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Aves Gigantes: Monstruos Aéreos
Losmitos de la antigüedad nos hablan de aves gigantescas que
atacaban a los seres humanos. Los ornitólogos rechazan la idea de que
semejantes criaturas puedan existir... pero más de una persona ha
experimentado la fuerza de sus garras.

El
perro de Peter Swadley, un cazador de osos, trató de luchar contra un águila
que había atacado a su amo en West Virginia, en 1895. El ave se llevó al
perro, dejando a Swadley malherido.
Monstruos con Alas
En
Tippah County (Missouri, Estados Unidos), un maestro de escuela refirió en
1878 la siguiente y trágica historia: "Hace unos días ocurrió en mi escuela
un triste suceso. Durante algún tiempo, las águilas se mostraban muy
inquietantes en los alrededores, ya que habían capturado cerdos, ovejas,
etc. Nadie creía que intentasen apoderarse de un chiquillo, pero el jueves,
durante el recreo, los niños se encontraban a cierta distancia de la casa,
jugando a las canicas, cuando su pasatiempo se vio interrumpido por una
enorme águila que descendió, capturó al pequeño Jemmie Kenney, de ocho años,
y se alejó volando con él entre sus garras. El niño gritó y, cuando yo salí
de la escuela, el águila volaba a tal altura que sólo pude oír los alaridos
del niño. Se dio la alarma, y, a fuerza de gritos y disparos al aire, el
águila se vio obligada a dejar caer su víctima, pero sus garras se habían
hundido tan profundamente en él, y la caída fue desde tal altura, que el
pequeño murió..."
Éste
no es el único caso de un chiquillo arrebatado por un águila. En 1838, en
las montañas de Suiza, una niña de cinco años llamada Marie Delex fue
capturada por un ave cuando se encontraba jugando con sus amigas. No fue
transportada al nido del ave, ya que un grupo que salió en su búsqueda
encontró allí dos aguiluchos y montones de huesos de cabra y de oveja, pero
ningún rastro de la pequeña. Pasaron dos meses antes de que un pastor
encontrara sobre una roca su cadáver mutilado.
La
noruega Svanhild Hantvigsen narra que cuando tenía tres años, en 1932, fue
capturada por un águila y llevada hasta su nido. Fue rescatada por varias
personas que habían presenciado el hecho, y tuvo la suerte de escapar del
trance sin un rasguño, aunque sus ropas estaban hechas jirones.
Este
tipo de ataques resultan alarmantes e insólitos, pero no misteriosos.
Algunas veces, sin embargo, surgen noticias de otra clase, acerca de
monstruosas criaturas aladas que no parecen ajustarse a la descripción de
ningún ave de las descritas por la ornitología. A veces, parecen más bien
gigantescas criaturas voladoras de las que se extinguieron hace millones de
años; en ocasiones, parecen medio humanas.
La
mayor ave conocida por la ciencia es el albatros viajero, que habita
exclusivamente en los océanos del Sur y que posee la mayor envergadura de
alas: 3,3 metros. Le sigue muy de cerca en tamaño el cóndor andino, con una
envergadura de 3 metros. Las alas del cóndor californiano miden de punta a
punta 2,7 metros, pero se cree que en la actualidad no sobreviven más que
unos 40 ejemplares de esta especie.
Sin
embargo, incluso un cóndor parecería diminuto al lado del teratórnido, un
ave que se extinguió hace unos 10.000 años. Se cree que fue el ave de mayor
tamaño que jamás haya habitado la Tierra, con una longitud de 3,3 m, una
envergadura de 7,5 m, y un peso de unos 75 kilos. Se han encontrado fósiles
en Argentina, México y el sur de los Estados Unidos, y se calcula que
algunos de ellos revelan una antigüedad de 5 a 8 millones de años.
En la
mitología se habla también de aves enormes. Los indios illinois pintaron un
pájaro monstruoso, el Piasa o "ave devoradora de hombres", en una
roca que domina un río cerca de Alton, en el estado de Illinois. Solían
disparar flechas o balazos contra esta imagen cuando pasaban junto a ella en
sus canoas. La pintura fue vista por exploradores misioneros en el siglo
XVII antes de que la superficie de la roca fuese destruida por la erosión.
En 1970 se pintó de nuevo una imagen del Piasa, imitando la
tradicional.
