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Sensación de seguridad
El miedo, la ansiedad y el estrés son reemplazados por una gran tranquilidad
y por una profunda sensación de seguridad, porque el alma vive en todo
momento la experiencia de su poder y de su indestructibilidad. Tanto si uno
es rico como si es pobre, tanto si está rodeado de mucha gente como si se
encuentra solo en el desierto, cualquiera que sea la situación se siente
tranquilo en su interior.
No por ello deja de haber en la vida situaciones “peligrosas”. Pero la
manera de responder a ellas será muy distinta de como lo haría la
personalidad. Si uno se encuentra, por ejemplo, en un barrio de mala fama de
Nueva York a las dos de la madrugada, no es el miedo lo que lo protegerá con
mayor eficacia. Es cierto que el miedo -si nos referimos a un nivel físico,
mecánico- puede impulsar reacciones automáticas primarias de defensa que
pueden limitar eventualmente los daños; pero, en cambio, paraliza la
inteligencia superior. Si se vive a nivel del Ser, se tiene un sentido
intuitivo directo de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer,
adonde se puede ir y adonde no se puede ir. Ese conocimiento interno directo
nos protege, nos permite vivir en un estado de gran serenidad y con una
confianza natural en la vida y en todas las vivencias que en ella se
precipitan.
Desaparecen asimismo los miedos e inseguridades psicológicas. El miedo a los
demás, el miedo a perder, a no complacer, a perder el control, el miedo a
ser engañado (uno de los principales mecanismos del ego), etc.; todos esos
miedos y otros muchos desaparecen en medio de la clara luz del alma, porque
ninguna circunstancia externa puede separarnos de nuestra fuente de poder,
de conocimiento y de energía.
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