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La invasión silenciosa
Entre los seguidores e investigadores del fenómeno ovni existen diversas y
encontradas opiniones acerca de la posibilidad de una invasión por EBEs
(Entidades Biológicas Extraterrestres), algunos creen que ya se ha producido.
También hay controversia respecto a la bondad o maldad de los visitantes
espaciales o astrales, están los que piensan que hay que prepararse para una
invasión militar en toda regla, ya que ésta es inminente, hasta los que ven en
ellos
a los nuevos mesías que nos salvarán de los yugos autoimpuestos por nuestra
ignorancia.
Ya hace muchos años el conocido general MacArthur hablaba abiertamente
de la posibilidad de una invasión procedente del espacio exterior; incluso se
rumoreó insistentemente que la causa de su inexplicable destitución tras la
brillante campaña de Corea fueron sus discrepancias con Truman acerca de
este tema.
En
el gran congreso celebrado hace unos años en Acapulco sobre el fenómeno ovni, al
que asistieron prácticamente todos los especialistas mundiales sobre el
fenómeno, el científico y militar retirado del ejercito húngaro, mayor Colman
VonKeviczky, planteó la tesis de la invasión extraterrestre desde un punto
de vista estrictamente militar, al estilo de Idependence Day. A partir de entonces, no ha cesado de alertar
a los grandes líderes mundiales de este peligro. De hecho, en la reunión que
tuvo lugar en Naciones Unidas para estudiar el tema de los ovnis, VonKeviczky
fue invitado y expuso allí su idea. El militar continua insistiendo en su tesis,
y en el congreso de la ciudad de México hizo entrega a diversos investigadores
del fenómeno ovni de una copia de una carta del presidente (en aquellos
momentos) Clinton en respuesta a la suya en la que le instaba a que se
estudiase la probabilidad de una invasión por EBEs. Clinton le daba las gracias
amablemente, aunque no pueda afirmarse a ciencia cierta si tomó en consideración
alguna de sus propuestas, pese a su conocido interés por el tema de los ovnis.
De hecho, se rumoreó que en su último mandato iba a hacer público todo lo
referente a la cuestión, cosa que no sucedió como era de prever. Quizá
simplemente porque no conoce toda la materia existente en el tema de los EBEs y
los ovnis. Lo lógico es pensar que el presidente sí, sin embargo, quizá la
realidad sea muy diferente.
Al principio de los años cincuenta (léase el informe “matrix”) el propio
Gobierno de los EE.UU. fundó
un grupo formado por doce personas, llamado MJ-12
(Majestic-12), con el fin de controlar todo lo referente a los ovnis. Esta
información salió a la luz de una manera extraña y ciertamente sospechosa.
Aunque en 1982, Jaime Shandera recibiera un rollo de película con
ésta y otras muchas informaciones adicionales de gran trascendencia, la
existencia de este grupo sigue siendo hoy día motivo de controversia. Sin
embargo, estas noticias supusieron un cambio en la investigación del
fenómeno ovni. Stanton Friedman,
científico serio y respetable, analizó los documentos concienzudamente y
no le cabe duda de su autenticidad.
La invasión de los “grises”
Algunos investigadores van aún más allá. Creen que de alguna manera hemos
sido invadidos y que estamos casi a merced de una raza extraterrestre
procedente de Rigel. Se trata de los llamados
“grises”, vistos con regularidad en algunas zonas del
planeta.
