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LA
MÍSTICA
La vida de las personas espirituales es oración y, cuando oramos, no sólo
obramos como ellas, sino que también nos unimos a ellas y oramos con ellas.
Mística, en su sentido original, significa unión con Dios, y ser espiritual
supone vivir en estado de oración.
El individuo común, quizás percibiendo los primeros vislumbres de la vida
espiritual, cree en su simplicidad que existen separados el cielo y la
Tierra, y que Dios vive en el cielo con los ángeles y con las almas de las
personas que dejan esta Tierra. Esto, aunque en cierto sentido no deja de
ser verdad, es una visión muy limitada de la vida. En realidad, el Universo
posee infinitos planos, y en cada uno de estos planos se desenvuelven
infinidad de formas de existencia, todas ellas diferentes entre sí, con
niveles de consciencia y de inteligencia desiguales, con objetivos
particulares y, por consiguiente, cada una de ellas tiene una perspectiva y
un concepto diferente de lo que es la verdad.
La mística es una cuestión muy importante de la espiritualidad que casi
nunca se trata de manera conveniente. Debido a la ignorancia que existe
sobre este tema casi todos los que entran en este tipo de experiencias se
confunden, sufren, pierden el norte del camino espiritual y extravían su
vida. Y lo más nefasto es que cuando ostentan cierta notoriedad pública
extravían a las demás personas.
Pero nada se pierde en realidad en el Universo, sino que todo se aprovecha.
Cuando un ser humano entra en su interior, actúa mecanismos desconocidos
para él mismo y abre de forma inconsciente, ignorante y estúpida, ciertas
compuertas que tienen la finalidad de contener y preservar nuestra energía
vital, siente así un “calor” y un placer que “no son de este mundo”.
Confunde entonces esta circulación de energía con el gozo de encontrar a
Dios y, desgraciadamente, confunde toda la perspectiva de lo que es el
verdadero camino espiritual. Como no estamos solos en el Universo, y en éste
nada se desaprovecha, ciertos entes se benefician acopiando de estas fuentes
de energía.
En casi todas las religiones existen grupos más o menos sectarios que se
definen a sí mismos como místicos o contemplativos. Suelen ser grupos de
personas ignorantes y de espiritualidad sospechosa, porque fundamentalmente
sólo buscan en la religión y en su supuesto trato con lo divino placer y una
compensación al sufrimiento que existe en sus propias vidas. Fascinadas por
el mundo incomprensible, misterioso y oculto que se imaginan ante sí sienten
la sed, en muchas ocasiones influida por estos entes, de entrar en él, y
cuando lo hacen se pierden.
La espiritualidad no es, de ninguna manera, un desarrollo personal que tiene
como objeto alcanzar un paraíso, un lugar o un estado en el que podamos
gozar inefablemente de una manera individual, absurda y egoísta. El objeto
de la espiritualidad es obrar adecuadamente y por ello es necesario que
estemos siempre acompañados de la consciencia, del conocimiento y del
discernimiento. |
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