El ser humano existe en unidad con Dios y con el universo. La última esencia
del ser humano es esa Inteligencia Universal o Consciencia que sustenta la
vida en este universo. El problema fundamental del ser humano se encuentra
en que ha olvidado su auténtica naturaleza, se ha visto confundido en la
ilusión de ser un individuo aislado que lucha por el reconocimiento de su
individualidad, por su satisfacción y progreso.
El ser humano se siente
separado, alienado, y extraño a su mundo debido exclusivamente a haber
perdido el conocimiento de su realidad esencial. La iluminación es
sencillamente elevarse por encima del limitado concepto que tiene de sí
mismo, volviendo a esa unidad básica en la que siempre ha estado. Vivir
espiritualmente es vivir consciente de la propia luz interior.
Por tanto, la solución para
salir del estado de ignorancia y de sufrimiento en el que uno se encuentra
no está en aprender determinados conocimientos o en alcanzar algo en
especial. La solución del problema está en la sencillez de percibir la
realidad, la verdad tal como es, sin ninguna distorsión, y obrar
adecuadamente.
Viviendo con un estado más
elevado de conciencia percibimos de una manera más perfecta el medio en el
que nos desenvolvemos, apreciamos mucho mejor el Universo que habitamos y
nuestra posición en él.
El problema fundamental del
ser humano es un problema de percepción. Nuestra capacidad para percibir
depende de la sensibilidad de nuestro organismo. Existen conocimientos y
técnicas para operar sobre las energías innatas de nuestro organismo,
ampliar la capacidad de sus funciones y permitir que la conciencia se
expanda.
La iluminación es el retorno
al origen que nos creó, haciéndonos conscientes de la fuente de la energía y
convirtiéndonos en uno con ella. Una vez que el ser humano contacta con esta
energía y renace ese estado de conciencia ampliado, nunca vuelve a ser el
mismo otra vez.