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Las tres ramas de la magia.
Sin
embargo, ninguna de estas divisiones citadas es completa, ya que en todas
ellas quedan lagunas que es preciso ir cubriendo bien que mal. Nosotros, por
nuestra parte, preferimos otro tipo de división, menos divulgada tal vez,
pero indudablemente mucho más precisa que las anteriores: aquella que divide
a la Magia en Adivinatoria, Ceremonial y Teúrgica.
Creemos que no hace falta explicar demasiado qué entra dentro de estos
términos, pero sí sea tal vez conveniente examinar sus alcances. En esta
división, la Magia se separa en tres grandes ramas, que se caracterizan por
los medios que emplea, por las características del acto mágico a
realizar y por los fines que busca. Y así la Magia Adivinatoria es aquella
por la cual preguntamos
y obtenemos una respuesta: es la geomancia, la astrología, la
cartomancia... La Magia Ceremonial, por su parte, es la que engloba dentro
de sí al acto mágico propiamente dicho: es aquella por la cual ordenamos
y esperamos conseguir unos resultados. Es pues una magia perentoria, y
constituye en realidad la base de toda la magia como tal fenómeno mágico: la
hechicería, la alquimia... La Magia Teúrgica, finalmente, que podríamos
definir también como "magia religiosa" (y aquí empleamos la palabra
"religiosa" en un sentido distinto al habitual), es aquella última por la
cual pedimos...
Preguntar, ordenar, pedir: he aquí las tres bases sobre las que se asienta
toda la Magia. Naturalmente, estas tres grandes ramas se bifurcan después en
otras muchas ramas más pequeñas, ramas secundarias y ramillas, que terminan
desmenuzando el fenómeno Magia en fragmentos minúsculos. Pero, ¿vale la pena
hacer este desmenuzamiento aquí? Creemos que no.

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