Veamos en que consiste esta invasión. Según algunos investigadores, el
citado MJ-12 habría ido desarrollando a partir de 1947 diferentes
proyectos para estudiar y encubrir el tema de los ovnis. Concretamente, y
siempre según éstos, el proyecto
Platón se creó con
el fin de establecer relaciones diplomáticas con los diversos EBEs y
llegar a acuerdos con ellos para evitar hostilidades. Así, después del
primer contacto en la base de Holloman en abril de 1964, continuaron las
conversaciones en sucesivas reuniones y el MJ-12, en representación del
Gobierno norteamericano, hizo una especie de trato con una de las razas
alienígenas. Este convenio consistía a grandes rasgos, en una total
libertad de movimientos en nuestro planeta, permitiéndoles el secuestro de
seres humanos y animales a cambio de tecnología antigravitatoria. Este
“bombazo”, informativo, dividió a los ovnílogos norteamericanos en dos
bandos, por el momento irreconciliables. Los más racionalistas creen que
no hay nada de verdad en todo eso. Otros, por el contrario, creen que es
cierto, cuanto menos en parte. Incluso se dice que el doctor
Edward Teller,
padre de la bomba de hidrógeno, habría estado en los túneles de Nevada
trabajando en la puesta a punto de una
bombabarreno
para destruir a los extraterrestres. Según la opinión de algunos, parece
ser que se hallan en posesión de esta arma letal que utilizan ya en
algunas bases subterráneas. Tal ingenio bélico habría sido desarrollado en
virtud del proyecto
Excalibur, creado en 1972, y consistiría en emisiones de
ondas pulsátiles de baja frecuencia y gran poder destructivo.
En los cuatro últimos años de su mandato, el presidente
Reagan habló en varias ocasiones sobre el tema de los
EBEs. Habló sobre el tema de la amenaza y de nuestra obligada unión
(incluso con sus “odiados” vecinos soviéticos) si eso sucediera. Pero,
¿son estas reiterativas palabras fruto del sentido común o, por el
contrario, se trata de un test a propósito de algo que se está cociendo en
las altas esferas del poder? Me explicaré, aunque para ello tenga que dar
un pequeño rodeo.
En 1963 se celebraron una serie de reuniones secretas, la primera y la
última en un lugar llamado Iron Mountain, A ellas asistieron militares,
políticos y científicos de distintas disciplinas. Se trató, entre otros,
del tema de la conducción y control de las masas en épocas de paz y se
llegaron a conclusiones tan nefastas para la humanidad, como que las
guerras eran necesarias y que una sociedad orientada hacia la guerra es
mucho más estable y creativa que una sociedad pacífica (esta conclusión a
la que llegaron, me hace recordar que los servicios secretos de la mayor
potencia mundial fallaron estrepitosamente en el atentado del once de
septiembre, y a consecuencia el país entro en estado de guerra en un
momento en que la economía mundial entraba en recesión ¿curioso verdad?).
Llama la atención en este informe que una de las maneras para controlar a
las masas como sustituto de la guerra sea precisamente la
amenaza de una invasión extraterrestre.
El informe dice textualmente: “El más ambicioso e irreal de los programas del espacio exterior no puede
de por sí generar una amenaza creíble procedente de extraterrestres. Sin
embargo, se debatió mucho que tal amenaza sería la mejor esperanza para la
paz al unir a la humanidad contra el peligro de destrucción por EBEs”.
Este punto está directamente relacionado con las palabras de Reagan.
La unión de las naciones del mundo es algo que suena muy bien, pero que
entraña peligros ciertos: todos unidos bajo el
Nuevo Orden Mundial,
al que aludía Reagan, posteriormente Bush padre, Clinton y actualmente Bush hijo, seríamos una masa mucho
más manipulable e indefensa.
Pero como nos darán la noticia es hoy por hoy una conjetura, ¿Cuál será
esa noticia? ¿Nos informarán simplemente de que los ovnis existen y de que
están aquí? ¿Nos dirán también que tenemos que unirnos para luchar contra
el invasor? En este caso, el
informe Iron Mountain habrá tenido el uso para el que un día
de 1963 fue elaborado. De momento, sabemos que el Gobierno norteamericano
goza de la tecnología suficiente como para orquestar todo un simulacro de
desembarco, naves incluidas.
Esta tecnología capaz de fabricar ovnis se copió, según algunos
investigadores de la alienígena. Las pruebas de tales prototipos secretos
se estarían realizando sobre Groom Lake, una base restringida al norte de
Las Vegas, en Nevada, conocida también como
Área 51,
habitualmente utilizada para probar aviones espía como el
SR-71 Blackbird
y su sucesor, el
Aurora.
