Las proteínas distintas
presentan distintas exigencias digestivas. Por ejemplo, la mayor acción
enzimática sobre la leche se produce durante la última hora de la digestión,
mientras que en la carne se produce durante la primera hora y en los huevos
hacia la mitad de la digestión. Resulta instructivo recordar la antigua ley
dietética que Moisés impuso a su pueblo, prohibiendo el consumo simultáneo
de leche y carne.
Dos carnes parecidas, como el
buey y el cordero, o dos clases de pescado como el salmón y las gambas, no
son de naturaleza lo bastante dispar como para provocar un conflicto
digestivo en el estómago y pueden, por tanto, ser consumidas al mismo
tiempo.
Debemos ingerir únicamente una
clase principal de proteína en cada comida. Evitar combinaciones como carne
y huevos, carne y leche, pescado y queso. Tenemos que asegurarnos de que
asimilamos todos los aminoácidos imprescindibles variando el tipo de
proteína concentrada que consumimos en cada comida.