Según
los Illinois, el Piasa es un ave escamosa, con larga cola, cuernos y
ojos de color rojo. Puede ser vista una vez al año, al amanecer del primer
día de otoño, cuando sale del río para buscar una cueva donde pasar el
invierno.

El
secuestro del hijo de una campesina por un águila. El artista tituló este
grabado, publicado en 1900, «El ladrón de los cielos».
Otras
tribus amerindias hablan todavía hoy de otra enorme criatura: el ave del
trueno. Según James "Cielo Rojo", indio ojibwa de la región de Thunder Bay,
en Ontario (Canadá): «Vimos hace varios veranos un ave del trueno. Era un
ave enorme, mucho mayor que los aviones que podemos contemplar hoy. No batía
sus alas, ni una sola vez. Era blanca por debajo y negra por encima.»
Los
informes modernos sobre aves gigantescas en los Estados Unidos comenzaron a
finales del siglo XIX En el año 1882, en Dent's Run, Pennsylvania, un tal
Fred Murray divisó una bandada de aves que, según dijo él, parecían buitres
gigantescos, con una envergadura de más de 5 metros.
En
febrero de 1895, la desaparición de la niña de diez años Landy Junkins en
Webster Country (West Virginia) fue atribuida a una de estas enormes aves.
La madre de Landy envió a la niña a la casa de unos vecinos, pero nunca
llegó a ella. Un grupo de búsqueda encontró sus huellas en la nieve;
abandonaban el camino y se adentraban unos pocos metros en un campo. Allí,
numerosas huellas se mezclaban entre sí, como si la pequeña hubiera dado
vueltas sobre si misma, tal vez tratando de escapar. Nunca más se supo de
ella.
Un
incidente acaecido unos días después sugirió lo que pudo haberle ocurrido a
la niña. Un cazador de osos, llamado Peter Swadley, fue atacado por un ave
de gran tamaño, que descendió sobre él y le hundió las garras en la espalda.
Swadley escapó de la muerte gracias a su perro, que atacó al ave. Esta se
revolvió entonces contra el perro, abriéndole el vientre de un zarpazo, y
después remontó el vuelo llevándose al infortunado animal. Un ayudante del
sheriff y su hijo vieron también el "águila" gigantesca que capturó un gamo
en el bosque donde ellos estaban cazando ciervos. Según dijeron, el animal
tenía una envergadura de 4,5 a 5,5 metros, y un cuerpo tan voluminoso como
el de un hombre.
Según
se cree, el mismo monstruo fue también el causante de extrañas
desapariciones de ovejas en un corral vallado. Por tanto, parece ser que se
trataba de un águila capaz de levantar el vuelo con un gamo, un perro de
caza, una oveja y una niña de diez años, y que además intentó apoderarse de
un adulto...
Hacia
1940, en Pennsylvania, un escritor e historiador local, llamado Robert
Lyman, se encontraba en la Selva Negra, cerca de Coudersport, cuando vio en
medio de un camino un pajarraco de color pardo. De pie media cerca de un
metro, y tenía el cuello y las patas muy cortos. Cuando alzó el vuelo, Lyman
vio, tomando como punto de referencia el camino, que sus estrechas alas, una
vez desplegadas, alcanzaban una amplitud de 6 a 7,5 metros.
En
1947, cerca de Ramore (Ontario, Canadá), unos granjeros pasaron un mal rato
con una gigantesca ave negra que atacó su ganado. Tenía un pico curvo,
grandes garras y unos ojos amarillos "del tamaño de dólares de plata". Unos
meses más tarde, en Illinois fueron avistadas repetidas veces aves de un
tamaño increíble. "¡Ahí afuera hay un ave tan grande como un B.29!", chilló
James Trares, un niño de doce años, al entrar corriendo en su casa en busca
de su madre. Esto ocurrió en enero de 1948, y James fue el primero en
notificar la existencia de este monstruo. El niño vivía en Glendale
(Illinois), y el ave que vio volando tenía un color gris verdoso.

Juan
Muñiz Feliciano, obrero puertorriqueño, se defiende del ataque de una
«terrible criatura grisácea» una noche de 1975.
Un ex
coronel del ejército, Walter Siegmund, vio algo similar el 4 de abril.
Calculó que volaba a unos 1.200 metros de altitud, y a partir de su
experiencia militar quedó convencido de que "sólo podía tratarse de un ave
de un tamaño enorme".
