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La Evocación
Para
conseguir éxito en las evocaciones infernales, nos dice Levi, hay que tener
las siguientes cualidades:
1º Una pertinacia invencible.
2º Una conciencia a la vez endurecida en el crimen y muy inaccesible a los
remordimientos y al miedo.
3º Una ignorancia afectada o natural.
4º Una fe ciega en todo lo que no es creíble.
5º Una idea completamente falsa de Dios.
A continuación, hace falta: En primer término, profanar las ceremonias del
culto en que se crea, y pisotear sus signos más sagrados. En segundo
término, hacer un sacrificio sangriento. En tercer lugar, procurarse la
horquilla mágica.
La horquilla mágica es una rama de avellano o de almendro perteneciente a un
solo brote, que es necesario cortar de un solo tajo con el cuchillo nuevo
que habrá servido para el sacrificio; la varita en cuestión debe terminar en
forma de horquilla; esta horquilla será necesario herrarla con una horca de
hierro o de acero, hecha con la misma hoja de cuchillo con la que se haya
cortado.
Una vez dispuestos todos estos elementos, será preciso ayunar durante quince
días, no haciendo más que una sola comida al día, sin sal, después de la
puesta del sol; esta comida consistirá en pan negro y sangre sazonada con
especias, sin sal, o en habas negras con hierbas lechosas y narcóticas.
Cada cinco días el futuro pactante deberá embriagarse después de la puesta
del sol con vino, en el que se habrán puesto durante cinco horas, en
infusión, cinco cabezas de adormideras negras y cinco onzas, o sea 144
gramos, de cañamones triturados, todo esto contenido en un lienzo que haya
sido hilado por una prostituta... aunque, en rigor, el primer lienzo que se
tenga a mano puede servir, con tal que haya sido hilado por una mujer.
La evocación puede hacerse, ya sea en la noche del lunes al martes, ya sea
en la del viernes al sábado.
Es necesario escoger un sitio solitario y abandonado, tal como un cementerio
frecuentado por los malos espíritus, una casa ruinosa en medio del campo, la
cripta de una convento abandonado, el lugar donde se haya cometido un
asesinato, un altar druídico o una antiguo templo idolátrico.
El pactante deberá proveerse de un sayo negro, sin costuras y sin mangas, de
un capacete de plomo constelado con los signos de la luna, de Venus y de
Saturno, de dos velas de sebo humano, colocadas en candelabros de madera
negra tallados en forma de media luna, de dos coronas de verbena, una espada
mágica de mango negro, la horquilla mágica, un vaso de cobre que contenga la
sangre de la víctima, un pebetero para los perfumes, que serán: incienso,
alcanfor, áloes, ámbar gris y estoraque, todo esto triturado y convertido en
pastillas, que se amasarán con sangre de macho cabrío, de topo y de
murciélago; también será necesario tener cuatro clavos arrancados del ataúd
de un ajusticiado, la cabeza de un gato negro, alimentado durante cinco días
con carne humana, un murciélago ahogado en sangre, los cuernos de un macho
cabrío cum quo puella concubuerit , y el cráneo de un parricida.
Todos estos objetos horribles y muy difíciles de conseguir deberán
disponerse de la siguiente manera:
Se trazará un círculo perfecto con la espada, reservándose, sin embargo, una
ruptura para salir, o un camino de salida; en el círculo se inscribirá un
triángulo, y se colocará el pantáculo (pues el círculo así realizado es un
pantáculo) con la sangre; después, en uno de los ángulos, se colocará el
trípode, que también deberemos contar entre los objetos indispensables; en
la base opuesta del triángulo se harán tres pequeños círculos, para el
operador y sus dos ayudantes, y detrás del círculo del operador, la propia
insignia del lábaro o el monograma de Constantino. El operador o sus
acólitos deberán llevar los pies desnudos y la cabeza cubierta.
Se habrá llevado también la piel de la víctima inmolada. Esta piel, cortada
a tiras, se colocará en el círculo, formándose con ella otro círculo
interno, que se fijará en los cuatro rincones con los cuatro clavos del
ajusticiado; cerca de los cuatro clavos, y fuera del círculo, se colocará la
cabeza del gato, el cráneo humano -o más bien inhumano-, los cuernos del
macho cabrío y el murciélago; se les rociará con una rama de abedul empapada
en la sangre de la víctima; después se encenderá un fuego de madera de aliso
y de ciprés; las dos velas mágicas se colocarán a derecha e izquierda del
operador, en las coronas de verbena.
Se pronunciarán entonces las fórmulas de evocación que se encuentran en los
elementos mágicos de Pedro de Apono o en los grimorios, sean manuscritos,
sean impresos.

Círculo goético de las evocaciones negras y de los pactos.
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