Implantes alienígenas
Si la realidad del fenómeno ovni hubiese sido llevada ante un tribunal de
justicia, hace tiempo que habría sido probada como algo incuestionable,
por más que no se conociesen muchos detalles de su naturaleza. Por
desgracia, en vez de profundizar en el estudio del misterioso fenómeno,
los investigadores se dedican todavía a buscar pruebas, sin caer en la
cuenta de que éstas serán sistemáticamente rechazadas por la ciencia
oficial, que siempre ha estado al servicio de la política. Pues los
políticos y los que no lo son, que desde las sombras rigen el mundo han
determinado que el asunto ovni es tabú, evidentemente ya sabemos la razón.
Pese a todo, los implantes constituyen una categoría de pruebas materiales
que poco a poco ha pasado a un primer plano en el interés de los
investigadores. Si hace muy poco tiempo apenas se conocían dos o tres
casos, en la actualidad son muy abundantes, y cada día que pasa conocemos
más.
De gran importancia fueron las discusiones que en torno a este tema
tuvieron lugar en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets en
junio de 1992. Allí se estudiaron los análisis realizados sobre tres
implantes extraídos de Richard Price y de Bob Luca. La discusión en torno
a ellos fue muy viva. El lugar de su colocación, las declaraciones
obtenidas bajo hipnosis, y sobre todo la extraña composición de los
objetos, hicieron llegar a muchos a la conclusión de que los testimonios
de los protagonistas se atenían a la realidad.
Aparte
de otras comprobaciones puramente científicas y de laboratorio de las
cuales hablaremos enseguida, hay otros métodos que, aunque no sigan la
pauta ortodoxa de la ciencia oficial, sirven por lo menos para sospechar
que algo muy extraño ha ocurrido en el cuerpo de los testigos durante su
desaparición. Nos estamos refiriendo a experiencias realizadas en Mélico
por Andrija Pujarich, propuesto para el premio Nobel dos veces y genial
inventor en el campo de la electrónica.
Implantes... ¿invisibles?
Hace varios años, Pujarich entrenaba a varios niños de corta edad en
técnicas de visión extraocular. Ya había obtenido muy buenos resultados,
pues algunos de ellos eran capaces de ver bastante claramente con los ojos
tapados. En un momento de las experiencias trajeron a una persona que
afirmaba haber sido secuestrada y llevada a una nave, a bordo de la cual
le habían implantado un pequeño objeto en la espalda. Sin que ninguna de
esas criaturas supiese nada de la presunta experiencia “extraterrestre”
del testigo, pusieron a éste ante uno de los niños, quien con los ojos
vendados y únicamente moviendo sus dedos a cierta distancia fue
describiendo las particularidades de su aspecto físico. Al llegar a la
espalda, se detuvo a la altura de los riñones y movió con más intensidad
los dedos, como extrañado de lo que estaba sintiendo. Le preguntaron qué
veía y dijo con una pícara sonrisa que el señor tenía una cosa “muy
chistosa” debajo de la piel, y que podía sentir muy claramente. Después le
quitaron el vendaje de los ojos y le preguntaron si era capaz de
dibujarla. El resultado de su dibujo fue un cuadrado que tenía en uno de
los lados un pequeño círculo.
Lo más sorprendente sucedió cuando se trajo a otro niño que, al llegar a
la misma altura de la espalda, se detuvo y comenzó a decir que percibía
algo raro. Cuando le pidieron que lo dibujase, para asombro de todos pintó
el mismo objeto dibujado por el otro chico.
¿Telepatía? ¿Fraude? ¿Falsas informaciones? Los empecinados –o
económicamente interesados- en no admitir los hechos, siempre tienen
palabras para rechazarlos, pero a los genuinamente comprometidos en
descubrir la verdad no les queda más remedio que estudiarlos para buscar
alguna explicación.
En un inquietante folleto que hace unos años circulaba entre los
investigadores más audaces leímos este párrafo que está totalmente de
acuerdo con las experiencias de Anrija Pujarich: “Hay implantes que
existen fuera del espectro visual físico y sólo pueden ser vistos por
algunos humanos especialmente sensitivos. Son aparatos para intercambiar
información a distancia con los alienígenas”.
