LA
PERSEVERANCIA
Cuando
aconsejamos resistir, no es sólo una expresión de aliento para alguien que
se encuentra en apuros, sino un buen consejo para alguien a quien le va
bien en el mundo. Al guiar o animar a los demás, al mejorarnos a nosotros
mismos, al consagrarnos de lleno a una causa más grande, la perseverancia
es crucial para el éxito.
La perseverancia es un
rasgo de carácter esencial para la progresión del ser humano. Muchas cosas
buenas que se pueden hacer en este mundo se pierden en medio de titubeos,
dudas, vacilaciones y falta de determinación.
La perseverancia
también es esencial para quienes han optado por hacer el bien en el mundo
actuando como tábanos. Sócrates, reconocido “Tábano” de la antigua Atenas,
declaró con toda seriedad en su juicio que “mientras respire y tenga
capacidad, no dejaré de practicar la filosofía, de exhortar y señalar a
todos los que encuentre: Eres ateniense, ciudadano de la ciudad más
grande, con la mayor reputación por su sabiduría y poder; ¿no te
avergüenza, en tu avidez de poseer tanta riqueza, reputación y honores, no
interesarte en la sabiduría ni la verdad, o el mejoramiento de tu alma?”
Las insistentes exhortaciones de Sócrates irritaron a muchos atenienses, y
fue condenado. Pero hay peores destinos, como Sócrates señaló; mientras
que él sólo fue condenado a muerte, sus acusadores, con ese mismo acto, se
condenaron a la maldad.
“Las carreras se ganan
con tesón”, reza la moraleja de la conocida fábula de Esopo sobre la
tortuga y la liebre. En su Vida de Sertorio, Plutarco cuenta que
este gran soldado romano, mientras se desempeñaba como pretor en España en
el primer siglo antes de Cristo, preparó una demostración para sus tropas
con el mismo efecto, después de lo cual las interpeló de esta manera:
“Como veis, soldados, la perseverancia surte mayor efecto que la
violencia, y muchas cosas que no se pueden superar cuando están juntas
ceden cuando se abordan una por una. La asiduidad y la perseverancia son
irresistibles, y con el tiempo derrocan y destruyen a las mayores
potestades, pues el tiempo es amigo y asistente de quienes usan su buen
tino para aguardar su oportunidad, y enemigo destructivo para quienes
avanzan a tientas y a locas”.
Como la mayoría de las virtudes, la persistencia y la perseverancia no
pueden operar para el bien del mundo aisladas de la inteligencia práctica.
Una persona que es sólo persistente puede ser un fastidio irritante, sin
ningún efecto saludable. Pero en el contexto adecuado, usando el
discernimiento y en justa combinación con otras virtudes, la perseverancia
es un ingrediente esencial en el progreso humano.
¿Cómo alentamos a los
niños a perseverar, a insistir en el esfuerzo de perfeccionarse a sí
mismos, de mejorar la suerte propia y ajena? Apoyándolos en todo momento,
siendo su guía y su aliento, y por medio del ejemplo.
NUNCA CEJES
Cuando las cosas andan
mal, como a veces sucede,
cuando el camino que
recorres parece cuesta arriba,
cuando escasean los
fondos y se suman las deudas,
y aunque quieras
sonreír, sólo puedas suspirar,
cuando te acechan
cuitas y penurias,
descansa si debes,
pero nunca cejes.
Rara es la vida, con
sus vueltas y revueltas,
y todos con el tiempo
lo aprendemos;
más de un fracaso
puede ser un triunfo
si uno persiste en vez
de claudicar.
Persiste en tu tarea,
aunque el andar sea lento,
tal vez triunfes con
otro golpe más.
El éxito es fracaso puesto al revés,
la faz brillante de
las nubes de la duda,
y nunca has de saber a
qué distancia estás:
puede ser cerca cuando
parece lejos;
sigue en la lucha
cuando más te golpeen.
Y aunque todo luzca
negro, nunca cejes.
¿Quién sabe lo que es
triunfo, quién sabe lo que es fracasar? |