I CHING
El I Ching, contiene y ofrece con sus respuestas toda la sabiduría de la
China clásica, ha servido de inspiración para los más grandes de sus
pensadores. Las dos grandes ramas del pensamiento Chino: el Confucionismo
y el Taoísmo tienen en el Libro de las mutaciones sus raíces comunes.
Para el I Ching todo está en movimiento, estableciendo unas pautas,
representando la trama de las cosas en forma de ideas o imágenes que van
mutando hacia otras, expresando así la “corriente” del movimiento por lo
que lo que ha de ocurrir habita ya en potencia en la realidad profunda o
bien lo que sucede ya es completamente presente.
Esta continua acción de la vida, que nunca cesa y sucede de forma cíclica,
la completa según un principio básico: Acorde o Desacorde al Tao, al
Sentido Evolutivo del Universo. Es decir, si el camino está en armonía al
proceso natural de las cosas.
El Tao es la Ley que organiza la realidad que contemplamos, el principio
que subyace tras las cosas. Es el Sentido de ese discurrir en el “curso de
la corriente” de la existencia.
Así, la Ventura o la Desventura, clave de su consulta, se establece según
esté la acción orientada o desorientada en la Aventura de Vivir.
LO
INMUTABLE ES LO MUTABLE
Para el I Ching todo está vivo, en permanente movimiento y dirigiéndose
hacia algo (su propio sentido, su Tao).
Los dos principios básicos sobre los que establece su criterio son el Yin
y el Yang, lo oscuro y lo luminoso, lo pasivo y lo activo.
Mediante la constante mutación de estos dos principios se construye la
existencia en un proceso cíclico reflejado en los acontecimientos
naturales: el día-la noche, el verano-el invierno, lo lleno-lo vacío...
Para predecir los acontecimientos el I Ching se basa en un criterio simple
y sencillo: la semilla (lo que está en potencia) y el árbol (lo que está
en acto).
El árbol de nuestro presente es fruto de la semilla del pasado, y a la vez
está generando una nueva semilla que marcará nuestro futuro. Es decir, el
presente es el despliegue de la causa pasada, y el futuro se está
generando de modo oculto en el presente en forma de semilla que finalmente
se desplegará tal como ocurrió en el pasado.
LA TRAMA INVISIBLE
Sobre ese flujo constante del discurrir, ese Río Vivo, existe un sentido
oculto que subyace tras lo visible y que configura las cosas según su
criterio.
Es el Tao, y el I Ching lo expresa mediante una serie de ideas mostradas
en imágenes naturales (Cielo, Tierra, Montaña, Lago, Viento, Trueno, Agua,
Fuego). Estas imágenes son “pautas” que nos permiten comprender el proceso
en el que estamos viviendo, aclararnos la trama oculta de lo que ocurre.
Es un modo de representar cómo se desarrolla el “Espíritu de las Cosas” en
ese “Flujo del Tiempo”.
LA SENTENCIA
“Cuando algo está
en germen es posible cambiarlo”
El Oráculo establece un criterio básico de realidad: acorde o desacorde a
la armonía, ventura o desventura, ganancia o pérdida. Conforme a ello
podemos continuar nuestro trayecto o bien retroceder y tomar otro curso
que nos favorezca más para alcanzar nuestra meta.
Esto es así porque el Oráculo se basa en detectar el Rumbo del Movimiento,
la Dirección de la Fuerza que está presente en nuestra vida. La tendencia
puede ser fortalecida o debilitada mediante nuestro hacer o no-hacer,
permitiendo así que seamos partícipes de los acontecimientos que vivimos.
EL CONSEJO
El Oráculo nos ofrece su Consejo, una serie de recomendaciones surgidas de
miles de años de estudio para conseguir la meta.
La profundidad y seriedad de sus recomendaciones han hecho que se le
denomine “El Anciano”, y aglutina en él toda la esencia del pensamiento
oriental más elaborado. Clave de la medicina oriental, base fundacional de
la cultura china, el I Ching ofrece la Comprensión de la Situación (El
Sentido de la Corriente) y un Consejo para armonizarse con la trama de las
cosas, con el Tao, con lo bueno y sano.
Se trata de lograr el camino acertado, de buscar la armonía adaptándose
activa o pasivamente a lo que ocurre según el criterio que consigamos
obtener ante esa corriente de acontecimientos que vivimos.
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