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Tomar consciencia
de sí mismo
Éste es el primer trabajo que hay que realizar y puede hacerse de diversas
maneras. Las enseñanzas que se dan en los libros, en las revistas, en las
conferencias, en los cursos de desarrollo personal, las enseñanzas
espirituales, en general, y la observación de uno mismo, conducen a la
reflexión y comienzan a abrir el camino hacia una mayor consciencia. Ese
conocimiento puede llegar a ser más o menos profundo, según los casos, pero
hace que al menos empiece uno a tomar consciencia de sí mismo y a plantearse
preguntas sobre el sentido de la vida, en lugar de vivir de modo automático.
La actividad esencial a ese nivel es adquirir una comprensión cada vez más
clara del mecanismo humano. En la actualidad existen muchos y excelentes
libros y cursos, que proceden tanto de la sabiduría antigua como de autores
contemporáneos, y en los que cada uno puede encontrar la información
necesaria para conocerse mejor.
Pero si uno se detiene sólo en la comprensión intelectual, sigue siendo
incapaz de irradiar las cualidades del alma y de manifestarlas en concreto
en la vida diaria. Ha adquirido muchos conocimientos filosóficos, pero
continúa viviendo como antes. Si quiere empezar a integrar realmente esas
enseñanzas, ha de añadir otra dinámica.
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