
vitalidad y su productividad creadora. Las “cosas” valen más que las
personas. El conflicto entre el capital y el trabajo es mucho más que un
conflicto entre dos clases, más que una lucha por una porción mayor del
producto social. Es un conflicto entre dos principios de valor: el del mundo
de las cosas, y su acumulación, y el mundo de la vida y su productividad.
El capitalismo sólo valora la persona como poseedora de
determinada cantidad de mercancía llamada "potencial laboral", en otras
palabras, el ser humano representa para el capitalismo un mero objeto. En
vez de ser valorada como una persona, como un ser humano único con valor
moral y espiritual intrínsecos, para el capitalismo sólo cuenta el precio
que cada uno tiene –que depende del beneficio económico que puede sacar de
él.
Esta desvalorización del ser humano toma cuerpo
especialmente el trabajo, donde pasa tanto tiempo. Significa una agresión
que afecta a su auto-imagen y que, a su vez, se refleja perjudicialmente en
otras áreas de su vida. Si uno es visto como mercancía en el trabajo, uno
llega a verse y a ver a los demás de la misma manera. De esta forma, todas
las relaciones sociales y todas las personas quedan atrapadas en una escala
de valores mercantilista.
Bajo el capitalismo, literalmente no hay nada sagrado,
"todo tiene un precio", ya sea la dignidad, el amor propio, el orgullo, el
honor, todo se convierte en mercancía a la venta. Tal rebaja produce un buen
número de patologías sociales. El consumismo es un ejemplo de la
mercantilización del ser humano bajo el capitalismo.
Ya no se suele tener una relación personal con las cosas
que una persona utiliza. En esa relación personal los objetos “adquieren” la
personalidad de quien las emplea. Ahora, las cosas se poseen para usar y
tirar. También se considera así a las personas, como cosas a las que usar
para el propio beneficio y cuando no sirvan tirar, como mercancía que se
encuentra en el mercado labora y que no pueden tener personalidad propia.
Sin embargo, el ser humano aún siente la necesidad de
tener y de ejercer una personalidad propia, fruto de una vida enteramente
espiritual. Es una profunda necesidad, un enorme vacío que trata de llenar
consumiendo. La ilusión de felicidad, de que sentirá su vida completa si
obtiene un objeto más, le lleva a consumir. Desgraciadamente, puesto que los
bienes no son más que cosas, no puede proveerse de un substituto ni de la
personalidad ni de una vida espiritual, y así el consumo tiene que
reanudarse una y otra vez. Este proceso, por supuesto, esta alentado por el
Poder, que trata de convencernos para que compremos lo que no necesitamos,
porque esto nos hará más populares, sexys, felices, libres, etc.
Pero, en realidad, esas necesidades no pueden
satisfacerse por el consumo, por la compra de objetos materiales. Esas
necesidades, tan profundas, sólo pueden satisfacerse ejerciendo una vida
espiritual. Sólo entonces se produce un intercambio en la comunidad basado
en valores humanos, fundamentado en el trabajo creativo y autogestionado.
Por supuesto, esto no quiere decir que se deba estar en
contra de niveles de vida más altos o en contra de los bienes materiales. Al
contrario, la libertad y una buena vida sólo son posibles cuando uno no
tiene que preocuparse de tener alimento suficiente, domicilio decente ni de
cubrir las demás necesidades básicas. Libertad y 8 horas de trabajo diarias
no son compatibles, como tampoco lo son la igualdad y la pobreza o la
solidaridad y el hambre. Sin embargo, el consumismo es una aberración
causada por la ética inhumana y enajenante del capitalismo, que ayudado por
la ignorancia, la falta de personalidad, dignidad y espiritualidad del
rebaño, aplasta a la humanidad.
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