LA CONSPIRACIÓN DEL ORO NEGRO
Suenan tambores de guerra. Una lluvia de proyectiles sin precedentes está
cayendo sobre Irak, país que según Estados Unidos serviría de cobijo y
amparo a la organización terrorista AL Qaeda. Pero esa es sólo la “versión
oficial”, porque la realidad es otra bien distinta: supuestos enemigos
como Saddam Husein, George Walker Bush y Bin Laden comparten muchas más
cosas de las que nos imaginamos...
En 1976, una empresa petrolífera entró con fuerza en el siempre turbio y
farragoso mercado de los recursos energéticos. Se llamaba Arbusto Energy,
y su presidente era George Bush hijo, el actual inquilino de la Casa
Blanca y el hombre que ha puesto al mundo entero en pie de guerra contra
el terrorismo internacional. Quizá esto no les diga nada... Pero si
conocemos que el principal inversor en aquella compañía tejana se llamaba
Salem Bin Laden (véase “La estrategia del gobierno oculto”), es probable
que empiece a sospechar algo, porque aquel hombre era el hermano de Osama
Bin Laden, el individuo que según Washington es el responsable de los
terribles atentados del 11-S.
Comenzaba entonces una estrecha
relación que uniría hasta la eternidad a dos de los clanes más poderosos
del planeta.
A un lado, el emporio Bush, cimentado sobre los negocios petrolíferos que
un buen día –allá cuando el mundo asistía a la Segunda Guerra Mundial-
comenzó a gestar Prescott Bush, el abuelo del actual presidente, a quien
el gobierno tuvo que sancionar por negociar la venta de petróleo a la
empresa nazi Luftwaffe.
Y
al aotro lado, el gigantesco imperio creado por Mohammed Awad Bin Laden,
padre de Osama, que en aquellas mismas fechas ofreció al rey Saud de
Arabia saudí edificar en RIAD un magnífico Palacio Real. La fabulosa obra
fue recompensada con un contrato de por vida, gracias al cual, la empresa
Bin Laden Group sería la beneficiaria de todos los contratos de obras
públicas en los centros religiosos de Medina y La Meca.
Los Bush lograron reconciliarse con el poder americano gracias a la
amistad de Prescott con John Foster Dulles –director de la CIA en los
tiempos de la muerte de Kennedy-, al que llegóa a convencer para que su
hijo, entonces ejecutivo de una de sus empresas petrolíferas, se
convirtiera en agente secreto. Una de las primeras misiones de George Bush
padre fue la de coordinar en 1961 el asalto de Bahía Cochinos en Cuba...
Década y media después alcanzaría el cargo de director de la CIA, años
antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos de América.
Pactos
Ahí se cruzan los caminos de ambas familias. A partir de ese momento, todo
el entramado financiero de ambos clanes parece circular sobre la misma
senda. Junto a ellos aparecen unos personajes oscuros que se subieron al
mismo carro y “sobrevivieron” en el enmarañado mundo de los negocios hasta
el punto de formar parte del privilegiado sector que ha obtenido unos
beneficios incalculables tras los atentados del 11-S, que se incrementarán
hasta lo inimaginable si Estados Unidos logra destronar a Saddam Husein y
se hace con el contro del petróleo irakí.
Uno de aquellos individuos es Khaled Bin Mahfouz. En todo el mundo sólo
hay 250 hombres más ricos que él. Su fortuna personal es de 1.000 millones
de dólares. Comenzó a cimentarla cuando en 1987 adquirió el 11% de las
acciones de Harken Energy, empresa de la que George Bush hijo era el
principal accionista. Gracias al apoyo del clan presidencial adquirió el
aeropuerto de Houston. También se convirtió en uno de los tres dueños del
BCCI, Banco Internacional de Crédito y Comercio, entidad que se vió
envuelta en un entramado de escándalos –tráfico de armas, blanqueo de
dinero, desvíos de fondos, etc- que provocó su cierre.
