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SABER RELATIVIZAR
El sentido de la relativizaci ón
nace cuando se tiene consciencia de que, en última instancia, todo se
experimenta en el escenario de la mente que, simplemente, responde a los
estímulos que recibe. La mente, dependiendo de la actitud de su poseedor,
acentúa o atenúa,
amplifica o mitiga su propia respuesta. Lo que tanto afecta a unas personas
puede dejar a otras indiferentes. Ante el mismo acontecimiento, una mente lo
dramatiza y otra lo relativiza.
Quien sabe relativizar es
consciente de que todo lo que existe es mutable, conoce la verdad de que
todo es transitorio. Es m ás
fácil relativizar cuando uno no se deja identificar totalmente con las
circunstancias y logra situarse a cierta distancia de las mismas. De esta
forma se mantiene también el juicio más certero y la consciencia más clara e
imperturbada. Muchas veces, debido a nuestra limitación de perspectiva, no
somos capaces de darnos cuenta en el momento que lo que puede parecer una
bendición tal vez se vuelva después una maldición,
y al contrario.
El conocimiento reporta un
saludable y equilibrado sentido de la relativizaci ón.
Así, las situaciones no perturban tanto el estado de ánimo y la mente puede
recuperar antes su punto de quietud y equilibrio. También las respuestas
psíquicas son más conscientes y maduras, y desaparece la reacción
desmesurada de la mente y los actos. Es signo de vida espiritual saber
relativizar, lo que no quiere decir, en absoluto, minimizar una situación
importante o grave, sino saberla encarar con un ánimo
estable y con el entendimiento claro y penetrativo.
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