Condiciones
adicionales
Sin embargo, la firma
de un documento no era más que una parte de pacto (que no siempre se incluía
en la declaración pública). En el Compendium Maleficarum (1608),
Guazzo clasifica las complicadísimas partes de la ceremonia, siguiendo la
liturgia católica. En la edición de 1626 se añadieron ilustraciones de siete
de los pasos, que reproducimos en este trabajo. Al final de este texto se
pueden observar.
1. Negación de
la fe cristiana. Guazzo nos ofrece un juramento representativo: "Reniego del
creador del cielo y la tierra; reniego del bautismo; reniego de la adoración
que antes rendía a Dios. Me adhiero al Diablo y sólo en él creo." Pisotear
la cruz, acto que acompañaba al juramento, fue desde la antigüedad una parte
importante de este ritual.
2. El Diablo
volvía a bautizarlos imponiéndoles otro nombre.
3. Eliminación
simbólica del crisma bautismal (óleo consagrado y mezclado con bálsamo).
4. Renuncia a
los padrinos y asignación de otros.
5. Entrega de
una prenda de vestir al Diablo en señal de sometimiento.
6. Juramento
de lealtad al Diablo en el interior de un círculo mágico trazado en el
suelo. En su History of the Inquisition (1692), Liborch describe una
ceremonia ligeramente distinta: "En prueba de esta [lealtad], colocaban la
mano izquierda a la espalda, tocaban la del Diablo y le ofrecían algo para
demostrar su sometimiento."
7. Pedían al
Diablo que escribieran su nombre en el Libro de la Muerte.
8. Prometían
sacrificar niños al Diablo. Este punto dio lugar a la leyenda de que las
brujas asesinaban a niños menores de tres años, según Errores Gazariorum.
9. Prometían
pagar un tributo anual al demonio que se les asignaba de antemano. Sólo
servían los objetos de color negro.
10. Recibían
la marca del Diablo en varias partes del cuerpo, como el ano en los hombres,
y el pecho y los genitales en las mujeres, de modo que esas zonas quedaban
insensibles. Las marcas tenían forma variable: de pata de conejo, de sapo o
de araña. El Diablo sólo imponía esta marca a quienes consideraba poco
fiables, punto en el que Guazzo no estaba de acuerdo con la mayoría de los
expertos.
11. Votos de
servicio al Diablo: no adorar jamás el sacramento, destrozar reliquias
sagradas, no utilizar jamás agua o cirios benditos y mantener en secreto su
relación con Satanás.
Sinistrari, el
último de los demonólogos clásicos, respetó la lista de Guazzo, pero omitió
los puntos 3, 4, 8 y 9 y añadió otros tres: pisotear medallas benditas,
jurar lealtad sobre "un repugnante libro negro" y prometer hacer
proselitismo.

Las
brujas reniegan del bautismo y la fe cristiana, no reiteran su obediencia a
Dios y repudian la protección de la Virgen, a quien llaman burlonamente
La Rousse. Niegan los sacramentos de la Iglesia y pisotean la santa cruz
y las imágenes de la Virgen y los santos. Guazzo, 1626.

La
bruja recibe un nuevo bautismo en el nombre del Diablo y, tras renunciar al
suyo, se le impone otro. Guazzo, 1626.

El
Diablo confirma la decisión de la bruja arañándole la frente para borrar el
crisma bautismal. Guazzo, 1626.

Las
brujas dan al Diablo una prenda de ropa en señal de que éste las separa de
las cosas espirituales, corporales, naturales y terrestres. Guazzo, 1626.

Las brujas juran lealtad al Diablo en un círculo trazado en el suelo, porque
el Diablo desea que lo consideren el señor del cielo y la tierra o porque el
círculo es el símbolo de la divinidad y la tierra el escabel del Señor.
Guazzo, 1626.

Las
brujas piden al Diablo que borre sus nombres del libro de la vida y los
inscriba en el de la muerte. Guazzo, 1626.

Las
brujas prometen sacrificar niños, matando a uno cada mes mediante hechizos
o chupándoles la sangre cada quince días. Guazzo, 1626.

Las
brujas prometen no adorar los santos sacramentos, insultar a la Virgen y a
los santos, escupir sobre las reliquias sagradas y destruirlas, no emplear
agua ni cirios benditos, no confesar sus pecados y mantener en absoluto
secreto su relación con el Diablo. Guazzo, 1626.
|