Bin Mahfouz se casó con la hermana de Bin Laden. A nadie le llamó la
atención... Tampoco extrañó a ningún mortal que aportara sus recursos
económicos y humanos a la sociedad Carlyle (ver el tema “La estrategia del
gobierno oculto”) a través del Banco Comercial de Pakistán, del cual Bin
Mahfouz es dueño. Y eso que el líder de Carlyle no es otro más que George
Bush padre. Sumemos a esto que en 1995 el Bin Laden Group entregó para su
gestión varios millones de dólares a Carlyle... También, en ese mismo año
aparece como dueño del Banco Nacional de Comercio de Sudán, precisamente
cuando Bin Laden vive allí. No mucho después, el FBI acusó a Bin Mahfouz
de ser una de las fuentes de financiación de Al Qaeda. E insistó: a nadie
le inquietó que este aliado de Bin Laden fuera compañero de negocios de la
familia Bush. Y en el colmo de lo rocambolesco, la empresa Delta Oil,
propiedad de Bin Mahfouz, se ha convertido en la segunda más representada
en el consorcio Centgas, que gracias al apoyo del actual gobierno de
Estados Unidos construirá los gaseoductos que atraviesen Afganistán y que
tras el bombardeo del país se convertirán en realidad. Curiosamente, para
una empresa de Delta Oil trabaja el presidente de la comisión
independiente nombrada por Bush hijo y que deberá aclarar los puntos
oscuros en la actuación de la administración norteamericana que desembocó
en los atentados de Nueva York y Washington el 11-S. Todo queda entre
amigos.
El verdadero motivo.
Otro de los personajes de la trama es James R. Bath, amigo del actual
presidente estadounidense desde los años sesenta, cuando ambos
compartieran barracón en la Base Aerea de Texas. Nunca dejaron de ser
amigos. Al abandonar el Ejército, Bush comenzó a abrirse hueco en el mundo
del negocio petrolero en pequeñas empresas de las que es dueño y amo; la
primera de ellas fue la mentada Arbusto Energy. Su amigo Bath le apoyó; se
había convertido en testaferro de importantes hombres de negocios y
adquirió a través de uno de ellos el 5% de la empresa. Ese capitalista en
la sombra no era otro sino Salem Bin Laden, el hermano del terrorista más
buscado, y socio, por tanto, del propio clan Bush... ¡qué cosas! Un último
dato: Salem falleció en 1988 en un extraño accidente de aviación mientras
sobrevolaba los pozos petrolíferos de texas. Entonces, tras el
fallecimiento, James R. Bath se convirtió en el hombre de confianza del
anteriormente mencionado Bin Mahfouz.
Por cierto, en Carlyle formaron parte desde el principio algunos de los
hombres vinculados al BCCI. Uno se llama James Baker, que en su momento
fue Secretario de Estado con George Bush y que en la actualidad divide su
tiempo entre los fructíferos negocios de Calyle y la compañía petrolera
BP, que ha logrado el contrato para la construcción de uno de los
oleoductos que partirán del entorno del Caspio, entre Bakú (Azerbaiyán) y
Ceyhan (Turquía), circunstancia que sólo ha sido posible tras la
intervención bélica en Afganistán, ordenada por Bus, que llegó a la
presidencia gracias a la campaña electoral de la que Baker fue portavoz...
Partiendo de infinidad de circunstancias como las citadas, que sólo son
una pequeña muestra, y tras analizar las inoperantes medidas de seguridad
que facilitaron a los terroristas de Al Qaeda atentar en Nueva York,
periodistas de investigación como Thierry Meyssan –autor del libro “La
gran impostura”- sospechan que todo lo ocurrido en el mundo en los últimos
años no es más que la puesta en escena de una falsa confrontación entre
los Bush y Bin Laden que no tendría otro objetivo más que reorientar la
política petrolera mundial a favor de los intereses del sector energético
de los estados Unidos.
A arriesgadas conclusiones como las citadas se puede llegar tras conocerse
lo ocurrido entre el 4 y el 14 de julio del 2001, apenas dos meses antes
de los atentados que iniciaron el golpe de estado mundial encubierto.
Durante esos días, Osama Bin Laden sufrió un problema de salud relacionado
con su enfermedad renal. Estuvo ingresado en el Hospital Americano de
Dubai... Además, tal y como pudo contrastar en equipo de investigación del
diario Le Figaro, durante esos días no sólo recibió la visita de varios de
sus familiares –teóricamente, según fuentes oficiales no mantiene tratos
ni contacto con ellos- sino la del agente local de la CIA en Emiratos
Árabes Unidos, con el que mantuvo una larga reunión. Sin duda, si esta
información es cierta todo lo que creemos en torno a Bin Laden podría ser
una tapadera.
