LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA
Vivimos
rodeados de contaminación, una a la que no damos mucha importancia es la
contaminación acústica, siendo muy importante evitarla lo más posible. El
estrés, el mal humor, dormir mal etc., pueden ser debidos a un exceso ce
contaminación acústica.
¿Está usted continuamente estresado y no encuentra motivo real para ello?
¿Duerme mal por las noches?
¿Nota que está perdiendo capacidad auditiva?
Si ha respondido afirmativamente a estas preguntas es posible que usted esté
pasando por un proceso de contaminación acústica.
Vivimos preocupados por la degradación ambiental que intoxica nuestro aire,
nuestras aguas, nuestros alimentos y en general todo nuestro medio, y
realmente tenemos motivos para inquietarnos. Sin embargo, demasiadas veces
obviamos la grave contaminación acústica.
El ser humano posee un aparato auditivo constituido de tal manera que sólo
puede soportar sin daño una carga acústica que se encuentre dentro de unos
parámetros muy determinados. El hecho de que hoy en día sea normal que una
motocicleta pase a nuestro lado emitiendo un fuerte ruido, o que una máquina
hidráulica nos bombardee los oídos con sus fuertes golpes durante horas y
horas, no significa ni mucho menos que sea inocuo para nuestra salud. Es
cuestión de tiempo el que lleguemos a advertir las lesiones ocasionadas.
La problemática de la contaminación acústica es seria, entre otras
circunstancias porque, cuando detectamos los primeros síntomas de daños, ya
se ha producido una importante cantidad de trastornos en nuestro organismo,
la mayoría de ellos consecuencia somatizada de un estrés continuado.
Tengamos en cuenta que en Europa se contabilizan cada año alrededor de un
millón de personas diagnosticadas médicamente como "víctimas del ruido",
entre patologías meramente auditivas y graves alteraciones de los sistemas
nerviosos central y vegetativo.
¿Cuándo comienza realmente a perjudicarnos la contaminación acústica?
Los últimos estudios consideran como peligrosa para la salud la exposición a
sonidos que oscilen entre 50 y 60 decibelios, y como manifiestamente nociva
a partir de los 60 dB. Este nivel de ruido se alcanza demasiado fácilmente:
gritos y discusiones, automóviles en marcha, un aparato de música a
demasiado volumen, el centrifugado de una vieja lavadora, el chirrido de una
máquina industrial, etc. Si hablamos ya de decibelios superiores a 80,
estamos refiriéndonos a una verdadera agresión física.
Evidentemente, si no vivimos en una zona rural, nos será ciertamente difícil
protegernos de la contaminación acústica en nuestro trabajo o en la calle.
Sin embargo, sí podemos hacer algo para disfrutar de unas horas de
tranquilidad y un buen sueño, protegiendo nuestro hogar de las agresiones
por el ruido. El límite deseable de exposición máxima de sonido para las
viviendas es de 55 dB, y según la directiva de la CEE de 1986, el nivel de
ruido inocuo en una vivienda urbana debería oscilar entre 30 y 40, pero esto
no siempre es fácil de lograr en muchas áreas urbanas. Por ello, vamos a ver
algunas precauciones básicas para conseguir un mejor aislamiento acústico de
nuestras casas.
Consejos para el aislamiento acústico de la vivienda
• Si va a trasladarse próximamente a un nuevo hogar, aproveche la
circunstancia para elegir una vivienda alejada de fábricas e instalaciones
industriales, y elija una residencia cerca de un parque o zona verde antes
que al pie de una calle concurrida y con exceso de tráfico.
• Opte por revestir sus suelos con alfombras de lana, moquetas o grandes
jarapas de algodón.
• Las paredes absorben mejor el ruido si se recubren de papel pintado, mejor
cuanto más rugoso.
• Cuide la calidad de sus ventanas. Instale doble acristalamiento. Las
cortinas también absorben buena parte de la contaminación acústica
procedente del exterior.
La contaminación acústica en el trabajo
La más peligrosa fuente de contaminación acústica.
Si bien cualquiera de nosotros puede acomodar nuestra vivienda de modo que
en su interior se permanezca dentro de un límite de decibelios más o menos
razonable, lamentablemente no todos podemos decir lo mismo de nuestro lugar
de trabajo. El taller, la empresa de transporte, la fábrica o la inocente
oficina, suelen estar diseñados en vistas a una mayor producción, y muy
pocas veces teniendo en cuenta la salud auditiva y psíquica de sus
empleados: las máquinas de producción, los motores, las fotocopiadoras, las
máquinas de escribir, las impresoras, y en general todos aquellos
generadores de estímulos sonoros discontinuos (ruidos repetitivos con un
intervalo de más de 2,5 segundos entre ellos), son importantes fuentes de
agresiones auditivas.
El riesgo de pérdida de capacidad auditiva se incrementa tanto con el nivel
de decibelios soportados como con la cantidad de años durante los que
permanecemos expuestos al ruido, de tal modo que después de cuarenta años de
trabajo bajo una presión de 100 dB, por ejemplo, podemos habernos convertido
en auténticos "sordos".
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