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Poseer: la posesión.
Poseer
significa tener la
responsabilidad del buen
funcionamiento de lo que se
«posee» y tratar de maximizar
su utilidad para el bien de todos.
A
nivel del Ser no se posee nada, ni se tiene deseo alguno de poseer. La idea
misma de posesión es extraña a ese nivel de consciencia. Si uno es
propietario en el aspecto material, no se considera dueño sino guardián,
protector, responsable, gerente. Porque sabe que, en el universo, todo
pertenece a nuestras almas, que son Una; nada pertenece a ninguna
personalidad, como no sea la responsabilidad de su buen funcionamiento.
El mejor método para crear abundancia y dominar la materia consiste en
trabajar para liberarse de los mecanismos del ego y dedicarse a la voluntad
del alma. Esa actitud, como para cualquier otra manifestación del Ser, exige
desprenderse de muchas ataduras, en especial del miedo, de la inseguridad y
del deseo de posesión. Si buscamos la abundancia material, normalmente es
porque creemos que nos dará seguridad. Pero, para crear la abundancia
«mágica» a nivel del Ser, hay que vivir con un gran desprendimiento, dejarse
llevar por la intuición (la verdadera), estar tranquilo en medio de la
«inseguridad», confiar serenamente en el inteligente poder creador del alma,
sabiendo que ésta no se manifestará nunca antes de lo debido. Si la
personalidad no ha aprendido a controlar la máquina de los deseos, esta
actitud la pone en un estado de inseguridad intolerable. Pero, si ha
aprendido, ese dominio se ve siempre recompensado; la abundancia creada en
cada instante por la potencia creadora del alma es una de las recompensas.
Se nos ha dicho: «Buscad el reino de Dios, y lo demás se os dará por
añadidura». Es decir, buscad el camino que os lleva a entrar en contacto con
vuestra alma, y todo lo demás vendrá después. Los grandes sabios saben que
no hay otra alternativa.
Así pues, el concepto de abundancia visto bajo la óptica del alma no tiene
nada que ver con el de la personalidad. Es una abundancia sencilla. El alma
respeta siempre «la ley de la economía», es decir, la ley de la utilización
correcta de la energía. Recordemos aquí la célebre frase de Gandhi: «Vivir
simplemente para que los demás puedan simplemente vivir».
La abundancia se expresa también en la calidad de vida, en la capacidad de
amar, de compartir, de colaborar. Y así es como crea «mágicamente» una gran
eficacia en la acción.
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