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Las dos partes de
la mente
Para comprender nuestra situación actual, debemos examinar con mayor
precisión cómo funciona el cochero. En realidad, es un doble personaje.
Según las enseñanzas esotéricas, confirmadas por las observaciones
prácticas, se puede considerar que el cuerpo mental está constituido por dos
partes:
La primera, que llamaremos mente inferior, es intrínseca a la personalidad,
y, en la época actual, todavía sigue íntimamente ligada al mecanismo
emocional. No dispone del conocimiento. Funciona como una máquina, a partir
de automatismos procedentes del pasado. Está muy activa en la consciencia
colectiva actual; demasiado activa, en realidad. Al conjunto formado por el
cuerpo físico y la mente inferior lo llamaremos ego o personalidad.
La segunda parte, que llamaremos mente superior, está en contacto directo
con el Ser; es el vínculo entre el alma y la personalidad, y, debido a su
contacto con la sabiduría del Ser, tiene a su alcance el conocimiento.
Cuando la mente superior está activa y la inferior está silenciosa y
receptiva, todo va bien: la personalidad se deja guiar por la energía del
Ser, manifestando en el mundo lo mejor de sí misma. La vida resulta muy
satisfactoria.
Las denominaciones «inferior» o «superior» no significan que una parte sea
mejor que la otra. Las dos tienen su papel en la dinámica humana. Esos
adjetivos provienen sencillamente del hecho de que la frecuencia vibratoria
de la mente superior (llamada también mente abstracta en algunas
tradiciones) es más elevada que la de la mente inferior (llamada también
mente concreta, o mente automática). En los algunos espacios que se
encuentran más adelante se describirán con mayor precisión las diferencias
que existen entre las funciones de ambas partes.
La analogía del carruaje permite comprender el importante papel que
desempeña la mente en la buena marcha de la máquina humana, porque la
calidad de nuestra vida depende de qué parte de la mente la dirija. Si es la
mente inferior, estamos aprisionados por los mecanismos de la personalidad,
y eso entraña muchas limitaciones, como veremos más adelante. Si es la mente
superior, entonces estamos en contacto con la sabiduría del Ser, y las
consecuencias son por completo distintas. Así pues, trabajaremos
fundamentalmente sobre ese aspecto, pues de la mente depende el
funcionamiento de los cuerpos emocional y físico, y, por lo tanto, el de
toda la personalidad. Si bien es cierto que los cuerpos físico y emocional
tienen sus propias leyes de funcionamiento, el papel de la mente es
precisamente dirigir de una manera eficaz y armoniosa esos mecanismos
siguiendo la voluntad del Ser.
Lo que se aspira a conseguir tras una experiencia de transformación interior
es que sea la mente superior la que dirija la personalidad y no la mente
inferior; el proceso consiste en hacer que la consciencia deje de
identificarse con la personalidad a través de la mente inferior, para pasar
a identificarse con el alma a través de la mente superior. Es decir, cuando
la consciencia deja de identificarse con el ego para identificarse con el
Ser, tiene lugar lo que llamamos una transformación interior; podríamos
decir que eso es lo que la define.
Como veremos más adelante, cuando la consciencia está identificada con el
ego a través de la mente inferior, se tiene una percepción inadecuada de la
realidad; se vive en la ignorancia, y se depende de unos automatismos que
proceden del pasado; la experiencia de la vida es difícil y limitadora tanto
para uno mismo como para los demás. Cuando la consciencia se identifica con
el Ser a través de la mente superior, se tiene en cada instante el
conocimiento justo, la experiencia del mundo es dichosa, y se tiene dominio
y libertad. El comportamiento del ser humano y la calidad de su experiencia
de la vida dependen directamente de con cuál de los dos aspectos identifica
su consciencia.
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