El salto a Marte parece estar estrechamente vinculado con la decisión de
iniciar sobre el terreno la ofensiva del Nuevo Orden Mundial. Y si como se
ha comprobado el motivo no es militar, ni económico, ni científico, sólo
puede ser político. Pero, ¿qué relevancia política tan notable puede tener
dicho planeta para el Nuevo Orden Mundial en fase de consolidación,
después de una cuidadosa planificación y preparación?
Recapitulemos. No fue este presidente, sino su padre
quien anunció solemnemente un Nuevo Orden Mundial en 1990. Ya hace más de
una década –antes de Bill Clinton- que los cerebros de la actual
administración Bush ya habían declarado, e incluso filtrado
deliberadamente a la prensa, cuáles serían los objetivos y las líneas
maestras de la actual política, destinada a convertir a E.E.U.U en la
única superpotencia hegemónica a escala planetaria, incluyendo la
advertencia de que recurrirían a “guerras preventivas” para que cualquier
otro estado “ni siquiera pudiera soñar con desarrollar un poder militar
capaz de oponerse a su liderazgo”.
Como
es evidente, lo que anunció al mundo hace tantos años tuvo que decidirse
mucho antes. Para algunos, esto indica que, detrás de las sucesivas
administraciones republicanas y demócratas, existe una instancia que
realmente es la que da coherencia a la política de E.E.U.U a muy largo
plazo. El presidente y sus hombres no serían sino los rostros visibles de
ese poder en la sombra. Pero ellos no habrían tomado la desición de lanzar
el Nuevo Orden Mundial. Y tampoco la de dar un impulso decisivo a la
aventura de la conquista de Marte en paralelo. Las dos operaciones ya
habrían estado en la agenda secreta de ese poder en la sombra. Y esta
agenda se asociaría a la transformación de E.E.U.U en la única potencia
hegemónica a escala planetaria.
Quizá, ese sería el primer paso para posteriormente
hacer “sabedora” a la opinión pública mundial de “que no estamos solos en
el Universo”. Con lo cual ellos, como potencia hegemónica se arrogaría los
poderes de gobierno mundial.
El objetivo Marte, abordado en paralelo a la conquista
de la Luna como primer paso de la carrera espacial en los años sesenta,
adquirió todo el protagonismo en los mismos años en que los presidentes de
E.E.U.U empezaron a anunciar ante la opinión pública la inminencia del
Nuevo Orden Mundial. El proyecto hegemónico ya se encontraba estampado en
el billete de un dólar, diseñado en 1934 por altos cargos de la
administración de F.D. Roosevelt. Pero apareció en la agenda política como
un proyecto oficial en 1968, cuando Nelson Rockefeller lo incluyó en su
campaña como aspirante a la presidencia de los estados Unidos. Jimmy
Carter lo reiteró en 1976. George Bush padre volvió a insistir en ello
cuando aún era vicepresidente de la administración Reagan. Y siendo ya
presidente, en 1990 declaró públicamente que la Guerra del Golfo señalaba
el comienzo de esta operación para consolidar una globalización regida por
E.E.U.U.
Pero, ¿qué tienen en común Marte, la Luna y el Nuevo
Orden Mundial? Como ya hemos comentado anteriormente, algunos piensan que
la Humanidad está siendo preparada psicológicamente para el anuncio
oficial de que se ha establecido contacto con una civilización
extraterrestre. Con lo cual y como potencia mundial ellos tendrían la
representación oficial de “gobierno terrestre”. Otros creen que se trata
del desarrollo de un ambicioso proyecto ocultista, cuya supuesta finalidad
sería inaugurar una Nueva Era en la Tierra.
A primera vista, parecen teorías delirantes. Pero
examinemos sin prejuicios esta polémica cuestión. Como dicen los
científicos, el punto de partida deben ser los hechos. Y posteriormente,
alcanzaremos a ver el guión que entrelíneas se adivina.
Todo indica que existió una voluntad de hacer coincidir
la ofensiva militar de este Nuevo Orden Mundial en Oriente Próximo con la
promoción a escala planetaria del interés por Marte en la conciencia
colectiva. La gran operación destinada a consolidar “la aldea global”
protagonizaba la escena terrestre, mientras en desembarco en el Planeta
Rojo acaparaba el escenario celeste.