En la actualidad se sabe que tienen artefactos muy por encima de la
familia de los
SR-71, que, según Bill Hamilton, “harían
enmudecer al propio George Lucas”.
Otros investigadores, por el contrario, opinan que el fenómeno es
beneficioso. El científico James Hurtack admite que hay varias
especies visitando la Tierra desde hace tiempo. Algunas, entre las que
incluye a los causantes de las mutilaciones de ganado y ciertas
abducciones traumáticas, son nefastas para la raza humana, en tanto que
los que él denomina los
“divinos” serían beneficiosos y estarían ayudando al hombre en su evolución.
Robert Dean admite que el componente hostil es muy grande sin justificación
aparente, pero que el contacto con ellos puede ser positivo y que, además,
está a punto de producirse. Igualmente, se inclina a pensar que existe
algún tipo de pacto entre ciertos Gobiernos y alguna raza de EBEs. La
opinión de Dean, sin embargo, no resulta tan fiable. Su manera de actuar
es, por lo menos, sospechosa: como buen militar, aunque ya retirado, puede
ser que esté más activo que nunca, trabajando para su Gobierno. Lo mismo
ocurre con el coronel Wendelle Stevens, cuya función en todo este
juego de los ovnis no está nada clara.
El gran encuentro
Budd Hopkins,
tan acostumbrado a tratar con personas traumatizadas por el fenómeno de la
abducción con implicaciones sexuales, está aterrado, según decía hace
poco. Cree, además, que
la cosa
va a explotar en los próximos cinco o diez años porque “hay ya demasiado híbrido”.
El psiquiatra
John Mark, igualmente con gran experiencia en abducidos,
comparte la idea de que el gran encuentro se aproxima, pero cree que, a
pesar de lo negativo que es en apariencia, resulta positivo para la raza
humana.
La opinión del doctor Mack no deja de ser sorprendente viniendo de alguien
que, como él, conoce bien el psiquismo humano. La influencia y el dominio
de una sociedad más avanzada sobre otra menos desarrollada siempre ha
traído consecuencias funestas para esta última. En la reunión de
astrónomos y científicos de diversas ramas celebrada en 1971 en el
Observatorio Astrofísico de Byurakan (Armenia), en que participaron 54
expertos con el objeto de estudiar la posibilidad de comunicación con
inteligencias extraterrestres, alguno de ellos dijo textualmente que tal
comunicación sería “un terremoto para la cultura humana y
ésta correría el peligro de desintegrarse”.
El ex alto dirigente de la CIA
Víctor Marchetti
confesó cuando ya estaba retirado, que los altos mandos militares y
políticos de la nación creían que una aparición súbita de seres
inteligentes procedentes de otros mundos acabaría con la gobernabilidad de
los pueblos, ya que causaría una rebelión.
Tsiolkovsky,
el padre de los viajes espaciales rusos así como otros famosos astrónomos
y astrofísicos de la talla de
Anthony Hewish, Zdenak Kopal
y
Clyde Tombaugh piensan lo mismo y a sus nombres habría que
añadir una larga lista de científicos, intelectuales e investigadores del
fenómeno ovni desde hace décadas.
Posiblemente, el argumento de
Independence Day, aunque dramático sea mucho menos sórdido de lo
que está sucediendo en la realidad. No hay que ser demasiado
“conspiracionista” para ver claramente que estamos a merced de un grupo de
cratomaníacos que, poco a
poco, y por diferentes métodos, a veces muy sutiles, han ido tejiendo su
fina red sin que la gran masa sospeche nada. Probablemente debamos colocar
sobre el vértice de la pirámide a los ovnis. Están ahí casi desde siempre,
movidos por unas intenciones que se nos escapan, manejándonos como peones
de un juego cuyas reglas ignoramos. De ser todo ello cierto, cabría el
consuelo de imaginarnos como una pieza más de algún plan a escala cósmica.
Lo que en modo alguno resulta consolador es albergar la fundada sospecha
de que unos pocos, los de siempre, intentan una vez más vendernos al resto
por treinta monedas, aunque en esta ocasión estén acuñadas en cualquier
lejano rincón de la galaxia.
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