En los Estados Unidos los métodos con los que actualmente se estudian los
implantes distan mucho de los heterodoxos y casi esotéricos que acabamos
de describir, hallándose más de acuerdo con las prácticas de la medicina
oficial cuando ésta quiere descubrir algún cuerpo extraño dentro de la
anatomía humana. Los clásicos rayos X se han sofisticado enormemente en
nuestros días y han dado paso a diversos tipos de escáner. El equipo
empleado en la reunión del M. I. T. Para analizar los implantes que allí
se estudiaron era de una enorme complejidad. David E. Pritchard, doctor en
física por la Universidad de Harvard y profesor en el M. I. T., explicó
todas las posibilidades de la máquina. Se trataba de un espectrógrafo de
masas de iones secundarios (SIMS), con el que se bombardeó la superficie
del objeto minúsculo implantado en el pene de una presunta víctima de
abducción llamada Price. Aunque en el caso concreto de esta persona no se
pudo llegar a ninguna conclusión acerca del implante, podemos ver que en
la actualidad el estudio del fenómeno se está haciendo de manera
profesional.
De hecho, terminada la reunión del M. I. T. De 1992, el doctor Pritchard
volvió a insistir en el estudio del implante de Price cuando el ufólogo
Ray Fowler le envió otro pequeño objeto hallado en el oído de Bob Luca,
quien viene sufriendo abducciones desde su infancia. Al doctor Pritchard
le llamó la atención que el objeto extraído del oído de Luca se pareciera
mucho al de Price. Poseía las mismas dimensiones y color, sus
protuberancias eran similares y tenían igual longitud y diámetro; por
añadidura, dos de ellas mostraban la misma estructura. En el examen de
estos objetos intervino activamente el Laboratorio Wellman de Fotografía
Médica, dependiente del Hospital General de Massachussets, centro
especializado en el estudio de cuerpos anómalos dentro del organismo, que
está dirigido por el doctor Tom Flotte.
Hace ya años que se detectaron cuerpos anómalos en seres humanos, pero en
aquellas fechas no se llegaron siquiera a relacionar con el fenómeno ovni.
Tuvieron que pasar años para que fuéramos conociendo poco a poco las
extrañas actividades de estos seres y empezásemos a sospechar la relación
existente entre ambos hechos.
Un ejemplo de esto fue el hallazgo realizado a principio de los años
ochenta por el Departamento de Medicina Genética del Hospital Churchill de
Headington-Oxford (Inglaterra), dirigido por John Wolstenholme. Se trataba
de un microscópico objeto de forma reticular, hallado en una rutinaria
preparación de cromosomas para un diagnóstico prenatal. Los médicos se
preguntaban ingenuamente en la revista científica en la que publicaron su
hallazgo si el objeto era algo natural hasta entonces desconocido o algo
“fabricado por el hombre”. Por supuesto ni se les pasaba por la cabeza la
posibilidad de que pudiese ser obra de EBEs. En realidad tampoco podemos
estar completamente seguro de ello, aunque tengamos muchas razones para
sospechar que lo era. Lo cierto es que las cartas de algunos médicos que
llegaron a la revista dando sus interpretaciones a aquel misterio se
contradecían entre sí, pues cada una daba una solución diferente.
Mucho antes de esa “caja de Pandora” llamada Matriz, leíamos el
siguiente párrafo: “En los análisis de los fluidos de cuerpos mutilados
(por los tripulantes de los ovnis) se ha notado la presencia de sustancias
cristalinas que normalmente no se encuentran en la sangre. Son estructuras
rectangulares de dos tamaños diferentes (...)
