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LA
INTUICIÓN
Tenemos en nuestro poder un gran potencial, todavía no manchado con
defectos de nuestro mundo. Es natural como un niño y nos preserva en un
primer momento de aquello que podría ser nocivo para nuestra integridad.
Pero... ¿por qué no
la atendemos?, ¿por qué no le prestamos atención?
Se halla libre de
todo juicio al tiempo que unida a nuestras predicciones, aquellas que a
menudo esbozamos en silencio tras confirmar una noticia que ya suponíamos.
A pesar de estar
formada por lo mejor, seguimos sin darle adecuado crédito. Es rápida y no
se halla teñida con mecanismos de defensa que protegen nuestro indefenso
yo. ¡Qué curiosidad! Las defensas protegen al yo privándole de la única
posible y real: la intuición.
Uno de los
mecanismos para defender nuestro estimable Yo es la negación de una
realidad. Si ese hecho llegara a nuestra conciencia tal y como ha sido
presentido, probablemente nos llenaría de angustia o desasosiego. Y
precisamente la justificación de la actuación de la negación es impedir
que cualquier realidad sea mal vivida para el ser humano.
La gran virtud de
la intuición es justamente que surge previa al proceso de enmascaramiento
de la realidad. No se saca ningún provecho con ella a pesar del gran
beneficio que podría reportarte si te acostumbraras a percibir sus señales
o indicaciones.
La intuición ayuda
al ser humano a captar una situación, hecho o persona que podría ser
perjudicial. A menudo el miedo a que nuestra intuición tenga una
justificada realidad nos hace bloquearla, negarla obstaculizando su
reflexión.
Argumento e
Intuición
Cuando un ser
humano a estudiado un cierto tema por un tiempo determinado, gradualmente
se da cuenta de que el tema reviste cierta importancia dentro de su mente.
La opinión que se forma del tema, es la resultante de concentrar los
muchos detalles aprendidos.
Los detalles no se
hallan presentes en la opinión a pesar de haber ayudado a que esta se
formara. Luego de que el hombre ha estudiado un tema con suficiente
dedicación y profundidad se puede decir que lo entiende. Siempre que se
discuta algo referente al tema en cuestión el hombre juzgará el valor de
las opiniones de los demás, según los dictados de su propia intuición. Así
sabrá intuitivamente si un determinado expositor está en lo cierto.
La actitud de este
hombre respecto de aquellos que discuten el tema que el conoce tan bien,
debería ser de tolerancia y de paciencia. Cualquier cosa que se diga sobre
el tema debería ser analizado con justicia.
Ahora supongamos
que alguien con un evidente conocimiento superficial le contradice y
exhibe numerosos argumentos en contra de sus opiniones. Estos argumentos
no tendrían peso frente a el, porque su intuición le dice que son falsos.
De hecho, muy poca
verdad se puede obtener por la argumentación. De esta resulta la
agudización de las facultades mentales y un mayor conocimiento de los
hechos. Pero, por tales medios las personas no pueden llegar al
conocimiento interno de las cosas, el cual es superior a la mera reunión
de eventos y situaciones.
La pequeña y
silenciosa voz de la intuición no puede escucharse de las palabras en
desacuerdo o de la discordancia de dos mentes. Solamente en el silencio
puede oírsele; y es tan sutil que se desvanece tan pronto se pronuncian
las palabras.
En la meditación,
uno se vuelve intuitivo, y se acerca a la verdadera fuente de la real
verdad... la suya. Ve y comprende el significado interno de las cosas. Que
tosco, desagradable y burda es la argumentación cuando se le compara con
el sublime proceso de la intuición. Claro esta, que el origen de donde
manan nos da la clave. Mente y espíritu.
¿Qué es la intuición?
Para muchos científicos, pensadores y artistas constituye la clave
fundamental de los mayores descubrimientos.
Se trata de una facultad innata y susceptible de ser cultivada, que en
ciertas situaciones nos aporta un conocimiento inmediato, sin que
participe la razón.
