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LA NIÑEZ
Diferencias de género.
En los primeros años de escuela infantil ya han aparecido diversas
diferencias de género fiables. Una de ellas tiene que ver con la preferencia
de juguetes y juegos. Hacia los 2 o 3 años, las niñas cosen, ensartan
cuentas y juegan a amas de casa, mientras que los niños manejan pistolas,
camiones de juguete, tractores y coches de bomberos y hacen trabajos de
carpintería. Pero desconocemos las causas de esta tipificación de género
precoz de actividades e intereses. Quizá exista alguna base biológica, dado
que aparecen tan pronto, pero también es cierto que ya han transcurrido
varios años en los que puede haberse producido algún tipo de socialización.
Otra diferencia muy temprana es la correspondiente a la conducta agresiva.
Tan pronto como ésta aparece en los niños, hacia los 2 años, surgen
diferencias de género: los niños son más agresivos que las niñas. Esta
diferencia persiste durante los años de escolarización.
La socialización.
Las fuerzas socializadoras relativas a los papeles asignados a los géneros
cobran mayor importancia durante la niñez. El término socialización se
refiere a las formas que utiliza la sociedad para transmitir a las personas
las expectativas que tiene aquélla con respecto a su conducta. La misma
familia inmediata del niño puede comenzar a tener distintas expectativas con
respecto a él. Por ejemplo, quizá se espere de la niña que ayude a poner la
mesa y del niño que retire la basura. Asimismo, la cultura, en general,
también tiene una enorme influencia.
Con independencia de que se lo propongan o no, las escuelas transmiten a
menudo la información sobre los papeles estereotipados asignados a los
géneros.
Los medios de comunicación son poderosos agentes socializadores. Muchas
personas dan por supuesto que las cosas han cambiado mucho en los últimos
veinte años y que los estereotipos de género son cosas del pasado, pero las
cosas no han cambiado tanto. La televisión (tanto en los programas como en
los anuncios) sigue presentando papeles estereotipados.
En los anuncios de televisión el narrador suele ser varón, la voz de la
autoridad es de varón. Los pocos anuncios que cuentan con una narradora, la
mujer no se dirige a la audiencia televisiva, sino a perros, gatos, bebés y
a mujeres que estén haciendo dietas. Por el contrario, se han detectado
ciertas tendencias a huir de los estereotipos. Por ejemplo, en los anuncios,
los hombres van apareciendo cada vez más en el papel de esposo o padre. Se
ha demostrado que los estereotipos de los mensajes de la televisión producen
efectos reales en la conducta de niños y niñas.
También es cierto que se registran variaciones considerables entre las
familias en cuanto a la forma de socializar a niños y niñas con respecto a
los papeles asignados a cada género. Los padres muy "liberados" pueden estar
muy pendientes de dar camiones a sus hijas para que jueguen y muñecas a sus
hijos, así como de asegurar que padre y madre se reparten por igual las
tareas de crianza de sus hijos. Es probable que una familia más tradicional
estimule en mayor grado los papeles tradicionales.
Un factor que provoca variaciones en cuanto a las fuerzas de socialización,
tanto entre familias como dentro de una misma, es su tamaño y la posición
ordinal del niño entre los hermanos. Por ejemplo, las niñas que tienen
hermanas, comparadas con las que tienen hermanos, se interesan
significativamente más por las actividades "femeninas".
La escuela
Parece que las niñas se adaptan con mayor facilidad que los niños a la
escuela. Es mucho más frecuente la remisión a evaluación psicológica y la
asignación a clases de recuperación de niños que de niñas. Nótese el
contraste entre esta situación y los problemas de adaptación en la edad
adulta. Las interacciones de las niñas con los maestros parecen ser más
agradables y menos conflictivas. Es normal encontrar que las niñas de
escuela infantil se relacionen con los adultos con doble frecuencia que los
niños.
Conductas "masculinas"
A pesar de los resultados de las investigaciones sobre las diferencias entre
los géneros y la socialización, no todas las niñas se adaptan. Muchas chicas
de secundaria actúan como los chicos y, también, muchas mujeres adultas han
actuado de ese modo en su infancia.
Por tanto, no todas las niñas se quedan en casa jugando con muñecas. En
realidad, es probable que la mayoría participe en juegos activos que,
tradicionalmente, se han considerado "masculinos". Quizá, el mantenimiento
de estas conductas sea una versión infantil de la androginia.
Aunque muchos críticos sociales destacan el carácter restrictivo de la
socialización de las niñas, quizá sea cierto que las conductas que se
apartan del estereotipo se toleren mucho menos a los niños que a las niñas.
Muchos padres aceptan que sus hijas suban a los árboles y jueguen al
béisbol, pero se molestarían mucho si un hijo jugara con muñecas. Después de
todo, es mucho peor ser marica que marimacho. La exigencia de que los niños
se adapten a las ideas sociales aparece mucho antes y se requiere con mucho
más vigor que la actitud semejante con respecto a las niñas.
Existen ciertas áreas en las que aparecen diferencias de género en la
infancia y, en cierta medida, se produce la socialización. Sin embargo,
también es verdad que las semejanzas entre los géneros constituyen la regla
y que a muchas niñas se les permite una libertad considerable y se estimula
su aprovechamiento escolar.
Es probable que las presiones más fuertes para la adopción de papeles
estereotipados de su género no se produzca hasta la adolescencia. Pero, en
cierto sentido, esto puede resultar a la niña aún más difícil que si se
establecieran restricciones consistentes en relación con su papel social.
Durante la mayor parte de su infancia, la niña goza de libertad para hacer
lo que quiera y sólo más tarde se le dice que no debe comportarse de
determinados modos. |
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