Los medios de comunicación social
Los medios de comunicación -como la editorial, la prensa, el cine, la radio,
la televisión, Internet, correo electrónico…- influyen a la sociedad, sobre
todo al servicio de los sectores dominantes. Casi todos los medios de
comunicación se encuentran atenazados por los intereses de las grandes
corporaciones que, o son propietarias de los medios, o los financian con su
publicidad. Por otra parte, esta publicidad es manipuladora, y se sirve
fundamentalmente de los instintos humanos sexuales, de poder, etc. –que a la
vez el Poder se encarga de reprimir.
Se suele decir que en las sociedades democráticas, que
viven en un Estado de Derecho, donde la libertad de expresión es la base del
sistema democrático, no existen los típicos censores de las dictaduras. Pero
lo cierto es que no hacen falta censores, si todos los “servicios
informativos” de los medios de masas coinciden sobre la manera de difundir
algunas noticias, mientras que otros simplemente las ocultan al público
receptor.
Es el propio periodista quien suele ejercer como
autocensor a la hora de elegir las noticias y la forma de su redacción, pues
muchos escriben mirando más bien en el propio provecho, intentando mantener
o agrandar su imagen y su apariencia de libertad. Esta autolimitación hace,
para el Sistema, el papel clásico de un censor.
Los
medios de comunicación tratan de “informar” a la vez que ideologizan a la
sociedad con la doctrina del Sistema, intentan entretener a las masas con un
ocio-basura y transmitirles las bases con las que encadenarlos al consumo y
al mercado. Existe toda una manipulación de la opinión pública, pero es
necesario reflexionar sobre si los mass media manipulan la opinión pública,
o si en realidad simplemente la ignoran, y averiguar hasta donde llega su
influencia. Porque es evidente que la pasividad de las personas que consumen
información a través de los mass media no siempre significa la aceptación de
su contenido. Existen otros medios de transmisión de conocimientos –aunque
no sean de masas- que ayudan a plantear como mínimo serias dudas sobre
afirmaciones muy frecuentes que atañen a la policía, al ejército, a los
precios…
Se debe ser muy crítico con la versión oficial que se
suele dar a cada acontecimiento de la vida, e intentar encontrar la
hipocresía que las caracteriza. Es muy normal encontrar todo tipo de
detalles en torno a sucesos nimios y sin importancia, mientras que ocultan
muchas situaciones y sucesos cotidianos de verdadera importancia.
No se puede hablar de libertad de expresión si se nos
oculta parte de la realidad, ni tampoco es posible analizar con libertad la
realidad si no se conoce con exactitud. Los pocos programas de investigación
o de debate serio tampoco son precisamente el ejemplo de “independencia” y
“objetividad” de que tanto presumen. La llamada “objetividad en la
información” siempre depende del punto de vista de quien emite y difunde
dicha información. Son las luchas entre grupos de poder lo que les obliga a
autodefinirse como “independientes”, cuando en realidad quieren decir que no
pertenecen a un determinado grupo empresarial pero pertenecen a otro quizás
no tan conocido.
Es sorprendente que gran parte de la sociedad crea sin
dudar que son los mass media –en su “cacareada Democracia”- una garantía
para defender sus “libertades”. Deberíamos evitar esa mentalidad tan
peligrosa que consiente a los mass media en sus responsabilidades de
justicia social, mediante espectáculos de entretenimiento que “el gran
hermano” nos ofrece.
Este
control ejercido desde los mass media ha contribuido a la homogeneización de
la cultura a escala global, especialmente entre países donde la televisión
es un medio muy extendido entre la población. Con la televisión se busca
desinformar, entretener y distraer más que informar, educar o enseñar a
pensar. Los “programas basura” son un insulto a la inteligencia y una
manipulación.
