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Un ejemplo de
afrontamiento y adaptación.
Estas consideraciones acerca de la adaptación se ejemplifican seguidamente
en un problema de salud tan común entre mujeres de edad avanzada -aunque no
exclusivo de ellas- como es la osteoporosis.
Actualmente no existe cura para la osteoporosis (OSP en adelante) y los
tratamientos existentes están centrados en mantener o estabilizar la
integridad de los huesos y prevenir pérdidas adicionales de contenido
mineral. Para mantener un estilo de vida saludable y productivo los enfermos
deben reconocer sus limitaciones físicas y ajustar su vida a estos cambios.
Debido a la naturaleza de esta enfermedad, la adaptación a ella requiere
tanto estrategias físicas como psicosociales. Las estrategias físicas serían
ejercicio físico y una dieta adecuada. Las estrategias psicosociales
incluyen autorregulación, el apoyo de la familia y amigos y programas
formales de apoyo.
En general, el manejo adecuado de la OSP requiere hacer múltiples ajustes en
todos los aspectos de la vida. Así, por ejemplo, ante intensos episodios de
dolor asociados a la OSP es necesario tomar medicamentos, acostarse y
descansar o tomar un baño caliente. El manejo personal de las restricciones
físicas que conlleva la OSP puede requerir la utilización de ayudas técnicas
(andadores, bastones, etc.) y programar períodos de descanso durante el día,
sobre todo si existen dificultades para dormir. Es bastante probable que se
requieran cambios en las responsabilidades familiares y que deban evitarse
tareas que puedan agravar el problema (alcanzar, levantar, arrastrar o
empujar). Redefinir el papel de "ama de casa" puede resultar especialmente
duro para una persona que perciba su casa como "su territorio"; debe
aprender a reconocer sus limitaciones físicas, a protegerse de los
sentimientos de inutilidad y dependencia y a funcionar diariamente con sus
limitaciones físicas para alcanzar el máximo nivel de productividad.
Frecuentemente, es necesario alterar las actividades sociales y de ocio. Es
en estos momentos cuando las habilidades de afrontamiento juegan un papel
decisivo. Algunas personas con OSP tienen que renunciar a las actividades
que les resultan gratificantes o sustituirlas por otras nuevas. Otras, por
el contrario, optan por ajustar las actividades, por ejemplo, realizando con
menor frecuencia actividades de mayor intensidad y desarrollando nuevas
habilidades o competencias que completen la menor frecuencia de las
anteriores. Este proceso es progresivo, require continuamente adaptación y
pueden incrementarse los niveles de estrés u otras manifestaciones
emocionales negativas.
En este sentido, la persona debe esforzarse por la adquisición de una
variedad de habilidades de afrontamiento para manejar la angustia provocada
por este problema. En este sentido podemos intervenir en su ayuda. También
es posible intervenir ayudando a la persona a mantener un adecuado nivel de
implicación con los miembros de su red social. Este es el sustento natural
de su apoyo instrumental y emocional y la principal fuente de sus
sentimientos de utilidad e integración en el mundo.
Finalmente, el enfermo debe obtener de los profesionales de la salud la
información sobre las actividades que deben continuarse y las que deben
evitarse para mantener una vida saludable y digna. Debe informarse sobre la
educación y los programas de promoción de la salud mediante los que se
informa a la persona con OSP en qué consiste la enfermedad, cómo evitar el
deterioro y el exceso de incapacidad, cómo facilitar información a los
profesionales acerca de los síntomas, cómo pedir asertivamente información
específica acerca de su problema y cómo participar en las decisiones acerca
de su tratamiento. Estas acciones formativas son una magnífica oportunidad
para modificar estilos de vida y para contener de manera efectiva las
consecuencias potenciales de la enfermedad.
Las personas que se esfuerzan y trabajan en este sentido manifiestan menos
episodios de depresión, un mayor potencial para utilizar apropiadamente
estrategias de afrontamiento (por ejemplo, inhibiendo acciones que son
físicamente peligrosas o emocionalmente dañinas) y una mayor facilidad
(instrumental y emocional) para pedir ayuda a otros.
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