En la actualidad, la presión sobre Irak por parte de Estados Unidos se
justifica en los presuntos vínculos existentes entre el régimen de Saddam
Husein y la organización terrorista Al Qaeda. Sin embargo, si echamos las
vista atrás, las aseveraciones del entorno de Bush parecen forzadas en
exceso. De hecho, y mientras duró la guerra entre Irak e Irán durante los
años setenta y ochenta, los servicios secretos norteamericanos, en los que
ocupaba un cargo más que prominente Bush padre, no dudaron en prestar
cobertura a Irak, que fue durante todo ese tiempo el aliado en la región
de Estados Unidos. El régimen de hoy considerado allende los mares un
fanático religioso era para los dirigentes estadounidenses un soplo de
laicismo que controlaría el exarcebardo sentimiento islámico de países
como Irán. Entre otras cosas, Estados Unidos logró que en 1982 Irak dejara
de formar parte de la lista de países que financian el terrorismo. Sin
embargo, la CIA facilitó los medios para que Saddam esparciera armas
químicas sobre su propia población.
La historia moderna del planeta cambió el 2 de agosto de 1990, cuando la
Guardia republicana de irak entró con decenas de miles de hombres en
Kuwait. Tal y como revela el periodista Bob Woodward en su excelente obra
Los comandantes, la invasión no cogió por sorpresa en Washington. Los
informes del Pentágono llevaban días alertando, en función de fotografías
tomadas por satélites, que una enorme cantidad de soldados irakíes tomaban
posiciones frente a Kuwait.
Cuando la invasión se concretó, Estados Unidos se alzó como garante de las
libertades y exigió –con ultimátum incluido- la retirada de las tropas de
Saddam Husein. Pero no era el yugo que acababa de caer sobre el pequeño
emirato lo que inquietaba a Washington. Lo que temían era el petróleo... y
es que aquellos informes señalaban que el número de hombres empleados por
Saddam en la afrenta era muy superior al que necesitaba para atacar a
Kuwait. El miedo a que aquellas tropas entraran en Arabia Saudita –de
dónde proceden el 20% del petróleo consumido por Estados Unidos y sin el
cual el país no podría salir adelante- fue lo que motivó la reacción de
Estados Unidos, Kuwait y... Osama Bin Laden. ¿acaso una aliado de Saddam?
En absoluto. Bin Laden consideraba a Saddam cómo un enemigo y se plantó en
RIAD para hablar con el rey Fahd, al que ofreció su guerrilla de élite de
30.000 hombres para luchar contra Saddam. Arabia matizó la ayuda de Osama
Bin Laden y su servicio secreto –encabezado por el príncipe Turki Al
Faisal, un amigo de juegos en la infancia desaconsejando la ayuda del hoy
buscado terrorista. Aún así, el Bin Laden Group obtuvo un extraordinario
beneficio del conflicto, ya que al imperio familiar se le encargó –y es
que hay paradojas que conviene tener presentes- la construcción de los
campamentos y bases norteamericanas en Arabia Saudí. Además, el Bin Laden
Group se hizo con parte de los derechos de reconstrucción de Kuwait tras
la batalla final de la que fue denominada Operación Tormenta del Desierto.
Aún así, la ruptura entre Osama Bin Laden y Arabia se produjo cuando aún
acabado el conflicto las tropas norteamericanas permanecieron en Arabia,
un lugar santo que para Osama Bin Laden no podía ser ocupado de forma
permanente por “infieles”.
En todo caso, una vez más, tras la guerra no hay sino una segunda parte de
la operación iniciada en Afganistán. Si se derroca al gobierno de Irak y
en lugar de Saddam se sitúa un hombre implicado en los intereses
económicos de Estados Unidos, se logrará abrir una segunda vía de salida
para los oleoductos que partan de la cuenca del Caspio, en concreto los de
Arzebaiyán. Al tiempo se controlaría la explotación de los pozos irakíes,
crudo de bajo coste de extracción y de amplio mercado conforme a su
calidad. Algunos analistas ya identifican a las empresas que se harían con
tan apetecible porción del pastel que quedaría tras el conflicto. Sa trata
de Halliburton Corporation, empresa que presidió el actual vicepresidente
de los Estados Unidos –Dick Cheney-, y de Chevron Texaco, que entre sus
asesores contó antes de desembarcar en política la actual Consejera de
Seguridad Nacional –Condolezza Rice-. Precisamente, fue Cheney quien
autorizó la matanza de shiíes que llevó a cabo Saddam en marzo de 1991 “en
aras de la estabilidad”, comenta irónico el lingüista Noam Chomsky, una de
las mentes más lúcidas del siglo y que se ha erigido en los últimos
tiempos en el azote de las posturas belicistas. “No olvidemos que hasta la
invasión de Kuwait, Estados Unidos armó a Irak y siguió ayudando a Saddam
aún dspúes de sus crímenes más horrendos”. Por ejemplo, cuando esparció
armas químicas entre los kurdos...
