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MOTIVACIÓN
La motivaci ón
es una fuerza muy poderosa que pone en marcha recursos anímicos que nos son
insospechados y desconocidos. Es una energía intensa que nos moviliza en la
dirección espiritual, nos revitaliza, activa la voluntad y desencadena el
esfuerzo necesario. Con motivación puede realizarse casi cualquier trabajo,
porque cuando hay motivación
incluso el esfuerzo parece menor o se convierte en gratificante.
La motivaci ón
previene contra la languidez y la pereza, nos sacude y nos saca del
embotamiento, del letargo y de la desgana. Los objetos de la motivación son
innumerables, pero la fuerza de la motivación es una. Si hay motivación el
ánimo no decae o, por lo menos, en los momentos de desaliento, la motivación
permitirá recuperarnos enseguida. Pero la motivación tiene que estar, en lo
posible, libre de apego, compulsión
y codicia.
La capacidad de motivarse a
uno mismo es una virtud. Los pensamientos y los sentimientos favorecen u
obstaculizan la capacidad de obrar. Por eso, a medida en que nos sintamos
entusiasmados y felices con lo que hacemos, con m ás
facilidad conseguiremos nuestro objetivo. Es muy importante la capacidad
para controlar los impulsos inconscientes, y poder demorar la gratificación
que creemos que nos corresponde por haber efectuado determinado servicio con
miras de cumplir un objetivo. Este servicio puede ser cualquier cosa, desde
resolver un problema de matemáticas hasta construir un edificio. Moderar los
propios impulsos significa autorregularse emocionalmente y, en este caso, la
demora de gratificación nos permite regular nuestro estado de ánimo,
facilitando el obrar y motivándonos a persistir con nuestro intento, a pesar
de los contratiempos. Entonces encontramos nuevas formas de entrar en ese
estado de “flujo”
que nos permite seguir obrando adecuadamente.
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