Cada vez que tenemos una corazonada o un presentimiento que se revela
después cierto, estamos haciendo uso de nuestra intuición. Esta facultad
que todos llevamos en mayor o menor grado nos aporta explosiones de
conocimiento certero sin necesidad de utilizar el razonamiento lógico. Los
científicos tratan de establecer su relación con las habilidades psi, así
como la forma en que se manifiesta y opera.
Actualmente existe una gran controversia entre los investigadores sobre si
se trata de una habilidad extrasensorial o de un estado mental que
favorece la aparición de facultades psi. Si bien, según los últimos
estudios "hay una tendencia cada vez mayor a considerar clarividencia,
telepatía o precognición como diferentes formas de obtener información,
que utilizan el proceso intuitivo, y no como la intuición en sí misma".
Y, de hecho, esta capacidad parece ser algo más que una habilidad
extrasensorial. Si nos atenemos estrictamente a su definición "es la
percepción íntima e instantánea de una idea o verdad. O la facultad humana
de entender algo sin razonamiento, lógica o sentidos". Bajo este punto de
vista, cualquiera de nosotros, sin necesidad de ser videntes,
experimentamos alguna en la vida ráfagas de comprensión intuitiva. El
problema es que nuestra conciencia está acostumbrada a desechar todo
cuanto no proceda de la lógica, y no solemos ser conscientes de estos
mensajes. Para algunas personas que estudian los mecanismos de esta "otra
inteligencia", "la aparición del lenguaje en los seres humanos pudo
relegar el pensamiento intuitivo a una zona muy profunda del
inconsciente". Sin embargo, según un test de reciente aparición para medir
la intuición, ésta es una facultad innata que puede expresarse en todo
momento".
Existen, además, técnicas como la relajación y la visualización, o
circunstancias especiales, como el estado de duerma-vela, revelaciones
oníricas o situaciones de tensión, en que las defensas del ego racional
descienden y somos más receptivos. Cada vez que una corazonada nos impele
a actuar de forma inmediata o captamos un presentimiento que después se
revela cierto, sentimos la urgencia de llamar por teléfono a alguien a
quien no vemos desde hace tiempo y entonces descubrimos que necesita
nuestra ayuda, o bien tomamos una difícil decisión que luego se confirma
positiva, estamos siendo intuitivos. Algunas personas dicen: "no sé cómo,
pero lo sabía".
Claro que estas experiencias ponen de manifiesto las diferencias entre
intuición y facultades psi. Así, mientras la primera se presenta
simplemente como un presentimiento difuso de algo todavía no ocurrido, o
como la solución repentina a un problema, éstas últimas traen a la mente
noticias sobre el presente o futuro mediante imágenes. Por otra parte, la
intuición va acompañada de un sentimiento de certeza inconfundible, algo
que no ocurre con los datos obtenidos mediante la clarividencia o
premonición, que suelen ser ambiguos y necesitar interpretación -al igual
que la requieren las prácticas adivinatorias subjetivas como el tarot o la
quirología-. Una verdadera intuición se parece en cambio a lo que Bob
Dylan ha dicho experimentar al componer: "Cuando escribo una canción
siempre sé antes de empezar si será buena o no, incluso sin saber de qué
hablaré en ella".
Hay cuatro modos básicos en que se manifiesta el pensamiento intuitivo:
psíquicamente (cuando se "olfatea" un peligro inexistente hasta el
momento), emocionalmente (atracción o rechazo inmediato por alguien),
mentalmente (solución instantánea de un problema intelectual) y
espiritualmente (cuando se produce una iluminación o una revelación).
Fuente universal de información
Ahora bien, cualquiera de estas fórmulas van acompañadas de una sensación
inefable de certeza. Aunque, como ha comentado el escritor Francisco
López-Seivane, "dado que esfácil tomar por intuición cualquier deducción
inconsciente o instintiva, la única experiencia cognitiva que debería
calificarse de intuitiva es la comprensión mística, en la que la mente
entra en un estado de gracia y conoce la esencia y la causa última de las
cosas". Tal vez por ello, Buda insistió en decir que es este sexto
sentido, y no la razón, el origen de la verdad fundamental.
