LAS HERRAMIENTAS
UNIVERSALES. LAS VIRTUDES
En
tiempos de confusión y duda, una de las estrategias más eficaces de
actuación que podemos utilizar consiste en regresar a aquellos valores que
la experiencia humana universal ha confirmado como indispensables
instrumentos para el progreso individual del ser humano. Uno de esos
puntos de referencia inexcusable es la comprensión y práctica de lo que en
numerosas religiones se ha definido como virtudes.
Prácticamente todas
las doctrinas religiosas han determinado como fundamental e imprescindible
en el proceso espiritual de sus fieles, el hecho de vivir de acuerdo a la
práctica de la virtud. Asimismo, cualquier filosofía laica, hace también
inexcusable referencia a las virtudes como elementos básicos de la
convivencia humana, y como las claves necesarias para el desarrollo de la
cultura y civilización.
El deterioro que ha
sufrido esta bellísima palabra ha alcanzado límites que rozan lo absurdo,
y su profundo contenido de elementos morales, ha quedado sustituido por
sucedáneos con tufillo a falsa moralina y que tienen que ver más con
dogmas religiosos, o incluso con usos y costumbres sociales, que con un
auténtico compromiso de conducta espiritual.
A continuación recordaremos, como ejercicio de autoconciencia, alguna de
estas herramientas universales cuyo aprendizaje es más importante para
conseguir progresar adecuadamente, lo haremos junto a una breve
descripción de las mismas adaptadas a planteamientos actuales, pero
respetuosos con su contenido espiritual más clásico y profundo, la esencia
nunca se pierde, solo varía la fragancia.
ABANDONO:
Virtud por la cual se
alcanza la comprensión de que en realidad no hay ningún lugar a donde ir,
ninguna pelea que ganar, ninguna meta que alcanzar, ni ninguna tarea que
cumplir. Su aprendizaje requiere asumir la perplejidad que implica el
empezar a percibir la vida desde la sencillez que es capaz de diferenciar
qué es el HACER, qué es el ESTAR y qué es el SER.
ACCIÓN:
La acción se refiere
al hecho de no dejarse atrapar por el miedo a estar subordinado a los
resultados y efectos de la misma. Se refiere asimismo a ser capaz de vivir
la vida desde la perspectiva del protagonista que participa en el
desarrollo de los acontecimientos, pero se desvincula de los resultados,
ya que toda acción libre de objetivos es, en esencia, impecable. Cuanto
más profunda se desee que sea la acción en el fondo, más ligera debe ser
en la forma.
ALEGRÍA:
Se trata de la
capacidad de percibir la vida desde la perspectiva del privilegio y la
celebración. Esta virtud posee una de las más fuertes capacidades de
transformación, tanto propia como del entorno, y es el vehículo
indispensable donde se manifiesta la inocencia. Es una herramienta
utilísima frente a la importancia personal. Una de sus referencias es el
sentido del humor.
CONCIENCIA:
Se refiere a la
capacidad de darse cuenta. Asimismo, se refiere al resultado de percibir
el mundo y percibirse, con total transparencia y sin la distorsión de las
creencias, opiniones, prejuicios, emociones, sentimientos, deseos,
proyecciones, expectativas, o del propio ego. La conquista de esa
transparencia se inicia a través de la desidentificación y el desapego.
CORAJE:
Se trata de la
capacidad de reencontrar la fuente de energía inagotable que nos hace
posible iniciar o reiniciar una tarea, o levantarnos después de un revés
de la vida, desde el convencimiento de que todo obstáculo es, por su
propia naturaleza, salvable y necesario para el aprendizaje, y todo dolor,
transitorio.
DESAPEGO:
Esta virtud se refiere
al hecho de vivir y comprender de un modo profundo y real que no poseemos
nada ni a nadie, y que nada ni nadie nos posee. Un paso más se alcanza
cuando por fin se comprende que, en realidad, no hay nada que esté en
nuestras manos, y que no estamos en manos de nadie. Sólo a través del
ejercicio del desapego se alcanza la percepción de lo que es importante y
lo que no lo es. En el tránsito, se desarrolla fácilmente la capacidad de
relativizar las cosas y los acontecimientos.
DISCERNIMIENTO:
Herramienta básica que
permite diferenciar lo esencial de lo accesorio, lo móvil de lo inmóvil,
la luz de la sombra, lo que construye de lo que destruye, lo real de lo
ilusorio y, en definitiva, lo que pertenece al SER de lo que pertenece al
ego. Es la antesala de la percepción correcta.
ESPERANZA:
Es la capacidad de
percibir que todo lo creado tiende a un estado de perfección y que, por
tanto, a pesar de que en determinados momentos el proceso se manifieste
desde el caos, la confusión o incluso el dolor, el resultado último
siempre se dirige hacia la plenitud.
GENEROSIDAD:
Es la capacidad de
percibir la abundancia desde la perspectiva de la alegría y el abandono.
Su fuente es la inocencia y desde ella se alcanza la comprensión de lo
suficiente, lo necesario y lo superfluo, así como también el sentido del
orden oculto de creación y sus procesos de flujo.
