LA EMPERATRIZ
Carta número III.
La carta nos habla de una mujer hermosa. Con semblante cálido, está cubierta
por una túnica y una corona que nos hacen sospechar su inmenso poder. Se
encuentra en un trono en medio del bosque donde también hay un riachuelo que
corre por el borde de la carta. Realmente desprende una gran feminidad,
delicadeza y sobre todo maternidad. La palabra clave es maternidad.
La emperatriz es
nuestra gran madre, al igual que en la gestación es la que nos dona nuestro
cuerpo físico con sus necesidades y posibilidades. La existencia de un
cuerpo por el que percibir las cosas, sentir sensaciones, dota al loco de
una nueva posibilidad para aprender y disfrutar la vida.
Para nosotros,
nuestro cuerpo representa el enlace incorruptible que tenemos con la
naturaleza, sin el cual caeríamos irremediablemente en un mundo meramente
intelectual, lejos de los sentimientos y la vida cotidiana. Por ello es
necesario que descubramos nuestro cuerpo, cómo se encuentra, que le
prestemos atención; porque sin él o sin su salud sabemos que la vida no se
experimenta en todas sus facetas. Debemos descubrir nuestro yo físico para
poder experimentar la plenitud.
La
emperatriz es también el sentimiento, nuestra faceta sentimental que a
menudo se relaciona con las mujeres, pero que realmente debido a nuestra
dualidad se encuentra en todos los seres humanos. Un hombre también posee
dentro de si una emperatriz, un aspecto sentimental.
Esta carta a su vez
se engloba representando a nuestras madres y nuestros sentimientos hacia
ellas. Cuando somos pequeños el instinto maternal que nos profesa nuestra
madre nos provoca una gran sensación de seguridad y protección, sensación
que absorbemos cuando somos adultos para convertirla en nuestra, asimilando
así nuestra confianza y seguridad en nosotros mismos de un modo natural. Es
nuestra madre la que nos enseña estos sentimientos que tan necesarios son
para seguir caminando por la vida.
Pero como todo, el
exceso se torna peligroso, y así esta carta puede resultar perjudicial si la
protección y seguridad es excesiva. Algunas madres quieren proteger tanto a
sus hijos, que impiden que el niño se desarrolle y evolucione con sus
propias experiencias.
EJERCICIOS:
Todos los educadores
saben la importancia que tiene la relación con nuestros padres en la
infancia. Ya que suele ser el origen de numerosas carencias que al crecer se
convierten en obstáculos para nuestro ser. Para ello el ejercicio
fundamental para esta carta es coger una foto de nuestra madre, y tras un
periodo de relajación como a ti te convenga, escribir en tu libreta personal
qué sentimos hacia ella, qué pensamos que siente ella hacia nosotros, cómo
la vemos, cómo es nuestra relación con ella, qué recordamos con especial
interés sea bueno o malo.
Puede que realmente
tu madre te haya dotado limpiamente de esa afectividad maternal de seguridad
y protección, puede que por el contrario te des cuenta de la carencia
afectiva que has tenido por su parte; puede que hayas aprendido de tu madre
un comportamiento victimista o por el contrario que supiera darte lo que
sabía que necesitabas sin contemplaciones; puede que te dejara libre a tus
experiencias o por el contrario que fuera tan posesiva que no te dejara
respirar.
Si la balanza se
torna desequilibrada o negativa, anímate a preguntarte qué aspectos de tu
madre que no te gustaban o que te han hecho daño, o que te faltan, son los
que pudieras estar reproduciendo ahora. En qué parte de tu vida te comportas
como tu madre o de una forma determinada por influencia de tu madre.
Ante todo no
entiendas que se trata de echarle la culpa de algo a tu madre, sino de
observar en ti los efectos de ella, cómo te han afectado; así sabrás si hay
algo de tu comportamiento en este sentido que descubras en ti o que quieras
cambiar.
Puede que la balanza
se torne positiva y reconozcas que tu madre estuvo perfectamente en su
papel, si es así, es bueno que también observes en tu vida y tu
comportamiento cómo ha influido tu madre, que sepas donde comienzan tus
enseñanzas y las de ella, porque así te conocerás un poquito más.
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