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La
iniciación.
La respuesta es
rápida y tajante: no. La negativa se halla ya en una de las condiciones
básicas de la Magia: la necesidad de una iniciación.
Iniciación que aquí, al hablar del acto mágico, debemos entender en el
sentido de preparación. Cualquier persona no puede ser mago... a menos que
sea antes preparada e iniciada. Porque, para poder actuar mágicamente sobre
las fuerzas de la naturaleza, el hombre ha de ser antes lo suficientemente
dueño de si mismo como para saber dominarse y sobreponerse a su propio
cuerpo. Esto muy pocas personas saben hacerlo, a menos que se dediquen a una
larga preparación. Como dice Eliphas Levi, "el mago debe ser impasible,
sobrio, desinteresado, impenetrable e inaccesible a toda especie de
prejuicio o de terror. No debe tener defectos corporales, y debe estar a
prueba de contradicciones y aflicciones. La primera y más importante de
todas las obras mágicas es la de llegar a esta rara superioridad".
El hombre, pues, debe
prepararse desde mucho tiempo atrás para la Magia. Y debe hacerlo en cuerpo
y mente. No es demasiado difícil: es solamente cuestión de buscar un método.
Si existe una gimnasia para moldear y perfeccionar el cuerpo, cabe
preguntarse, ¿por qué no ha de existir una gimnasia que nos sirva para
moldear y perfeccionar el espíritu?
Para adquirir el
poder mágico, dice Eliphas Levi, hacen falta dos cosas: desprender de la
voluntad todo servilismo, y ejercer un dominio absoluto sobre ella. Es por
eso que, en la iniciación del mago, entran en gran escala las disciplinas de
la educación mental y psicológica. "El mago enamorado -dice Levi-, glotón,
colérico, perezoso, son monstruosidades imposibles. El mago piensa y quiere;
no ama nada con deseo; no rechaza nada con pasión: la palabra pasión
representa un estado pasivo, y el mago siempre está activo y siempre
victorioso. Lo más difícil en la Alta Magia es llegar a esta realización.
Así, cuando el mago se ha creado a sí mismo, ha cumplido la gran obra, por
lo menos en su instrumento y en su causa."
Pero la iniciación,
así, es larga y dura. En realidad, todas las iniciaciones son largas y
duras. Desde los más remotos tiempos, las sectas iniciáticas han pedido
mucho a sus adeptos: sacrificios, esfuerzos, valor. Pitágoras pedía a sus
discípulos que se condenaran a un riguroso silencio de muchos años. Es tan
preciso cuidar el cuerpo como la mente.
Mejor dicho, es
preciso cuidar a los tres cuerpos. Porque, para la Magia, el hombre tiene
tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo astral y el cuerpo espiritual.
Joseph Balsamo-Bacconieri, más conocido, por el nombre de su madrina, como
el Conde de Cagliostro. Mago, profeta, vidente, sus extraordinarias y
misteriosas dotes le llevaron a numerosas dificultades, que terminaron con
su condena de por vida en el Castillo de León.
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