HONRADEZ:
Permite comprender y
vivir la vida desde la perspectiva de que jamás se debe perseguir
conscientemente un beneficio propio que signifique detrimento o perjuicio
de nadie. El discernimiento, la responsabilidad y el respeto son sus
compañeros.
HUMILDAD:
Virtud por la cual se
puede alcanzar el anonimato a partir de un proceso de dilución en la vida
e identificación con la totalidad. Se acompaña habitualmente con el
servicio y se identifica con la ausencia de importancia personal. Se
alcanza sustrayendo lentamente al ego su protagonismo.
LIBERTAD:
Siendo la libertad uno
de los más altos logros, ésta sólo puede enfrentarse desde la perspectiva
de la aspiración más sincera. A partir de este punto, sus códigos de
acceso están marcados por la eliminación de la importancia personal, el
desapego y la certeza de la no permanencia de todo lo existente. En lo que
se refiere a los aspectos más inmediatos, las creencias representan para
el ser humano las primeras y más fuertes cadenas, siendo precisamente las
de índole espiritual las más poderosas; por eso, sólo se puede acceder a
la libertad desde la más absoluta sinceridad con uno mismo.
PACIENCIA:
Es la virtud de
valorar y comprender el factor correcto del tiempo y su capacidad de
actuar de un modo preciso sobre las personas y las situaciones. Se alcanza
a través de una observación desapasionada de los acontecimientos y está
íntimamente relacionadas con el respeto. Permite conocer el momento exacto
para cada acción y lograr que ésta sea altamente eficaz.
PERDÓN:
Gracias a él, una
persona es capaz de acometer el proceso de curarse una herida infligida
por el curso de la vida, por otra persona o por uno mismo, tanto si esta
herida fue real, es decir, producto de los desconocidos mecanismos de la
vida, o imaginaria, fruto de cualquiera de las numerosas carencias y
debilidades del ego.
RESPETO:
Se trata de la virtud
de comprender que toda vía de acceso a lo que es noble y puro, requiere un
estado interior que debe emular aquello a lo que aspira. Sirve asimismo
para alcanzar la comprensión de la unión indisoluble entre ética y
estética.
RESPONSABILIDAD:
Se trata de la toma de
conciencia respeto a asumir, sin mérito ni culpas, el resultado de
nuestras acciones sin involucrar en ellas a los demás. Es una de las vías
de acceso a la libertad.
SENCILLEZ:
Virtud por la cual una
persona empieza a comprender el lenguaje oculto de la vida y se da cuenta
de que cuanto más complejo es el ego, más sofisticadas son las creencias,
y cuanto más fuerte es la demanda de experiencias y deseos, más apartada
se encuentra la realidad. La sencillez es la vía más rápida para alcanzar
el abandono.
SERVICIO:
Se trata de la
capacidad de subordinarse durante un tiempo determinado a un proceso
beneficioso para el curso de la vida, o de instrumentalizarse en favor de
una tarea que deba cumplirse. Si no se aplica junto a una suficiente
capacidad de discernimiento, se acompaña de protagonismo o se carga de
emotividad, puede transformarse en una servidumbre destructora. Se
canaliza a través de la generosidad y el respeto.
SILENCIO:
Se alcanza a través de
la comprensión que nace cuando una persona se da cuenta de su capacidad de
influencia en el entorno a través del poder distorsionador de la palabra
que brota de la ignorancia y de la falta de conocimiento de uno mismo. El
silencio es el escenario imprescindible para que se produzca el encuentro
con la claridad de percepción que conduce a lo real.
SINCERIDAD:
Se trata de la
capacidad de expresar, sin las interferencias del miedo, deseos y
expectativas no manifestados, todo aquello que brota de la naturaleza real
del individuo. Es la vía de acceso a la inocencia y una de las claves de
la libertad.
SOBRIEDAD:
Virtud por la cual una
persona empieza a darse cuenta de cuáles son sus necesidades reales y que
van, por tanto, alineadas a su bienestar y desarrolla, y cuáles son
imaginarias y producto de los deseos inagotables que nacen de las
carencias del ego y son por tanto perjudiciales. Desde la sobriedad, se
alcanza la maestría en el manejo adecuado de los recursos, evitando tanto
los excesos como las carencias.
SOLEDAD:
Consiste en comprender
total y absolutamente que nacemos solos y morimos solos, y que durante el
breve tránsito entre ambos acontecimientos, solos permanecemos.
TOLERANCIA:
Se refiere a la
comprensión de percibirse y percibir al resto de las criaturas como un
producto de la evolución y, por ello, sometido a un proceso aún
imperfecto. Esta visión da una correcta medida tanto de capacidades como
de actitudes, y sitúa el nivel de exigencias sobre nosotros mismos y sobre
los demás en una perspectiva más justa y lejos de las expectativas
fantásticas con las que habitualmente funcionamos.
TRABAJO:
Se define como la
capacidad de producir frutos útiles para el desarrollo y evolución de la
vida. Si va acompañado de una economía de energía y recursos, y se adorna
con el anonimato, puede generar un efecto de autocreación y
autorregulación susceptible de eliminar, durante el proceso, lo superfluo
e inútil por un lado y, por otro, mostrarse eficaz para cualquier función,
objetivo o medio.
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