La
vida laboral.
La vida profesional nos ocupa una gran parte de nuestra existencia.
Para algunas personas el
trabajo es una obligación impuesta por la necesidad y un medio para obtener
dinero con el que subvenir a sus necesidades.
Sin embargo, el trabajo
podría ser algo enteramente distinto.
El trabajo ha de ser la
expresión creativa del ser humano. Trabajar es expresar las capacidades que
hay dentro, es un medio para ir desarrollando toda la inmensa capacidad que
hay en las personas.
Cuando una persona expresa
su capacidad, aquello que tiene como propio, aquello que, en cierta forma,
le distingue de los demás, siente gran satisfacción porque se expresa a
través de aquello. Así, el trabajo podría constituir un medio extraordinario
de satisfacción y de crecimiento; al ser una expresión de uno mismo podría
ser un medio de autorrealización.
El trabajo puede ser la
expresión de la vocación acompañada de un espíritu de servicio, de utilidad
a los demás. Así es una expresión de uno mismo que es útil y esa utilidad es
la que es devuelta, la que se traduce, en un ingreso económico. Pero esto ha
de ser el resultado de una expresión auténtica, no realizado como una
compraventa, como un regateo.
Muchas personas tienen el
problema de que no están desempeñando un trabajo que les satisfaga. Entonces
trabajan de un modo forzado, sienten disgusto por el trabajo, porque en el
fondo hacen su tarea pensando sólo en el dinero que necesitan para vivir o
para pagar sus caprichos. Así nunca arreglarán su problema. Hasta que la
persona no descubra su vocación auténtica, y encuentre lo mejor de sí mismo
en lo que hace vivirá forzado.
El éxito profesional.
Muchas veces el
trabajo se vive sólo como un instrumento para demostrar el propio valor,
para conseguir un prestigio. Esto indica que la persona vive muy
insatisfecha por dentro. Por lo demás, si una persona busca el prestigio a
través del trabajo, se encontrará comprometida en una carrera sin final,
porque siempre habrá una nueva cumbre de prestigio que escalar; y mientras
tanto, la persona sentirá siempre colgada sobre sí la espada de Damocles
de cualquier adversidad o dificultad que pueda dar al traste con todo lo
conseguido en cuanto al prestigio.
El verdadero sentido del éxito profesional puede consistir en que la
persona, a través de la labor que realice, esté expresándose profundamente y
disfrutando de su trabajo. Es decir, que no se trate de un éxito de opinión,
sino de la propia expresión. La trascendencia que la labor tenga respecto a
los demás, en todo caso, ha de ser una consecuencia. Este éxito, diríamos
social, no aporta ni un miligramo más de peso específico a la labor.
También, el verdadero
éxito del trabajo dependerá de la eficacia real, de la utilidad efectiva que
éste tenga para los demás. El trabajo puede ser un medio de servicio, un
medio de crear algo que es útil a los demás y que, en cierto sentido, sólo
yo puedo hacer de aquella manera óptima.
Cualquier otro sentido
puede es contraproducente porque se vuelve contra quien lo busca o lo tiene:
la persona tendrá que velar en pie de guerra angustiosa para que no la
aparten de la cumbre y, en lugar de ser el trabajo una afirmación, será una
constante situación de lucha. Bien pueden confirmarlo aquellos que están
luchando en este sentido de "competitividad" que tan malos resultados
proporciona socialmente.