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EL DIAGNÓSTICO DE LA DEPRESIÓN ADOLESCENTE
Es conveniente que la evaluación y el diagnóstico comiencen con un examen
físico, en el que se tendrá que descartar la presencia de otras
enfermedades. Hay que señalar que, a estas edades, los chicos ya son buenos
informantes de sí mismos, por lo que se pueden utilizar algunas pruebas
psicológicas y entrevistas en profundidad directamente con ellos, pero sin
descartar la información proveniente de los padres, profesores y amigos.
Los síntomas depresivos tienen entidad cuando duran en el tiempo (dos
semanas o más), se da un grupo de ellos (no unos pocos de manera aislada) y
su intensidad y gravedad interfieren en la vida cotidiana del adolescente.
Así, se ha de explorar el momento en el que comenzaron los síntomas, cuánto
tiempo han durado y su intensidad e interferencia. Además, se ha de valorar
si han existidos episodios previos y, de ser así, qué tratamientos ha
recibido y cuáles han sido los resultados obtenidos. Esto es importante,
dado que el mejor predictor de un episodio futuro de depresión es uno del
pasado. También es importante explorar la historia familiar y el consumo de
drogas y alcohol, así como el riesgo suicida: este último se determina
basándose en las puntuaciones y evaluaciones de cuestionarios y entrevistas.
Las recomendaciones del tratamiento también se harán sobre la base de los
datos que se obtienen en la evaluación.
Hay que señalar que la depresión en los adolescentes puede ser comórbida con
otros problemas de salud mental también relevantes: dificultades de
aprendizaje, trastornos de ansiedad, trastornos de conducta, etcétera, que
podrían empeorar el cuadro depresivo. Por ello será indispensable que se
realice un diagnóstico diferencial preciso.
Es frecuente que la depresión en la adolescencia pase desapercibida, puesto
que los padres o tutores pueden tener dificultades para asimilar que sus
hijos puedan tener una dolencia con características tan parecidas a las
propias de la edad adulta. Desafortunadamente, alrededor de la mitad de las
personas que experimentan una depresión nunca son diagnosticadas y, por
tanto, no reciben el tratamiento adecuado. Acudir a tiempo a una evaluación
psicopediátrica es fundamental en la evolución futura del trastorno.
Conviene que los padres y los adultos relacionados con el adolescente se
familiaricen con la sintomatología depresiva, dado que esto indudablemente
da la posibilidad de una intervención precoz, evitando los riesgos vitales
del agravamiento del trastorno y de su cronificación. |
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