De lo que no cabe duda es de que la intuición se expresa en un estado
cerebral específico, tal y como recientemente ha corroborado el doctor
Paul MacLean, director del programa Evolución y Conducta Cerebral en el
Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos. Según él, "en el
proceso de conocimiento utilizamos tres cerebros, ninguno de los cuales
puede ser relegado: el sistema límbico, que afecta a nuestras emociones;
el reptiliano, que crea conductas y rutinas instintivas; y el neocórtex,
con sus dos hemisferios, izquierdo y derecho, responsable de las funciones
superiores. El primero de los hemisferios nos transmite la información
racional y verbal; el segundo, la visual e intuitiva. Pero, curiosamente,
como ha señalado el neurólogo Roger Sperry -premio Nobel en 1981-, "cuando
el cerebro funciona en su totalidad, utilizando la conciencia unificada de
ambos hemisferios, rinde más que cuando dispone de las propiedades de cada
hemisferio por separado". Ambos se comunican continuamente a través del
cuerpo calloso, una masa de doscientos millones de nervios que es más
densa en las mujeres, lo que explica que éstas parezcan a priori más
intuitivas.
Filósofos, músicos, artistas y científicos de todos los tiempos -desde
Arquímedes a Einstein, pasando por Newton- deben a su intuición
importantes descubrimientos o la inspiración de sus mejores obras. Por
citar a algunos de la larga lista recordemos a Gustav Mähler, quien
afirmaba: "yo no elijo lo que compongo, lo que compongo me elige a mí"; a
Einstein, quien llegó a decir que "a la hora de hacer ciencia lo único
valioso es la intuición"; o a Dalí, que esperaba siempre para pintar "el
momento en que se produjera el delirio de lo instantáneo, a través de una
actitud activa sistemática y sabia ante los fenómenos irracionales".
Pero, aunque se establezca que la inteligencia intuitiva es innata en
todos nosotros, un don. ¿De dónde viene la información que se genera
durante este tipo de percepciones? ¿Se originan en nuestro inconsciente o
fuera de nosotros? ¿Se trata de una inspiración divina, de una conexión
con la energía universal? A quien cree que: " nuestros conceptos sobre lo
que es interno y externo son obsoletos y deberían reemplazarse por una
teoría de campo unificado, que une la mente individual con la Mente
Universal".
El mundo es un vasto océano de energía en el que las cosas existen unas
dentro de las otras, se comunican e influyen continuamente de manera
instantánea a los niveles más sutiles, mediante una especie de resonancia
sincronizada. Esta interconexión podría explicar el acceso intuitivo a
ciertos datos, pero aún así dejaría sin aclarar cómo se produce el
proceso.
El filósofo y místico hindú Sri Aurobindo creía que "el conocimiento
intuitivo es una luz que se enciende en el silencio y todo está ahí, ni
más arriba ni más abajo, justo bajo nuestros propios ojos, esperando que
nos aclaremos. No es tanto una cuestión de elevarse a uno mismo como de
despejar obstáculos". Y Patanjali decía en sus Yoga Sutras que "uno debe
construir su propio yo para que resulte tan inmóvil y claro como un
cristal y nos permita experimentar, sin falsificaciones, aquello que
reside más allá de uno mismo".
Prácticas para el desarrollo de una facultad innata
Dos factores impiden que podamos aplicar de forma eficaz nuestro sexto
sentido en la toma de decisiones: nuestra desconfianza de todo lo que no
sea racional; y que estos mensajes se manifiestan simbólicamente y de modo
fragmentario. Hay diversos ejercicios prácticos para superar estas trabas
y obtener respuestas intuitivas a preguntas concretas.
Reconocer el estado
En estado de relajación procura ser consciente de las impresiones que
recibes a través de los sentidos y de tus sensaciones internas. Utiliza
una grabadora para registrar en voz alta percepciones como. "Siento mi
respiración", "huelo a café", "oigo la puerta del vecino", me pica la
mejilla derecha"... Todo cuanto percibimos tiene un significado. Practicar
a menudo este ejercicio nos vuelve más receptivos.
