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El trabajo en equipo: la
cooperación.
Como la educación es tanto responsabilidad de los padres como de los
maestros, tenemos que aprender el arte de trabajar juntos, y eso solamente
es posible cuando cada uno de nosotros percibe lo que es verdadero. Es esta
percepción de la verdad la que nos une, no la opinión, la creencia o la
teoría.
Hay una diferencia enorme entre lo conceptual y lo factual, entre el
concepto y el hecho. Lo conceptual nos puede unir transitoriamente, pero
habrá una nueva separación si nuestro trabajo en conjunto es sólo un asunto
de convicción. Si cada uno de nosotros ve la verdad, podrá haber
discrepancia en los detalles, pero no existirá el impulso de separarse. Sólo
los tontos se separan a causa de algún detalle. Cuando todos ven la verdad,
el detalle jamás puede convertirse en materia de disensión.
Casi todos estamos acostumbrados a trabajar juntos según las líneas de la
autoridad establecida. Nos reunimos para desarrollar un concepto o promover
un ideal, y todo esto requiere convicción, persuasión, propaganda y demás.
Este trabajar juntos por un concepto, por un ideal, es completamente
distinto de la cooperación que surge al ver la verdad y la necesidad de
poner esa verdad en acción.
Trabajar bajo el estímulo de la autoridad -ya sea la autoridad de un ideal o
la autoridad de una persona que representa ese ideal- no es verdadera
cooperación. Una autoridad central que conoce muchísimo o que tiene una
fuerte personalidad y está obsesionada por ciertas ideas puede forzar o
persuadir sutilmente a otros para que trabajen con ella; pero éste no es,
ciertamente, el trabajo en conjunto de personas alertas y vitales.
En cambio, cuando cada uno de nosotros comprende por sí mismo la verdad de
cualquier problema, entonces nuestra comprensión común de esa verdad conduce
a la acción, y una acción semejante es cooperación. Aquél que coopera porque
ve la verdad como verdad, lo falso como falso y la verdad en lo falso,
también sabrá cuándo no cooperar, lo cual es igualmente importante.
Si cada uno de nosotros comprende la necesidad de una revolución fundamental
en la educación y percibe la verdad de lo que hemos estado considerando,
entonces trabajaremos juntos, sin ninguna forma de persuasión. La persuasión
existe sólo cuando alguien adopta una posición de la cual no está dispuesto
a moverse. Cuando está meramente convencido de una idea o atrincherado en
una opinión, genera oposición, y entonces él o el otro tienen que ser
persuadidos, influidos o inducidos para que piensen de una manera diferente.
Una situación así no se presentará jamás cuando cada uno de nosotros vea por
sí mismo la verdad de algo. Pero si no vemos la verdad y actuamos basados
meramente en la convicción verbal o en el razonamiento intelectual, entonces
es forzoso que haya argumentos, acuerdo o desacuerdo, con toda la distorsión
y el esfuerzo inútil que eso implica.
Es esencial que trabajemos juntos. Es como si construyéramos una casa; si
algunos de nosotros están construyendo y otros están demoliendo, es obvio
que la casa jamás llegará a construirse. De modo que debemos tener muy en
claro, individualmente, que vemos y comprendemos de hecho la necesidad de
producir la clase de educación gracias a la cual se dará origen a una
generación nueva, capaz de habérselas con los problemas de la vida como una
totalidad, no como partes aisladas y no relacionadas con lo total.
A fin de poder trabajar juntos de este modo realmente cooperativo, debemos
reunimos con frecuencia y tener cuidado de no quedar sumergidos en los
detalles. Aquellos de nosotros que estamos seriamente dedicados a producir
la clase correcta de educación, tenemos la responsabilidad no sólo de llevar
a la práctica todo cuanto hemos comprendido, sino también de ayudar a otros
para que alcancen esta comprensión.
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