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EL CONOCIMIENTO PROPIO
El conocimiento propio es un proceso, no es un fin en sí mismo; y para
conocernos debemos estar atentos a nosotros mismos en la acción.
Para que uno pueda
transformarse es esencial que se conozca. Uno debe conocerse tal como es, no
cómo quisiera ser, lo cual tan sólo es un ideal y, por lo tanto, algo
ficticio, irreal; sólo lo que es puede ser transformado, no lo que uno
desearía ser.
Conocernos tal como
somos requiere una vigilancia extraordinaria de la mente, porque lo que es
experimenta modificaciones, cambios constantes; y para poder seguirlos con
rapidez, la mente no debe estar atada a ningún dogma, a ninguna creencia, a
ningún modo de acción. Si uno quiere ir en pos de algo no es bueno estar
atado. Si soy codicioso, envidioso, violento, de poco vale que tenga
meramente un ideal de no violencia, de no codicia...
La comprensión de lo que
somos, el comprender sin distorsión alguna lo que en realidad somos, es el
principio de la virtud. La virtud es esencial, porque ella nos brinda
libertad.
El conocimiento propio
es el descubrimiento, de instante en instante, de las modalidades del "yo",
de sus intenciones, actividades, pensamientos y apetitos.
No se puede tratar de
obtener lo eterno, la mente no puede adquirirlo. Se manifiesta a sí mismo
cuando la mente está quieta, y la mente sólo puede estar quieta cuando es
sencilla, cuando ya no acumula, no condena, no juzga ni sopesa. Sólo la
mente sencilla puede comprender lo real; no así la mente repleta de
palabras, conocimientos, informaciones. La mente que analiza, que calcula,
no es una mente sencilla.
Entiendo por "conocerse
a sí mismo" conocer cada pensamiento, cada estado de ánimo, cada palabra,
cada sentimiento; conocer la actividad de la propia mente.
Sin conocerse a sí mismo
no es posible el estado de meditación.
Es importante comprender
qué es este conocerse a sí mismo: simplemente es estar atento, sin opción ni
preferencia alguna, al "yo", el cual tiene su origen en un haz de recuerdos;
sólo estar conscientes de él sin interpretarlo, tan sólo observar el
movimiento de la mente. Sin ningún fin ni idea o creencia.
El conocimiento propio
surge cuando estamos atentos a nosotros mismos en la relación, la cual
revela lo que somos de instante en instante. La relación es un espejo en el
cual podemos vernos tal y como somos realmente.
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