La pugna por el poder.
En todas nuestras relaciones podemos adoptar posturas manipuladoras con el
propósito de extraer energía, aunque este propósito sea inconsciente; y esto
puede suceder a nivel grupal y a nivel personal. Se adoptan así las llamadas
farsas de control: actitudes enfermas y violentas que se transmiten de
generación en generación, de padres y madres a hijos/as:
Estas
actitudes manipuladoras ante las personas pueden ser estas cuatro,
explicadas muy brevemente:
Intimidadores/as: Hacen que todos les presten atención a base
de vociferar, de fuerza física, de amenazas, de arranques inesperados.
Interrogador/a: Quiebran el ánimo y pondrán mentalmente en
cuestión todas las actividades y todas las motivaciones. Críticos hostiles,
buscan constantemente mediante el cuestionamiento la equivocación de los
demás.
Reservado/a: Viven atrapados/as en su propio mundo interior de
pugnas sin resolver y de miedos. Creen inconscientemente que si aparecen
como misteriosos y distantes, accederán a la atención de los demás.
Inicialmente atraen gracias a su misteriosa e inasequible intimidad.
Pobres de mi o víctimas: No creen tener poder suficiente para
enfrentarse al mundo de manera activa así que "sonsacan" simpatía para que
la energía fluya hacia ellos. Cuando usan el trato silencioso pueden
deslizarse hacia el modelo "reservado/a". Siempre pesimistas atraen la
atención con suspiros y con penas.
Los
seres humanos competimos por la energía . Lo hacemos con objeto de sentir
una mejora psicológica, de sentirnos mejor. Creemos que debemos conseguir
atención, amor, reconocimiento, aprobación, apoyo... de otras personas.
Adoptamos una manera de tirar de la energía en nuestra dirección
generalmente de la misma forma que hacíamos cuando éramos niños.
Cuando controlamos "poseemos" a otro ser humano, recibimos su energía, nos
llenamos hasta el tope a su costa. Es llenarnos de esta energía lo que nos
motiva casi siempre a establecer o continuar una relación. La energía del
perdedor se incorpora al ganador, dejándolo vacío, debilitado, sin presencia
y confuso. Es imprescindible que analicemos nuestras relaciones para para
tomar consciencia del hecho y ver quien roba energía a quien. Y, si uno se
siente robado que señale la situación para corregirla en lo posible y
aprenda a dar generosamente.
Casi
siempre este hecho es inconsciente. También esta acción puede funcionar al
revés y suceder que una persona de energía a otra porque ,conscientemente,
ve que es conveniente que así sea. Un ejemplo lo podemos ver cuando hablamos
con una persona que le interesa muchísimo lo que le decimos y nos ofrece
abiertamente su energía. Pero sucede que estos regalos generalmente duran
poco, así, muchas relaciones que se basan en esta dinámica generalmente se
acaban.
Ejercer el control nunca es bueno, aunque nos digamos que lo hacemos por el
bien de las otras personas (parejas, hijos, empleados, alumnos...) El
perjuicio se produce siempre. Cuando alguien domina así, se te lleva, de
hecho, la mente; no tienes la energía ni la clarividencia mental para
debatir, todo tu poder mental se traspasa a la persona que domina. Este
género de violencia es muy común y frecuentemente realizada por parte de
personas que tienen buenas intenciones.
En
términos generales, nuestra cultura actual, la que hemos desarrollado
hombres y mujeres, es una vasta competencia por la energía, por el poder. Y
será así hasta que comprendamos verdaderamente esta pugna y nos preparemos
para recibir la energía de otra fuente, de la verdadera.
|