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La
violencia hacia la mujer
La violencia hacia la mujer sucede en todas las partes del mundo. Patadas,
puñetazos, disparos, navajazos, ácido, ablación de clítoris... Todo vale
para semejante atrocidad.. Hasta el 70 por ciento de las mujeres asesinadas
en el mundo lo son a manos de un compañero y un tercio de las niñas son
obligadas a tener la primera experiencia sexual. Pero la violencia no es un
aspecto inevitable de la condición humana
La violencia
física, sexual y psicológica tiene sus efectos. Éstos van desde causar la
muerte o heridas hasta provocar efectos perdurables, entre los que se
incluyen discapacidades físicas permanentes y una amplia gama de problemas
mentales, de conducta y de salud reproductiva. La mayoría de las víctimas de
agresión física experimentan ataques múltiples a lo largo del tiempo y más
de un tipo de abuso. Gran cantidad de ellas son atacadas físicamente por un
compañero íntimo.
Las mujeres continúan padeciendo los efectos
secundarios de la violencia mucho tiempo después de que ésta ha concluido.
Las víctimas de violencia sexual pueden experimentar embarazos no deseados,
infecciones de transmisión sexual y otros problemas ginecológicos, además de
depresión, trastornos de tensión post-traumática y pensamientos o conductas
suicidas. Las víctimas de violencia doméstica padecen algunos de estos
mismos efectos, así como problemas gastrointestinales y dolor crónico.
Existe también
en la humanidad un creciente aumento del abuso contra personas mayores.
Muchas personas de la tercera edad sufren abusos en el hogar. Muchas de
ellas, después de haber criado a sus hijos con mucho sacrificio, hoy sólo
tienen refugio y consuelo en organizaciones para ancianos desprotegidos, y
la violencia que ocurre en estas entidades para su cuidado puede ser aún
mayor que la que se ejerce en los hogares. Las mujeres mayores se encuentran
en mayor riesgo de abuso en aquellas culturas donde la condición femenina es
inferior, y el tipo de violencia que experimentan es particular a su sexo.
Las mujeres mayores también pueden ser abandonadas y se les despoja de sus
propiedades cuando el esposo fallece.

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