Existen personas que necesitan obsesivamente mirar la
televisión. Así están perdiendo la riqueza de la vida, el valor de lo que
les rodea. Deberían conocer la forma adecuada de relacionarse con los medios
de comunicación y de asistir a los espectáculos, y si no la conocen mejor
sería que no leyeran los diarios, ni escucharan la radio o vieran la
televisión, pues si pueden estar un tiempo libre de esas influencias se
alejan de la frecuencia que emite caos, ansiedad, stress, y
tentaciones de toda clase con cosas que el ser humano no necesita para nada.
La tecnología moderna conoce los procedimientos para
controlar las frecuencias y los efectos que éstas producen en el ser humano.
Las televisiones son instrumentos que manipulan nuestra consciencia día a
día, y el proceso de esta manipulación está tan perfeccionado que nosotros
mismos respondemos con la enfermedad al error al que se nos induce por vía
televisiva. Hay una generación entera que se está perdiendo con lo que la
televisión sugiere, aunque con ello haya quien se beneficie... y mucho.
Se puede
pensar que algunos programas elevan y muestran lo libre que puede ser una
persona, pero en forma subliminal se les envía una frecuencia que los
mantiene pasivos. El mensaje subliminal nos mantiene inmovilizados y sujetos
al "sobrevivir, ir a trabajar, llegar, ser puntual, callarse...” La
televisión también promociona la inactividad y el sedentarismo.
La tecnología empleada en estos mensajes subliminales ha sido tan
desarrollada que muchos técnicos en electrónica, informática y
telecomunicaciones se preguntan de su procedencia. El uso de esta tecnología
para alterar y limitarla consciencia humana ya es un programa de
implantación mundial. Y, ciertamente, el programa ha tenido éxito, sólo hay
pensar en las viviendas que poseen más de un televisor
La electrónica también interfiere la frecuencia cerebral
del ser humano, y en ciertos casos produce energía estática en nosotros,
para que nos mantengamos dentro de una cierta vibración, la de ser pasivos,
inactivos y vivamos como ganado productivo. Muchas personas se encuentran
“raras” o tienen dolor de cabeza después de trabajar con ordenadores,
especialmente si lo hacen desde los equipos de las grandes compañías. Estas
grandes corporaciones conocen el tema del control mental, y usan las mentes
de sus trabajadores para generar todo lo que les traiga provecho. Los
ordenadores personales caseros no son tan poderosos.
Otra forma de manipulación consiste en fomentar el
rechazo de las ideologías políticas, de forma que no se le de ninguna
importancia a la política y se haga caso omiso de ella. Sin interés alguno
por la política ni por las cuestiones sociales, se puede manipular más
fácilmente al rebaño.
El fomentar el rechazo de las humanidades es otra manera
de manipular. Con ello se pretende desvalorizar y omitir lo clásico, lo
antiguo, la filosofía, etc. Se pretende crear un “ciudadano hormiga” que
destaque por su trabajo “eficiente”, por su “sabiduría”, que fomente el
poder de la tecnología pero que desconozca la verdadera espiritualidad y la
auténtica filosofía. Es muy fácil manipular a un individuo que no es
espiritual ni tiene una filosofía propia. Esta situación hace que nos
encontremos a muchos expertos en informática o técnicos muy habilidosos que
viven y se comportan de manera mediocre o negativa. Todo ello unido a la
irrupción de Internet y de las tecnologías de videovigilancia provoca un
cóctel explosivo, una manipulación de las masas sin límites.
Se puede observar como se intenta imponer desde occidente
a todo el planeta una réplica más o menos lograda de su propio estilo de
vida, de los patrones de consumo, de los valores y normas, de las ideas y
creencias. Este neocolonialismo afianza sin duda la aceptación del sistema
capitalista, la explotación laboral cotidiana como un hecho que se debe
asumir como una realidad incuestionable.
La manipulación social es una inmoralidad y la forma más
grosera de esclavización del ser humano, porque trata de desposeerle de lo
que le es más propio y característico, su consciencia, su inteligencia y su
libertad, y el objetivo no engloba a individuos aislados sino al conjunto de
la sociedad.
Por poco que se investigue y reflexione resulta evidente
la existencia de auténticos centros de poder donde se decide, se programa y
se planifica la manipulación social del ser humano.