El panorama mundial está en pleno cambio y la situación geopolítica que
llega presenta un panorama diferente, incluso más allá de los intereses
meramente financieros. Óscar René Vargas, autor del libro “Globalización”,
asegura que “el 11-S ha sido el pretexto para colarse en el estratégico
patio trasero de China. Los Estados Unidos ya controlan el Golfo Pérsico,
no tanto por necesitar petróleo, sino porque el control de las necesidades
de los demás significa poder. Desde que la URSS no existe y el territorio
antes virgen de la cuenca del Caspio se ha abierto a la explotación
internacional, esa zona se integra en la ecuación geopolítica de controlar
para dominar a quienes dependen de ella”. Horrible... ¿cómo no se va a
gritar NO a la guerra?
Bueno, claro está que quienes dan el SI a la guerra tendrán un trozo en
este pastel. ¿Recuerdan la visita del hermano de George Bush recientemente
a España? Ya dejó bien claro que para España esta “amistad” con los
Estados Unidos le será muy provechosa. No lo dudamos. ¿Nos apostamos algo
a que nuestra petrolera nacional, REPSOl, tiene algún “campito” nuevo que
explotar en Irak al final del conflicto? Tiempo al tiempo, y eso solo será
lo evidente.
El teatro de una farsa
Los atentados del 11-S pusieron en bandeja a Estados Unidos el asalto a
las fuentes petrolíferas más prometedoras del planeta. Afganistán fue
bombardeada y el gobierno tirano de los talibán derrocado, pero los
supuestos responsables de los atroces crímenes –Bin Laden y el mulá Omar-
lograron huir... Lo que no se escapó fue el petróleo.
Acto I: En busca de las reservas petrolíferas del Caspio.
A comienzos de los noventa, una empresa argentina –Bridas- descubre el
enorme potencial de los pozos de petróleo y de gas de las repúblicas de la
cuenca del Caspio –Arzebaiyán, Uzbekistán, Turkmenistán y Kazajstán-.
Será posiblemente, la reserva más importante del siglo XXI. Se calcula que
un país como Turkmenistán estará en condiciones de exportar cerca de cinco
millones de barriles de crudo cada día, lo que lo situará entre los
primeros países productores de petróleo.
Acto II: UNOCAL entre en escena.
La empresa Unocal se engancha al carro de Bridas y durante años –hasta
1998- luchará por conseguir cerrar un contrato con los talibán, que se
perfilan como los vencedores de la guerra civil que se libra en
Afganistán. ¿Por qué es tan importante este país? Sencillo: se convierte
en el lugar obligado de paso para los oleoductos que en un futuro partan
desde el Caspio hacia Pakistán y de ahí hasta el Índico. La empresa
norteamericana calcula que esa ruta ofrecerá unos beneficios de cientos de
millones de dólares todos los años.
Acto III: Los Talibán encuentran apoyo en Estados Unidos.
En contra de lo que George Bush a transmitido y de la creencia
generalizada, Estados Unidos, que decidió dar cobijo diplomático al
proyecto de Unocal, respaldó el contestado movimiento islámico de los
talibán, que son acusados en todo el mundo por repetidas violaciones de
los derechos humanos. Más aún: Robin L. Raphel, delegada en Asia del Sur
del Departamento de Estado calificó en la ONU al movimiento talibán como
“autóctono” y “original”. “No tenemos nada que objetar frente a ellos”,
añadió la portavoz del citado departamento, Glyn Davies. Cuando los
talibán conquistaron Kabul en 1996, un portavoz de Unocal aseguró: “Ahora
será más fácil poder alcanzar nuestro objetivo de construir en Afganistán
un gaseoducto que una el Caspio y Pakistán”.
Acto IV: La lucha por un contrato.
La lucha entre Bridas y Unocal por obtener licencia de los talibán para
abrir la nueva ruta petrolera acabó inclinándose a favor de los
norteamericanos. Para facilitar la resolución del contrato con los talibán
se constituye Centgas, un consorcio de empresas lideradas por la propia
Unocal y con destacada participación de la compañía saudí Delta Oil.
