CUENTOTERAPIA
El
gran poder de transformación personal que poseen los cuentos no ha perdido
vigencia.
Niños y mayores
pueden aprovecharse de sus valiosos mensajes para crecer y despertar a la
conciencia de sí mismos.
Beneficios de
los cuentos:
* Introducen a los pequeños en el mundo de la literatura.
* Estimulan y guían
la imaginación.
* Fomentan el
diálogo con los padres, así como la cultura y la inteligencia emocional.
* Potencian la
creatividad.
* Ayudan a
enfrentarse a las adversidades de la existencia.
* Inculcan valores
necesarios al imprimir las huellas del comportamiento de la conciencia.
* Ayudan a los
niños a adquirir autonomía y madurez a medida que van creciendo.
* Enseñan hábitos
saludables.
* Si son realmente
terapéuticos curan sentimientos negativos o penas interiores (separación
de los padres, nacimiento de un hermanito).
* Consuelan ante lo
irremediable (muerte de seres queridos, ya sean familiares, animales o
amigos).
* Pueden
desmitificar (reírse de los cocos, por ejemplo).
* Ayudan a los
adultos a establecer una comunicación con su niño interior y a
desbloquear, y resolver problemas anclados en la infancia.
Esta actividad -tan de moda en otros tiempos y erróneamente arrinconada
por muchos padres modernos- está recobrando nuevos bríos.
Parte del interés de los libros de cuentos no radica sólo en las historias
que proponen sus autores para ayudar a los niños a superar traumas, dudas,
dificultades y angustias, sino también en las fórmulas sencillas que
aporta para que los niños tengan un sueño apacible y se vayan a la cama
contentos y tranquilos, sin pataletas. Así se les ayuda a adquirir
autonomía y madurez a medida que van creciendo, además de favorecer que se
relajen y les resulte más fácil conciliar el sueño. Para obtener el máximo
beneficio de la cuentoterapia es preciso que los niños sigan determinadas
prácticas rutinarias que en poco tiempo terminaran por convertirse en
hábitos.
Aprender a
dormir.
• Los niños aprenden a dormir mediante asociaciones. Por ello, no hay que
castigarles enviándoles a la cama si hacen alguna trastada. Asociarán la
cama con el castigo, es decir, con algo negativo y traumático. En cambio,
son necesarias las asociaciones con elementos externos como el silencio y
la oscuridad, y también con objetos que no vayan a desaparecer durante la
noche (muñecos, chupetes) porque si se despiertan los reclamarán (la
manita de mamá, la luz, canciones...).
• El estado de
relajación previo al sueño es esencial y puede conseguirse siguiendo una
serie de rutinas. Además de leer un cuento al niño -siempre después de
cenar y nunca en la cama- convendrá llevarle a la cama siempre a la misma
hora y, mejor aún, a la más adecuada para él. El cerebro infantil concilia
el sueño con mayor facilidad en la franja horaria que va entre las ocho y
las nueve de la noche en invierno y las nueve o las diez en verano. Con
arreglo al horario que se fije, se establecerá la hora de la cena.
La hora de contar cuentos es una hora de afecto que ningún libro impreso,
ni la televisión, ni Internet, ni las películas por sí mismas pueden
sustituir. Un cuento al día durante unos veinte minutos, será suficiente
para que el niño se sienta querido y reposado, pero debe evitarse que se
duerma porque si se despierta reclamará el cuento para volver a dormirse.
Los cuentos ofrecen al niño un cobijo, pero sin impedirle la contemplación
de la realidad contradictoria y desnuda. Por ejemplo, en los cuentos de
hadas se dramatizan los conflictos básicos del ser humano, en su base de
crecimiento, y ésta es la razón de que los niños deban escucharlos.
Gracias a ellos verán reflejados los grandes dramas de su corazón y
aprenderán estrategias para superarlos.
En cuanto al tipo de cuentos que conviene leer a los pequeños, hay tantos
donde elegir que crecerán antes de haberlos agotado todos. Entre los
favoritos siempre estarán los tradicionales.
Para los adultos que de niños no aprendieron las estrategias para superar
dramas y conflictos, también hay cuentos específicos que les permitirán
seguir creciendo y aprendiendo. Los cuentos sufís, hindús y zen
constituyen un patrimonio ético de la humanidad, porque señalan las luces
y sombras de la condición humana hacia la libertad. La particular moraleja
que contienen esos relatos permiten convertirlos en verdaderos
“despertadores" de la capacidad de aprender y “darse cuenta”. Son
narraciones sencillas, episodios siempre actuales que desvelan el alma de
aquel que los sintoniza.
Las reflexiones que acompañan a cada uno de esos cuentos establecen nexos
de unión con nuestra realidad cotidiana convirtiéndose así en una
inestimable ayuda para reforzar la mente, y también suponen una guía para
educadores que buscan elementos de maduración como objeto de aprendizaje.
Los cuentos son útiles para todas las personas que quieran conocerse y
aprender qué claves ha dejado la humanidad para solucionar temas tan
vitales como el poder, la autoridad, las pérdidas, la envidia, la muerte,
la enfermedad, las relaciones padres-hijos, las relaciones fraternas, el
miedo, los complejos...
En definitiva, nos ofrecen mensajes que todos necesitamos sobre cómo
conocernos, curarnos, vivir más dichosos y seguir nuestro camino.
¿Qué mejor forma de recordar las claves del buen vivir que hemos olvidado
que revisando cuentos? |