LA FELICIDAD VERDADERA. REFLEXIONES
¿Cuál es la meta más elevada que podemos
alcanzar con nuestra existencia humana? Debemos preguntarnos qué es lo
que consideramos más importante en la vida, cuáles son nuestros deseos,
sueños o aspiraciones. Para algunos es acumular posesiones materiales,
como una lujosa mansión, un coche último modelo o un trabajo bien
remunerado. Para otros es conseguir poder y una buena reputación, vivir
aventuras, divertirse o ser atractivos. Muchos intentan darle sentido a
su vida manteniendo relaciones con su familia o círculo de amistades.
Todos estos placeres pueden satisfacernos
de forma temporal pero, a menudo, son la causa de numerosas ulteriores
preocupaciones y problemas, y nunca nos aportan esa felicidad duradera
que tanto deseamos en lo más profundo de nuestro corazón. Puesto que no
podemos llevarnos con nosotros estos placeres al morir, si los
consideramos como lo más importante en nuestra vida, sufriremos una gran
decepción cuando debamos partir de este plano.
Como fin, en sí mismos, los logros mundanos
no constituyen la verdadera esencia de nuestra existencia humana.
Ninguna posesión mundana puede proporcionar la felicidad duradera que
disfruta una persona espiritual. Todo, antes o después, decepciona.
Lo único que nunca nos va a decepcionar es
el ejercicio de una vida espiritual, el ser consciente y obrar
apropiadamente en todas circunstancias en las que nos vemos inmersos.