LA RELIGIÓN
La
religión representa la relación entre los tres principios fundamentales, que
son: el Ser Supremo de Luz, el mundo y el individuo. La religión proporciona
solaz al peregrino exhausto en este plano terrestre, explicándole el
misterio de la vida y mostrándole el camino hacia la morada inmortal.
La religión no
implica una NEGACIÓN de la vida, sino la plenitud de ésta. Es la vida
eterna. El hombre se convierte en Dios a través de la disciplina, el
autocontrol y la meditación. ESTO ES LA RELIGIÓN.
La religión
consiste en hacer el bien a los demás, en practicar el amor, la
misericordia, la veracidad y la pureza en todos los senderos de la vida. La
religión es la filosofía en práctica, y la filosofía es la religión en
teoría. La filosofía implica una búsqueda, una indagación y una pregunta
constante. La religión consiste en sentir, realizar y experimentar.
Cualquier
religión es tan buena como la otra. Cualquier sendero o camino que conduzca
a lo Supremo es tan bueno como otro cualquiera. Por eso, además, de las
religiones generalistas deben haber las minoritarias e incluso las más
necesarias... las individuales. Todas ellas con un mismo objetivo la
búsqueda de nuestra verdad. Las vacas tienen colores distintos, pero el
color de su leche es el mismo. Hay muy distintos tipos de rosas, pero su
fragancia es la misma. La religión es una sola, aunque son muchas las formas
de practicarla. La diversidad es el orden de la creación, y la religión no
es una excepción.
La esencia de la
religión
La religión no
es un dogma. El credo es como trozos de paja. No es la teología tampoco. No
se trata de una mera creencia ni de una emoción. Tampoco es simplemente una
corta oración que uno hace únicamente cuando sufre de cólico intestinal
agudo o de un ataque de gota. Consiste, principalmente, en una vida de
bondad y servicio, en una vida de meditación.
La esencia
de la religión no consiste en pintarse signos sobre la frente, ni en
dejarse crecer las greñas y una buena barba, ni de raparse la cabeza y
cantar el hare-hare, ni tampoco en permanecer de pie bajo un sol sofocante o
sumergido en agua helada, ni de llevar hábito de color naranja, ni en tocar
las campanas, soplar la concha o tocar los platillos, sino en una vida de
bondad, pureza y servicio en medio de las tentaciones mundanas.
No dejes que
tus preferencias personales, la fuerza generada del convencionalismo o la
opinión de fanáticos y sectarios te cieguen, haciéndote adoptar una visión
estrecha de la religión. Has de ser capaz de diferenciar lo esencial de lo
no esencial en la religión y en la filosofía, por medio del discernimiento y
la discriminación puras. Sólo entonces podrás intentar ser feliz.
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