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LA DECEPCIÓN AMOROSA
No por común es menos desoladora. Supone
un fracaso, la ruptura de una ilusión, el quebranto de un ideal.
El adolescente, el joven, sufre con
intensidad y reelabora su posicionamiento, que bien puede salir reforzado y
madurado o, por el contrario, instalarse en la duda, en la fragilidad,
replegándose en sí mismo y dificultando compromisos futuros. Debe captar que
los padres y hermanos son sensibles, que se posicionan a la expectativa para
servir de «colchón afectivo», como receptores del dolor.
Se colaborará para que no se instale la
desesperanza, para que no se limite el amplio horizonte del mañana y para
evitar posicionamientos de futura dureza emocional, egoísta y pertrechada.
El amor exige entrega, aunque culmine
algunas veces en fracaso y, por tanto, en profundo desgarro.
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