“Necesito desesperadamente que alguien me
ayude... o voy a volverme loco. Vivo en una pequeña habitación con mi
mujer, mis hijos y mis parientes, de manera que tenemos los nervios a
punto de estallar y no dejamos de gritarnos y de increparnos los unos a
los otros. Aquello es un verdadero infierno...”
“¿Me prometes que harás lo
que yo te ordene?”, le dijo el sabio con toda seriedad.
“¡Te juro que lo haré!”.
“Bien. ¿Cuántos animales
tienes?”.
“Una vaca, una cabra, seis
gallinas... y algunos más”.
“Mételos a todos en una
habitación de tu casa y vuelve dentro de una semana”.
El discípulo quedó
horrorizado, pero ¡había prometido obedecer! De modo que lo hizo y regreso
al cabo de una semana quejándose desconsoladamente:
“¡Vengo hecho un manojo de
nervios! ¡qué suciedad, qué peste, qué ruido! ¡Estamos todos a punto de
volvernos locos!”
“Mete ahora el perro y el
caballo y vuelve dentro de una semana”
A la semana siguiente entró
desesperado diciendo:
“¡Ya no puedo más, es
insoportable!”
“Vuelve ahora a tu casa, y
saca a todos los animales”, dijo el maestro.
El hombre se marchó a su
casa corriendo y regresó al día siguiente radiante de alegría:
“¡Que felicidad! Han salido
todos los animales y aquello es ahora el paraíso. ¡Que tranquilidad, que
limpieza, que amplitud...!