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PROTOCOLO I
Asunto.- El libre
pensamiento.- El poder del Oro.- El enemigo Interior.- Política y Moral.-
El derecho del mas fuerte.- El invisible e invencible poder hebraico.- La
fuerza de la multitud es ciega.- Autocracia.- Corrupción.- Bases del
gobierno Judaico.- Terrorismo.- Libertad, Igualdad y Fraternidad.- La
Aristocracia plutócrata.- Libertad mal comprendida.
1.- Dejemos de lado toda fraseología; estudiemos en sí misma cada idea e
ilustremos la situación por medio de comparaciones y deducciones.
2.- Voy, pues, a formular nuestro sistema desde el punto de vista nuestro
y desde el punto de vista de los GOYIM (goyim= no judíos).
3.- Hay que hacer notar ante todo, que los hombres dotados de malos
instintos abundan más que los de buenos sentimientos. Por esta razón hay
que esperar mejores resultados cuando se gobierna a los hombres por medio
de la violencia y el terror, que cuando se trata de gobernarles por medio
de las discusiones académicas. Todo hombre aspira al poder; cada uno
quisiera convertirse en dictador; si esto fuera posible al mismo tiempo,
muy poco faltaría para que no estuviesen todos, prontos a sacrificar el
bien de los demás, a cambio de conseguir cada uno su propio provecho.
4.- ¿Qué es, pues, lo que ha reprimido hasta ahora a esa bestia feroz que
se llama hombre? ¿Qué es lo que ha podido dirigirle hasta el presente?
5.- Al iniciarse el orden social, el hombre se ha sometido a la fuerza
bruta y ciega; más tarde, a la Ley, que no es más que esa misma fuerza,
pero disfrazada. De donde yo saco la conclusión que, según la Ley Natural,
el derecho radica en la fuerza.
6.- La Libertad Política es una idea y no un hecho. Se necesita saber
aplicar esta idea cuando es necesario atraer las masas populares a un
partido con el cebo de una idea, si ese partido ha resuelto aplastar al
contrario que se halla en el poder. Este problema resulta de fácil
solución si el adversario se mantiene en el poder en virtud de la idea de
libertad, de eso que se llama LIBERALISMO, y sacrifica un poco de su
fuerza en obsequio de esa idea: la libertad. Y he aquí por dónde ha de
llegar el triunfo de nuestra teoría: una vez que se aflojan las riendas
del poder, inmediatamente son recogidas por otras manos, en virtud del
instinto de conservación, porque la fuerza ciega del pueblo no puede
quedar un solo día sin tener quien la dirija, y el nuevo poder no hace
otra cosa sino reemplazar al anterior debilitado por el Liberalismo.
EL ORO.
En nuestros días, el poder del oro ha reemplazado al poder de los
gobiernos liberales. Hubo un tiempo en que la fe gobernaba. La idea de
libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de ella en su
justa medida. Basta dejar al pueblo que por algún tiempo se gobierne a sí
mismo, para que inmediatamente esta autonomía degenere en libertinaje.
Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego en luchas
sociales, en las que los Estados se destruyen, quedando su grandeza
reducida a cenizas.
8.- Sea que el Estado se debilite en virtud de sus propios trastornos, sea
que sus disensiones interiores lo ponen a merced de sus enemigos
exteriores, desde ese momento, ya puede considerarse como
irremediablemente perdido; HA CAÍDO EN NUESTRO PODER. Al despotismo del
Capital, tal como está en nuestras manos, se le presenta como una tabla de
salvación y a la que, de grado o por fuerza, tiene que asirse, si no
quiere naufragar.
9.- A quien su alma noble y generosa induzca a considerar estos discursos
como inmorales, yo le preguntaría: Si todo Estado tiene dos enemigos y
contra el enemigo exterior le es permitido, sin tacharlo de inmoral, usar
todos los ardides de guerra, como ocultarle sus planes, tanto de ataque
como de defensa; sorprenderlo de noche o con fuerzas superiores, ¿Por qué
estos mismos ardides empleados contra un enemigo más peligroso, que
arruinaría el orden social y la propiedad, han de reputarse como ilícitos
e inmorales?
10.- ¿Puede un espíritu equilibrado esperar dirigir con éxito las turbas
por medio de prudentes exhortaciones o por la persuasión, cuando el camino
queda expedito a la réplica, aun la más irracional, si se tiene en cuenta
que ésta parece reducir al pueblo que todo lo entiende superficialmente?
Los hombres, sean de la plebe o no, se guían casi exclusivamente por sus
pasiones, por sus supersticiones, por sus costumbres, sus tradiciones y
sus teorías sentimentales; son esclavos de la división de partidos que se
oponen aún a la más razonable avenencia. Toda decisión de las multitudes
depende, en su mayor parte, de la casualidad, y cualquier resolución suya
es superficial y adoptada con ligereza. En su ignorancia de los secretos
políticos, las multitudes toman resoluciones absurdas y la anarquía
arruina a los gobiernos.