Muchos de los individuos testigos vuelven con pequeños objetos
“implantados” en su cuerpo que son usados para conocer sus actividades y
para controlarlos. Análisis practicados con catscan indican que estos
objetos pueden ser de solo 3 mm principalmente esféricos, ovoides o
planos. En 1989 se conocieron los resultados de sus análisis. El interior
de uno de estos objetos esféricos era una matriz cristalina entrelazada
con algo que parecía un circuito electrónico. Ingenieros consultados
dijeron que aquello podría trabajar a niveles cuánticos, y si así fuera,
ello podría generar ciertas interferencias con el funcionamiento de la
conciencia de aquel individuo. El uso de objetos implantados de un diseño
más primitivo ya se había practicado en 1967 en Suecia y en Canadá. La
“implantación” de transmisores cerebrales en seres humanos fue legalizada
en 1973 en Suecia por Olof Palme quien poco después fue misteriosamente
asesinado. Los militares y “ciertos grupos de inteligencia” de las
naciones occidentales más avanzadas has usado estas técnicas de implantes
sobre testigos y sobre el personal que trabaja en proyectos secretos
relacionados con los ovnis, con el objeto de controlar e impedir que se
disemine la información que poseen. Al principio, el uso de implantes por
parte de la inteligencia militar se limitaba a un “control intracerebral
radiohipnótico” y a la llamada E. D. M. (disolución electrónica de la
memoria), pero en la actualidad es mucho más sofisticado e insidioso al
haberse incorporado tecnología obtenida de los EBEs”. Hasta aquí la cita
del Matriz que tiene grandes posibilidades de ser totalmente
acertada.
El doctor Roger Leir creador de la Fundación para la Investigación
Interactiva y la Tecnología Espacial (FIRST) y el hipnólogo Derrel
Sims, investigador experto en la temática ovni y también fundador de
FIRST, llevaron a cabo varias operaciones quirúrgicas en colaboración con
un equipo de médicos. La primera serie de extracciones de “implantes” tuvo
lugar el 19 de agosto de 1995 en la clínica de Roger Leir en Mil Robles.
Según pudo comprobarse gracias a los rayos X, Pat Parrinellio, un hombre
de 47 años, y Mary Jones, de 52 años, ambos de Houston (Tejas), tenían
alojados en sus cuerpos extraños objetos, aunque ninguno de ellos
recordaba haber sido operado con anterioridad. Ambos casos fueron
investigados por Derrel Sims, quien, basándose en los encuentros con ovnis
que estas personas habían tenido en el pasado, los remitió a Roger Leir
para que les operara. A Pat se le extrajeron objetos de la espalda y la
mano izquierda y a Mary del pulgar de su pie izquierdo, operaciones que
fueron practicadas gratuitamente.
Los implantes extraídos de la primera serie de intervenciones quirúrgicas
fueron estudiados por dos patólogos y luego enviados a varios laboratorios
independientes para su análisis. En las pruebas se evaluó la patología del
tejido, se hizo una espectroscopia con láser y se realizaron diversas
pruebas metalúrgicas que incluían medidas de la densidad por inmersión,
radiografías, microscopia electrónica, rayos X, así como estudio de las
propiedades electromagnéticas y pruebas de fluorescencia. Todos estos
ensayos se realizaron en el Instituto Nacional del Descubrimiento de la
Ciencia (NIDS) de Nuevo México, así como en otros laboratorios
independientes.
Mientras estos objetos anómalos estaban siendo analizados, otra serie
de extracciones quirúrgicas de implantes tuvo lugar el 18 de mayo
de 1996. Las dos mujeres que protagonizaron esta segunda tanda de
operaciones se ofrecieron para ser entrevistadas y someterse a estudio. A
Debbie O., de 61 años residente en Lancaster (California) y a Susie Adams,
de 40 años, les fueron extirpados objetos similares de la parte inferior
de la pierna izquierda. A Licia Davidson, de 37 años, que ha tenido
numerosos encuentros con ovnis y EBEs, se le extrajo del pie en enero de
1997 un extraño objeto de aspecto cristalino
Sorprendentes
descubrimientos
“Los descubrimientos que se hicieron como resultado de estas
intervenciones quirúrgicas son sumamente extraños. En todos los casos
apenas hubo inflamación”, informó Roger Leir. Esta reacción no es habitual
cuando hay tejidos ajenos al organismo. Normalmente, los cuerpos extraños
incrustados en los tejidos suelen provocar algún tipo de inflamación
crónica, además de fibrosis y formación de quistes. Algo que no ocurrió en
estos casos.
Los informes patológicos posteriores a las dos primeras intervenciones
revelaron que los objetos metálicos estaban recubiertos por una membrana
gris muy densa y resistente, constituida por queratina, himosiderina y
coágulo proteínico. Más concretamente, se trataba de proteína de sangre y
células que se encuentran habitualmente en la capa superficial de la piel.
Los resistentes “capullos” biológicos que recubrían los implantes también
contenían células nerviosas de un tejido que no se encuentra en esta zona
del cuerpo. Estas formaciones despedían una fluorescencia verde brillante
en presencia de una fuente de luz ultravioleta.
