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La atención.
En el cultivo de la mente, nuestro acento no debe estar puesto en la
concentración sino en la atención. La concentración es un proceso de forzar
la mente, restringiéndola a un punto, mientras que la atención carece de
fronteras. En el proceso de la concentración la mente está siempre limitada
por una frontera, pero cuando nuestro interés es comprender la totalidad de
la mente, la mera concentración se vuelve un impedimento.
La atención es ilimitada, no tiene las fronteras del
conocimiento. El conocimiento llega mediante la concentración y, cualquiera
sea la extensión del conocimiento, sigue estando dentro de sus propias
fronteras. En el estado de atención mente puede y debe usar el conocimiento,
el cual, por necesidad, es un resultado de la concentración; pero la parte
jamás es el todo, y juntando entre sí las múltiples partes no se contribuye
a la comprensión de lo total. El conocimiento, que es el proceso aditivo de
la concentración, no produce la comprensión de lo inmensurable. Lo total no
se encuentra nunca encerrado entre los corchetes de una mente concentrada.
La atención es, entonces, de primordial importancia, pero
ésta no se obtiene mediante el esfuerzo de la concentración. La atención es
un estado en el que la mente está siempre aprendiendo, sin un centro
alrededor del cual el conocimiento se acumule como experiencia. Una mente
que se concentra sobre sí misma usa el conocimiento como un medio para su
propia expansión; y una actividad semejante se vuelve contradictoria y
antisocial.
Aprender, en el verdadero sentido de la palabra, sólo es
posible en ese estado de atención en el que no existe compulsión externa ni
interna. El recto pensar surge sólo cuando la mente no se halla esclavizada
por la tradición y la memoria. Es la atención la que permite que el silencio
dé con la mente, lo cual abre la puerta a la creación. Por eso la atención
es de extrema importancia.
El conocimiento es necesario en el nivel funcional, como
un medio de cultivar la mente y no como un fin en sí mismo. Estamos
interesados no en el desarrollo de una capacidad determinada, como la de
matemático o científico o músico, sino en el desarrollo total del estudiante
como ser humano.
Debemos reflexionar y descubrir cómo debe originarse el
estado de atención. Este no puede ser cultivado mediante la persuasión, la
comparación, la recompensa o el castigo, que son todas formas de coacción.
La eliminación del temor es el principio de la atención. El temor debe
existir, por fuerza, en tanto haya un impulso de ser o llegar a ser esto o
aquello, lo cual constituye la persecución del éxito con todas sus
frustraciones y tortuosas contradicciones. Uno puede enseñar concentración,
pero la atención no puede enseñarse, de la misma manera que es imposible
enseñar la libertad con respecto al temor; pero podemos empezar a descubrir
las causas que producen el temor y, en la comprensión de estas causas, está
la eliminación del temor.
Así, la atención surge espontáneamente cuando alrededor
del estudiante hay una atmósfera de bienestar, cuando él tiene la sensación
de hallarse seguro, tranquilo, y advierte la acción desinteresada que llega
con el amor. El amor no compara; de ese modo se terminan la envidia y la
tortura del "llegar a ser".
La atención surge solamente cuando existe una
investigación que no se basa en el progreso propio o en la gratificación.
Esta atención debe ser cultivada en el niño, desde el comienzo mismo. Cuando
hay amor -que se expresa mediante la humildad, la cortesía, la paciencia, la
delicadeza, etc.- ya están libres de las barreras que erige la
insensibilidad; de ese modo están ayudando a generar este estado de atención
en el niño desde una edad muy temprana.
La atención no es algo que pueda aprenderse, pero ustedes
pueden ayudar a despertarla en el estudiante, no creando a su alrededor ese
sentido de compulsión que produce una existencia contradictoria en sí misma.
Entonces, la atención del niño puede ser enfocada en cualquier momento sobre
un tema determinado, y no será la estrecha concentración producida por el
impulso compulsivo de adquisición o logro. |
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