EL CARRO
Carta número VII.
La carta nos habla de un carro tirado por dos caballos, uno es blanco el
otro marrón. Una extraña sensación de firmeza, y de control se desprende del
dibujo; es curioso pues observamos que los caballos están orientados hacia
direcciones contrarias. La palabra clave es lucha interna.
Nos encontramos pues
ante uno de los grandes principios universales: la polaridad, la dualidad.
Todos sabemos que en la naturaleza nos encontramos con esos polos
positivo-negativo, hombre-mujer, blanco-negro, dulce-salado, alegre-triste,
bueno-malo, yin-yang...
Esta polaridad
también existe dentro de nosotros. ¿Cuántas veces hemos deseado hacer una
cosa, y luego en nuestro propio fuero interno hemos decidido que no estaría
bien? O al revés, ¿cuántas veces no hemos querido hacer algo y sin embargo
lo hemos hecho porque una parte de nosotros nos decía que debíamos hacerlo?
Esto es lo que trata de transmitirnos esta carta.
El caballo negro está
en relación con el cuerpo y sus comportamientos viscerales, ocultos, no
admitidos, prohibidos, pecaminosos, faltos de educación. El caballo blanco
está en relación con la mente y sus comportamientos espirituales,
permitidos, honorables, limpios.
De
este modo la mayoría de las veces nos encontramos con luchas internas en las
que no sabemos a qué esfinge seguir. ¿Qué pasa si sigo por la izquierda? ¿Y
si voy por la derecha? El carro quiere que nuestro loco aprenda una lección
muy importante en su vida: el dominio.
Debemos de ser como
ares, el conductor del carro y no comportarnos como un solo caballo. Debemos
admitir que tenemos estos sentimientos violentos, viscerales, prohibidos y
que por mucho que lo intentemos no podremos deshacernos de ellos, ni
enterrarlos en el subconsciente; por que están en relación con nuestro
cuerpo animal y por lo tanto no podemos ignorarlos. Por lo tanto, no podemos
volcarnos en seguir el camino de la mente porque ¿qué es la mente sin el
cuerpo? Debemos comprender y entender en el plano que nos movemos y utilizar
todas las herramientas que se nos brindan en éste. Ahora bien, si nos
volcáramos sólo en el instinto tampoco resultaría provechoso, como es
evidente. De este modo se nos plantea a nivel interno una lucha continua en
cómo debemos actuar, en no perder el control, en no ser demasiado
teórico,... lucha que también puede venir importada desde fuera.
Se trata de aprender
a compaginar y utilizar los grandes caudales de energía que provienen de
ambas partes de nosotros mismos para intentar orientarlas hacia un único
camino, hacia nuestra evolución y progresión. Pero de ello seguiremos
hablando en la próxima carta: la fuerza. Por el momento intentaremos
reconocer en nosotros esas dos esfinges, ponerles nombre si fuera posible.
EJERCICIOS:
Para esta carta
haremos un bonito ejercicio de relajación y visualización. Buscaremos una
intensa relajación en el modo que prefieras, se trata de que te imagines en
un museo de la materia que a ti te guste, y que trates de encontrar en ese
museo los dos caballos. Éstas pueden estar representadas por cualquier cosa:
un cuadro, un banco, una persona, una pared, una luz, etc. Lo que tu
subconsciente desee transmitirte.
Después anota en tu
libreta personal todo lo que has sentido, visto, oído, pensado...
Especialmente intenta
analizar objetivamente cómo se encuentran dentro de ti esos dos caballos.
Por ejemplo ¿tienes en un podium al que representa a el caballo blanco?
¿Algo mugriento representa al caballo negro? ¿Al revés? ¿Por qué crees tu
que es así?
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