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ANSIEDAD Y ATAQUE DE
PÁNICO
El adolescente acostumbra a ser una persona ansiosa por naturaleza. Sin
embargo, esta actitud expectante ante la vida puede constituir un auténtico
trastorno cuando aparece la angustia como síntoma predominante y repercute
en todo su ajuste psicosocial. En síntesis, la ansiedad (etimológicamente:
incomodidad) se relaciona con el componente psíquico de la persona, mientras
que la angustia (etimológicamente: estrechez) lo hace con el componente
orgánico del estado emocional.
Las dos formas más habituales de ansiedad, la ansiedad de separación y la
ansiedad excesiva, afectan al 12 % de los niños y adolescentes de 8 a 17
años. Téngase en cuenta que los trastornos por ansiedad constituyen el
diagnóstico psiquiátrico que se realiza con mayor frecuencia en la
adolescencia, muy por encima de los trastornos de conducta y de la
depresión. Mientras que las fobias, que son mecanismos de defensa del niño
para desplazar su ansiedad, sólo afectan a un 4 % de la población infantil y
juvenil.
El trastorno por angustia de separación es la ansiedad en su grado máximo,
que experimenta el adolescente ante la posibilidad de separarse de sus
padres o de aquellas personas con las que está afectivamente vinculado (o
sea, sus seres queridos). Estos pacientes presentan abundantes síntomas
físicos o somatizaciones (dolores de cabeza, dolores de barriga, náuseas,
palpitaciones, temblores, vértigos y desmayos) y un intenso cuadro de
ansiedad en el que expresan su temor a quedarse solos, a que les pase algo a
sus padres, a los ladrones, a los secuestros, etc. (es habitual que estos
adolescentes den mil y una justificaciones a sus miedos, negando la razón
real: su dificultad en separarse de los seres queridos). Un síntoma
frecuente es el rechazo a la escuela y también son habituales los trastornos
del sueño. Este trastorno acostumbra a iniciarse en la infancia
(generalmente antes de los 6 años), florece en la adolescencia y, por
definición (DSM-IV), no puede empezar después de los 18 años.
El grado máximo del estado de ansiedad desemboca comúnmente en una crisis de
angustia o ataque de pánico, que aparece bruscamente, de manera espectacular
y acostumbra a ser de corta duración. La forma más dramática es la sensación
de muerte inminente. El adolescente se pone pálido, experimenta temblores,
respiración jadeante, a menudo dolor de pecho y sensación de
desvanecimiento. Al joven que le ha pasado alguna.vez, le queda durante
bastante tiempo el temor a que vuelva a repetirse, por lo mal que lo pasa en
estos episodios (que casi equivalen, por las intensas sensaciones subjetivas
que producen, a las anginas de pecho o infartos cardíacos; aunque,
obviamente, sin la extrema gravedad de éstos). No es de extrañar entonces
que modifiquen su vida, restringiendo salidas y actividades por miedo a un
próximo ataque en un lugar desconocido.
El tratamiento consistirá en la eficaz medicación ansiolítica (de acción
rápida para solucionar el ataque, y luego mediante dosis de mantenimiento,
con una acción más lenta) y en el valioso apoyo de sesiones de terapia
familiar para detectar las dinámicas interfamiliares que hayan generado este
trastorno.
Crisis de angustia (ataque de pánico).
Por lo menos están presentes cuatro de los síntomas siguientes:
• Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado (taquicardia).
• Sudoraeión profusa.
• temblores o sacudidas corporales.
• Sensación de falta de aire o aliento (disnea).
• Sensación de ahogo.
• Dolor en él pecho o molestias alrededor del corazón.
• Náuseas o molestias abdominales.
• Mareo, sensación de inestabilidad, sensación de pérdida del equilibrio.
• Sensación cíe estar fuera de uno mismo (despersonalización) o fuera de la
realidad (desreaíización).
• Miedo a volverse loco o a perder él control.
• Miedo a morir.
• Sensación de hormigueo en diversas partes del cuerpo (parestesias).
• Escalofríos. |
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