Casualmente, el dueño de esta última corporación fue acusado en 1998 por
las autoridades policiales norteamericanas de mantener vínculos con Al
Qaeda. Se trata de Khalid Bin Mafhouz, un multimillonario casado con la
hermana de Bin Laden. El extraño e incomprensible juego fue denunciado por
el presidente de Bridas, que en sus únicas declaraciones públicas
efectuadas tras el 11-S aseguró que “al FBI no le dejaron investigar sobre
Al Qaeda para que no se conociera que entre las compañías petroleras de
Estados Unidos, los republicanos y los dignatarios de Texas hay una
extensa historia de amor”. Y es que –otra vez sospechosamente- el
principal accionista de Harken Energy, empresa de la que fue dueño George
Bush hijo, fue nada más y nada menos que Bin Mafhouz.
Acto V: El proyecto se paraliza, por el momento...
La presión internacional sobre los talibán y varias decisiones en los
tribunales a favor de Bridas en su contencioso por hacerse con los
derechos sobre la explotación de los pozos de Turkmenistán, se
convirtieron en una muralla insalvable para la ejecución del proyecto de
Centgas. Un informe presentado en febrero de 1998 por Unocal al Congreso
de los Estados Unidos urgía a actuar “en la búsqueda de un gobierno
estable en Afganistán que permita la materialización del proyecto”. La
política norteamericana hacia los talibán cambió; ayudo lo suyo Bin Laden,
a quien se le acusó de los atentados que en agosto de 1998 destruyeron las
embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. Sólo entonces la figura
del terrorista saudí se convierte para el FBI en el enemigo público nº 1
de Norteamérica. Tras los atentados del 11-S, Estados Unidos invadió
Afganistán y en cuestión de semanas los talibán, a los que antes habían
apoyado, desaparecieron del mapa.
Acto VI: ... y Estados Unidos se hace con el petróleo.
Tras la invasión, y por mediación de Estados Unidos, ocupó la presidencia
de Afganistán Hamid Karzai, un antiguo muyahidin que a mediados de los
noventa se había convertido en un alto ejecutivo de la empresa Unocal...
¿Casualidad? Semanas después, el 31 de diciembre de 2001, Estados Unidos
nombró embajador en Kabul. El encargado de ocupar el cargo responde al
nombre de Zalmay Khalizad, empresario y político de larga trayectoria que
en 1997 fue contratado por Unocal para entablar negociaciones con los
talibán... ¿Casualidad? Casi un año después, Henry Kissinger, máximo
responsable de los operativos de los servicios de inteligencia durante los
años setenta, fue nombrado presidente de la comisión oficial independiente
que debía aclarar en el Congreso de los Estados Unidos los puntos oscuros
relativos a los fallos de seguridad que precedieron a los atentados del
11-S.
(véase el tema “El nuevo orden mundial”). Días después cesó en el cargo,
porque al parecer, sus negocios entraban en conflicto con la objetividad
que debiera imprimir a los trabajos de la comisión. Curiosamente, en 1994
Kissinger había trabajado como representante internacional de Unocal...
¿Casualidad? A Kissinger le sustituyó al frente de la comisión Thomas
Kean, que fue nombrado el 19 de diciembre de 2002. Sin embargo, Kean es el
presidente de Delta-Hess, una empresa petrolífera vinculada al consorcio
Centgas, ya que pertenece a la saudí Delta Oil, propiedad de Bin Mahfouz,
socio de George Bush desde los años setenta y cuñado de Bin Laden...
¿Casualidad? Y el 22 de diciembre de 2002, Hamid Karzai y los presidentes
de Turkmenistán y Pakistán firman un acuerdo para abrir la tan llevada
ruta del petróleo a través de Afganistán para que las empresas vinculadas
a Centgas comiencen a construir el gaseoducto... ¿Casualidad?
Queridos amigos, esto no es solo una guerra por hacerse por la explotación
de unos campos petrolíferos y los gaseoductos. Esto es la implantación del
nuevo orden mundial. Las relaciones internacionales que rigen nuestro
planeta desde 1945 se tambalean. Rusia, China, Francia y Alemania entre
otros, saben, que el nuevo orden mundial les subyuga a un papel secundario
frente a la gran vedette... Estados Unidos.
Si se inicia el conflicto armado contra Irak si una resolución de la ONU,
Occidente quedará dividido y la única salida para el devenir internacional
será la de formar bloques de “amigos”. Los bloques ya han quedado bien
evidentes con la posición frente al problema irakí.
Amigos, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
Bruno Cardeñosa
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