Formular una pregunta
La intuición siempre está a nuestro servicio y es posible hacerle todo
tipo de preguntas. Eso sí, las cuestiones han de ser concretas o la
respuesta se podría interpretar de varias maneras. No se puede plantear
"¿Conoceré a mi pareja ideal?", porque si es alguien que ya se conoce la
respuesta será negativa. Hay que preguntar: "¿Cuándo conoceré a mi pareja
ideal?" En todo caso, hay que tener cuidado con lo que se desea saber. La
intuición siempre contesta y puede que no guste lo que nos comunica.
Obtener una respuesta
Escribe varias preguntas en diferentes papeles, y después con los ojos
cerrados, elige una al azar. Inmediatamente después, sin dar tiempo al
pensamiento racional a interferir, repite en voz alta todo lo que sientes
o percibes. Es importante grabar o que alguien de confianza anote lo que
digas. El kit de la cuestión consiste en no callar nada que venga a la
mente. Si ésta se queda en blanco, hay que respirar hondo, concentrarse en
una de las sensaciones y dejar que nos lleve a otra. Luego analiza tus
impresiones y trata de hallarles un significado desde el discernimiento.
Por último mira el papel elegido y descubre la pregunta a la que has
contestado. Es mejor no saber a qué se responde al hacer el ejercicio,
pues así el consciente no bloqueará el proceso.
Interpretar mensajes
Para descifrar el significado de tus impresiones, analízalas desde un
punto elevado de reflexión, o bien, lo que es lo mismo, desde el
discernimiento de lo que es. Busca similitudes entre las palabras o en su
fonética y pregúntate qué quiere decir para ti. Utiliza la asociación de
ideas. Si la intuición se ha manifestado mediante imágenes o símbolos,
como ocurre en los ejercicios de visualización, entonces intenta averiguar
qué significan éstos para ti o para tu familia, o conviértete en el propio
símbolo para ver qué sientes así.
Visualización guiada
Esta es una técnica similar a soñar despierto, en la que se imagina o
visualiza algo para obtener una respuesta a un problema concreto. Es
importante grabar también las escenas visualizadas. Y siempre hay que
"engañar" al pensamiento racional ocultándole la pregunta que se hace.
Para ello se puede dar varias preguntas a un amigo y pedirle que elija él
una y la guarde hasta que acabemos el ejercicio.
Conocer el futuro
Escribe varias preguntas en un papel y elige una al azar. Dibuja un
cuadrado, cierra los ojos y divaga mentalmente por cada una de sus
esquinas, mientras visualizas diferentes escenas, sentimientos o cosas en
cada una de ellas. Puedes ayudar a tu imaginación preguntándote: "¿Dónde
estoy?", "¿Qué sucede a mi alrededor?", etc. (Realiza el ejercicio antes
de seguir leyendo, para que la respuesta sea más intuitiva).
Las visualizaciones que has tenido en la primera esquina responden a tu
situación presente. La segunda contiene datos acerca del futuro próximo.
La tercera desarrolla la situación anterior. Y la cuarta habla sobre los
cambios que experimentarás pronto.
Evitar autoengaños
Es difícil saber cuándo una información ha sido brindada por la intuición
(con la certeza entonces de que será cierta) u obedece a una reacción
emocional, ansiedad, imaginación, rebeldía, etc. Para no autoengañarnos
los expertos recomiendan "conocerse uno mismo", y así identificar las
propias motivaciones y miedos. Ciertos hábitos que nos ayudarán son:
llevar un diario de nuestros estados anímicos, practicar técnicas que nos
eduquen para concentrar la atención, como yoga, meditación, etc. También
es positivo hacer ejercicio físico, abrir el corazón al mundo que nos
rodea y gozar con un sentimiento de gratitud hacia nuestros semejantes,
así como cultivar el sentido del humor, y jugar como si fuéramos los niños
que un día fuimos.
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