11.- La política nada tiene que ver con la moral. El gobierno que toma por
guía la moral no es político, y en consecuencia es débil. El que quiera
dominar debe recurrir a la astucia y a la hipocresía. Esas grandes
cualidades populares, franqueza y honradez, son vicios en política, porque
derriban de sus tronos a los reyes mejor que el más poderoso enemigo.
Estas virtudes deben ser atributos de los REINOS DE LOS GOYIM; pero nunca
debemos tomarlas por guías de nuestra política.
EL DERECHO ES LA FUERZA
12.- Nuestro objeto es apoderarse de la fuerza. La palabra Derecho es un
concepto abstracto, al que nada corresponde en el orden real y con nada se
justifica. Esta palabra simplemente significa: Dame esto que yo quiero,
para probar que yo soy más fuerte que tú...
13.- ¿Dónde empieza y dónde acaba el derecho?
14.- En un estado en el que el poder está mal organizado, en el que las
leyes y el gobierno se han convertido en algo impersonal, como
efectivamente sucede con los innumerables derechos que el Liberalismo ha
creado, yo veo un nuevo derecho: el de atacar en virtud de la ley del más
fuerte, el orden, sobre todos los reglamentos y leyes establecidos, y
trastornarlos; el de poner mano sobre la ley, el de reconstruir a mi
antojo todas las instituciones y constituirme en amo y señor de los que
nos entregan los derechos que su propia fuerza les había dado, y a los que
han renunciado voluntariamente por su liberalismo.
15.- Nuestro poder en las actuales vacilantes condiciones de todas las
formas de poder será invencible, ya que será invisible hasta el momento en
que haya ganado tanta fuerza que no habrá forma que pueda causar su ruina.
16.- De todos los males más o menos transitorios que hasta hoy nos hemos
visto obligados a causar, nacerá el bien de un gobierno inconmovible que
restablecerá la marcha normal del mecanismo de la existencia nacional,
perturbada por el Liberalismo. El éxito justifica los medios. Pongamos la
atención en nuestros proyectos, pero fijándonos menos en lo bueno y lo
moral que en lo necesario y en lo útil.
17.- Tenemos delante de nosotros un plan en el que están estratégicamente
expuestos los lineamientos de los cuales no podemos desviarnos sin peligro
de ver destruido el trabajo de muchos siglos.
18.- En orden para elaborar formas satisfactorias de acción, es necesario
tomar en cuenta la cobardía, la volubilidad, la inconstancia de las
multitudes; su incapacidad para comprender y valorizar las condiciones de
su vida y de su bienestar. Es necesario no perder de vista que la fuerza
de las multitudes es ciega e insensata; que no razonan, que escuchan lo
mismo de un lado que del otro. Un ciego no puede guiar a otro sin caer
ambos al precipicio. Pues de igual manera los líderes de las turbas,
salidos del pueblo, aunque estén dotados de un genio singular, les hace
falta comprender la política y no pueden intentar con éxito dirigir a los
demás sin causar la ruina de una nación.
19.- Sólo un individuo preparado desde su niñez a la autocracia puede
conocer el lenguaje y la realidad política.
20.- Un pueblo abandonado a sí mismo, es decir, puesto en manos de un
advenedizo, se arruina por las discordias de los partidos que excitan la
sed del mando, honores y por los desórdenes que de esto se originan.
¿Pueden por ventura las turbas populares razonar serenamente, sin
rivalidades intestinas y dirigir los asuntos del Estado, que no pueden ni
deben confundirse con los intereses personales? ¿Pueden defenderse contra
los enemigos de fuera?. Esto es imposible. Cualquier plan dividido entre
tantas cabezas como son las de las multitudes, resulta ininteligible e
irrealizable.
SOMOS DÉSPOTAS
21.- Sólo un déspota puede elaborar planes vastos y claros; dar a cada
cosa el lugar que le corresponde en el mecanismo de la máquina del
gobierno. Digamos, pues, en conclusión, que para que un gobierno pueda ser
útil al pueblo y alcanzar el fin que se propone, debe estar centralizado
en las manos de un individuo responsable. Sin el despotismo absoluto, la
civilización es imposible; la civilización no es obra de las masas, sino
del que las dirige, sea éste el que fuere. La multitud es un bárbaro que
en todas las ocasiones demuestra su barbarie. Tan pronto como las turbas
logran su libertad, ésta degenera en anarquía, que es el más alto grado de
barbarie.
22.- Contemplen esos animales alcohólicos, embrutecidos por el alcohol,
esos hombres a quienes al mismo tiempo que se les ha dado la libertad se
les ha concedido el derecho de beber hasta ahogarse! Nosotros no podemos
permitir que los nuestros caigan tan bajo.
Los pueblos de los Goyim están idiotizados por los licores alcohólicos; su
juventud embrutecida por los estudios clásicos y el libertinaje precoz al
que la han empujado nuestros agentes-maestros, criados, gobernantes, en
las casas ricas; otros agentes nuestros, nuestras mujeres, en los centros
de diversión de los Goyim. A estas últimas hay que sumar las que se llaman
mujeres de mundo, imitadoras voluntarias del libertinaje de aquéllas y de
su lujuria.