Hubo
otras visiones, entre ellas alguna en Saint Louis (Missouri). Varios
testigos creyeron primero estar viendo un avión, debido a su gran tamaño,
hasta que el ser empezó a batir sus alas y a realizar maniobras propias de
un ave. Entre los testigos se contaban policías e instructores de vuelo. La
última visión tuvo lugar, al parecer, el 30 de abril de 1948. Charles Dunn
apenas pudo dar crédito a sus ojos cuando contempló un ave cuyo tamaño "era
el de una avioneta Piper Cub", que volaba a unos 900 metros de altitud y
batía sus alas. Poco más se supo de aves monstruosas durante casi dos
décadas, aunque en 1957 fue avistado un extraño pajarraco con una
envergadura de 7,5 a 9 metros volando a unos 150 metros de altitud sobre
Renovo (Pennsylvania). en 1966 se produjeron noticias procedentes de Utah,
West Virginia, Ohio y Kentucky, aunque sólo algunas de ellas pudieron ser
consideradas como visiones de especies apenas conocidas.
Más
tarde, en 1975, tras unas misteriosas muertes de animales en Puerto Rico,
fueron avistadas aves de gran tamaño y de aspecto similar al de cóndores o
buitres de color blanquecino. El 26 de marzo, el obrero Juan Muñiz Feliciano
fue atacado por una "terrible criatura grisácea con multitud de plumas, un
cuello largo y grueso, y mayor que un ganso".
A
finales de julio de 1977, fueron vistas cerca de Delava (Illinois) dos aves
de gran tamaño que trataban de llevarse un cerdo que pesaba cerca de 30
kilos. Ambas recordaban los cóndores californianos y tenían una envergadura
de 2,5 metros, pero un ecólogo de la universidad de Illinois comentó que los
cóndores se hallan al borde de la extinción, y que no pueden levantar
semejantes pesos; además se alimentan de animales muertos.

El
niño de 10 años Marlon Lowe, víctima, en 1977, del ataque de un ave
gigantesca. Los gritos de su madre asustaron al raptor y lo obligaron a
soltar al pequeño. El incidente ocurrió en Illinois, sede de las leyendas en
torno al «Piasa».
Qué
era, pues, lo que trató de llevarse al niño Marlon Lowe, de diez años de
edad, en el jardín de su casa en Lawndale (Illinois) el 25 de julio del
mismo año? También ese pajarraco iba acompañado por otro, y lo que pudo
haber sido terrible tragedia tuvo lugar tan sólo unos días antes del
frustrado robo del cerdo, y a una distancia de 16 kilómetros del lugar.
Marlon estaba jugando al escondite, cuando a las 8:10 de la tarde una de las
aves se apoderó de él y lo levantó del suelo. Afortunadamente, su madre se
encontraba cerca. Vio los pies de Marlon colgando en el aire y gritó, ante
lo cual el ave dejó caer al niño antes de haber alcanzado una gran altura.
La
señora Lowe se encontraba a sólo tres metros de distancia de las aves, y más
tarde comentó: "Siempre recordaré que aquella cosa enorme inclinaba su
cuello adornado con anillas blancas, y que parecía tratar de picotear a
Marlon mientras volaba alejándose." Describió a las aves como "muy negras",
excepto las anillas blancas alrededor de sus cuellos, cuya longitud era de
unos 45 centímetros. Los picos eran curvos y median unos 15 centímetros de
longitud, y la envergadura de las alas no era inferior a los 2,5 metros.
Calculó que, de haberse posado en el suelo, habrían medido alrededor de 130
centímetros de altura. Seis personas los vieron alejarse hacia Kickapoo
Creek, donde hay espesos matorrales y una gran cobertura de árboles.
De no
haber sido por los gritos de la señora Lowe, que asustaron al ave, es muy
probable que Marlon hubiese corrido el mismo destino de Marie Delex, Jemmie
Kenney y Landy Junkíns. En realidad, los Lowe padecieron otras
consecuencias. Fueron molestados por vecinos que dejaban pájaros muertos
ante el portón delantero, y por escritos y llamadas telefónicas a cual más
desagradable. En la escuela, Marlon, apodado "el niño del pájaro", tuvo que
pelear más de una vez para hacer frente a las burlas de sus condiscípulos.
Su cabello rojizo se volvió gris, y durante un año el pobre chiquillo se
negó a salir al exterior después de que hubiera oscurecido. |
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