LA FORMACIÓN ESPIRITUAL
Es sorprendente la asombrosa apatía que
muchas personas tienen sobre los asuntos espirituales, y esta es la
razón por la que los seres humanos atravesamos los más difíciles
momentos de sufrimiento.
Cuando estamos vacíos espiritualmente,
cuando nuestra vida se satisface con éxitos superficiales, con el
dinero, las apariencias, la capacidad de enriquecerse a costa de los
demás, cuando la apariencia física y los adornos priman y cuando se
llega hasta a negar la existencia de Dios, se abren fisuras en el
interior del ser humano que le llenan de trastornos tales como el
egoísmo, la violencia, la maldad, los vicios y una larga lista de
calamidades que se producen actualmente.
Conocer la verdadera importancia de nuestra
existencia, nuestro valor como seres humanos, reconocer el Ser Interior,
que como chispa de vida divina permite que experimentemos la vida en
este plano para que podamos progresar como espíritus, es lo que nos hará
valorar nuestra vida, aquí y ahora, como buena, útil y positiva.
Por eso es tan importante la Educación
Espiritual, la asimilación de ese conocimiento que es patrimonio de la
humanidad y que no pertenece a ninguna religión o secta.
En el aprendizaje espiritual debe
prevalecer la aplicación del AMOR. El amor en la pareja, el amor a
nuestros semejantes, el amor a nuestro entorno ambiental, el amor en
todas sus manifestaciones. La manifestación del amor elevará las
vibraciones de nuestro ser y de nuestro pensamiento, y esto afectará
absolutamente todas las manifestaciones de nuestra vida. Debe prevalecer
también el firme propósito de eliminar, mediante la tremenda fuerza de
la comprensión, los pensamientos y los sentimientos egoístas y que
desean el mal de los demás.
Al elevar el pensamiento y el sentimiento
elevamos nuestras vibraciones y estas se irradian hacia los demás
bienestar, afecto, comprensión, ternura.
Hasta nuestros ojos dicen si el pensamiento
y el sentimiento son limpios, y si es verdad que los ojos son el espejo
del alma, entonces la fuente de donde provienen nuestros pensamientos y
sentimientos es el Alma. Seguramente que todos hemos experimentado una
mirada de amor, de ternura de confianza, pero también, y piensa ahora en
la diferencia, hemos soportado una mirada de reproche, de juicio, de
incomprensión. Tanto las unas como las otras provienen de nuestro
Espíritu y solo se transforman con el pensamiento y el sentimiento.
El principal compromiso que tenemos en
nuestra vida es ser consciente, amar y obrar apropiadamente. Esta es la
más profunda y verdadera espiritualidad, y requiere siempre crecer
espiritualmente.
Cuando crecemos espiritualmente, nuestro
crecimiento redunda en beneficio de toda la humanidad. Sin embargo, al
no formarnos espiritualmente damos la oportunidad a que sean fuerzas
oscuras y siniestras (como las que alimentan el egoísmo, la
intolerancia, el racismo, la ambición, los nacionalismos, el rencor, el
odio, etc.) las que gobiernen nuestra existencia.
Es necesario que nos formemos
espiritualmente para que germine y florezca en nuestro interior la
semilla de la inteligencia y del amor.