23.- Nuestra palabra de orden es la fuerza y la hipocresía. Sólo la fuerza
puede triunfar en política, principalmente si permanece velada por el
talento y demás cualidades necesarias a los hombres de Estado.
La violencia ha de ser un principio: la hipocresía y la astucia una regla
para los gobernantes que no quieran dejar caer su corona en las manos de
una fuerza nueva. Este mal es el medio único de llegar al fin: el bien.
Por lo mismo, no debemos detenernos como espantados delante de la
corrupción, del engaño, de la traición, siempre que ellos sean medios para
llegar a nuestros fines. En política se necesita saber echarse sin
vacilaciones sobre la propiedad ajena, si por este medio podemos obtener
la sumisión de los pueblos y el poder.
24.- Nuestro Estado, en esta conquista pacífica, tiene el derecho de
reemplazar y sustituir los horrores de la guerra por sentencias de muerte,
menos ostensibles, pero más provechosas para mantener vivo este terror que
hace a los pueblos que obedezcan ciegamente. Una severidad justa, pero
inflexible, es el principal factor de la fuerza de un Estado, y esto
constituye no sólo una ventaja nuestra, sino también un deber, el deber
que tenemos de adaptarnos a este programa de violencia y de hipocresía,
para alcanzar el triunfo.
Tal doctrina basada sobre el cálculo es tan eficaz como los medios de que
se sirve. No es, pues, solamente por estos medios, sino también por esta
doctrina de la severidad como someteremos todos los gobiernos a nuestro
Super-Gobierno. Bastará que se sepa que somos inflexibles para reprimir
todo conato de insubordinación.
ACABAREMOS CON LA LIBERTAD
25.-Fuimos los primeros que en los tiempos que se llaman antiguos echamos
a volar entre el pueblo las palabras: LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD;
palabras tantas veces repetidas en el correr de los años por cotorras
inconscientes que, atraídas de todas partes por este cebo, no han hecho
uso de él sino para destruir la prosperidad del mundo, la verdadera
libertad del individuo, en otras épocas tan bien garantizada contra las
violencias de las turbas. Hombres que se juzgan inteligentes, no han sido
capaces de desentrañar el sentido oculto de estas palabras, ni han visto
la contradicción que ellas encierran, ni han comprendido que no puede
haber igualdad en la naturaleza, ni puede haber libertad, y que la
naturaleza misma ha establecido la desigualdad de espíritus, de
caracteres, de inteligencias tan estrictamente sometidos a sus leyes;
tampoco han comprendido que las turbas, son una fuerza ciega; que los
advenedizos que ellas escogen para que las gobiernen no son menos ciegos
ni más entendidos en política que ellas mismas; que el iniciado en estos
secretos, así sea un ignorante, será apto para el gobierno, mientras que
las multitudes de los no iniciados, aunque sean grandes talentos, nada
entienden de política.
Todas estas consideraciones no están al alcance de las inteligencias de
los GOYIM; sin embargo, en ellas descansa el principio de los gobiernos
dinásticos: el padre transmitía a su hijo los secretos de la política,
desconocidos a cualquier otro que no fuera de la familia reinante, a fin
de que esos secretos no fueran traicionados. Más tarde, el sentido de la
transmisión hereditaria y de los verdaderos principios de la política se
perdió. El éxito de la obra fue en aumento.
26.- Sin embargo, en el mundo las palabras "Igualdad, Libertad y
Fraternidad", con la intervención de nuestros agentes incondicionales,
incorporaron a nuestras filas verdaderas legiones de hombres que
tremolaron con entusiasmo nuestras banderas. Pero estas palabras son la
carcoma que roe y destruye la prosperidad de todos los Goyim, destruyendo
por completo la paz, la tranquilidad, la unión, minando todos los
fundamentos de sus Estados.
Vosotros veréis en seguida que esto contribuye a nuestro triunfo: nos da,
entre otras cosas, la posibilidad de obtener la victoria más importante:
es decir, la abolición de los privilegios de la aristocracia de los GOYIM
y del único medio de defensa que tenían contra nosotros los pueblos y las
naciones. Sobre las ruinas de la aristocracia natural y hereditaria, hemos
alzado nuestra aristocracia de la inteligencia y del dinero. Hemos tomado
por criterio de esta aristocracia la riqueza, que depende de nosotros, y
la ciencia que está dirigida por nuestros sabios.
27.- Nuestra victoria ha sido tanto más fácil cuanto que nosotros, en las
relaciones que tenemos con los hombres de que necesitamos para nuestro
fin, sabemos siempre herir las fibras más sensibles del espíritu humano:
el cálculo, la codicia, la insaciabilidad de las necesidades materiales de
los hombres; cada una de estas debilidades explotada separadamente es
capaz de ahogar el espíritu de iniciativa, poniendo la voluntad de los
hombres a la disposición del que compra su actividad.
28.- El concepto abstracto de la libertad ha hecho posible el persuadir a
las multitudes de que un gobierno no es más que un gerente del propietario
del país, es decir, del pueblo, y que se le puede cambiar como se cambia
un par de guantes usados.29.- Es esta posibilidad, la de reemplazar los
representantes del pueblo a nuestro arbitrio; ellos dependen de nuestra
elección. |
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