Los implantes presentes en las dos mujeres de la segunda serie de
intervenciones no poseían propiedades metálicas como los de la primera. De
hecho, se trataba de objetos blanquecinos y esféricos que no contenían las
resistentes cubiertas biológicas de los anteriores ni resplandecían bajo
luz ultravioleta. Según los informes patológicos, estos implantes
–posiblemente biológicos- tampoco produjeron inflamaciones. El objeto de
aspecto cristalino extirpado del pie en la intervención más reciente
tampoco estaba recubierto por ninguna membrana exterior gris y correosa y
apenas produjo la inflamación observada en las demás extracciones. Los
resultados de los exámenes emprendidos sobre la primera serie de implantes
revelaron que los objetos metálicos con forma de aguja eran de origen
meteórico y contenían al menos once elementos diferentes.
En una entrevista publicada en la revista Alien Encounter Magazine
(Reino Unido), Derrel Sims hacía mención al hecho de que el organismo de
estas personas no hubiera experimentado rechazo hacia los implantes: “Daba
la sensación que esa densa membrana fibrosa formara parte de la propia
superficie de la piel, como si los objetos metálicos hubieran estado
envueltos en una funda de queratina. Las fibras nerviosas recubrían el
tejido y parecían estar unidas a los nervios”. Para Derrel Sims, lo más
probable es que estos implantes sean de origen extraterrestres, aunque en
su opinión se necesitaría una evaluación detallada de todos los exámenes
antes de poder facilitar más datos en este sentido. Sin duda la evaluación
científica es nuestro mejor aliado, pero las experiencias y opiniones
aportadas por personas implicadas en esas intervenciones quirúrgicas que
se atrevan a exponer sus testimonios son igualmente importantes y
esclarecedoras.
Las razones de una manipulación
Para no caer en la trampa y presuponiendo que los hechos son ciertos en
virtud de muchas evidencias secundarias, hagámonos la pregunta más lógica:
¿Qué pretenden las EBEs –o cualesquiera que sean sus autores- con estos
implantes? La tecnología con la que están construidos es muy importante
desde el punto de vista científico, pero a nosotros nos interesa muy poco.
Y menos aún como medio para controlar, modificar o sojuzgar mentes o
individuos. Ese, por desgracia, es únicamente el propósito que la paranoia
militar y las máximas autoridades que desgobiernan el mundo tienen en
mente en su supuesto trato con alienígenas.
Lo que nos tiene que interesar es el propósito último, no sólo de los
implantes, sino de la errática forma de actuar de nuestros visitantes del
espacio. Y llegados a este punto, la imaginación se dispara; pues, en
realidad, dada la infinita casuística del fenómeno ovni, disponemos de un
amplio campo para divagar. Lo primero a tener en cuenta es lo siguiente:
no es sólo una raza o un grupo de “extraterrestres” quienes están haciendo
estas cosas. A juzgar por su diversidad, son muchos y muy diferentes los
envueltos en esta tarea.
Ero, ateniéndonos al fenómeno que nos ocupa, podemos suponer que los
implantes tienen dos fines: conocer con precisión dónde se halla y qué
hace el individuo implantado y controlar su conducta, impulsándolo incluso
a realizar actos que él no desea. Es también muy posible que exista alguna
relación con ciertas experiencias genéticas, biológicas o médicas. Si es
verdad lo que alguna de estas entidades les han dicho a los contactados
sobre sus intenciones de adquirir algunas de nuestras características
fisiológicas de las que ellos carecen, o bien crear una raza híbrida, es
lógico que algunos de estos objetos estén relacionados con dicha
finalidad.
Las implicaciones de estos hechos son enormes. No sólo por lo que
significa el que seres inteligentes no humanos puedan controlar
impunemente nuestra mente, sino porque quizá alguna persona con gran poder
político y económico estén haciendo lo mismo desde las sombras, ayudados o
engañados por estos viajantes espaciales y venidos de no se sabe dónde y
cuyas intenciones nos resultan completamente desconocidas. En cuanto a
esta última posibilidad apenas si tenemos noticias ciertas, pero son
muchas las sospechas que desde hace tiempo circulan entre quienes conocen
el tenebroso trasfondo del secreto militar en torno al fenómeno ovni.

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